Pragmatismo positivo en Marruecos y Cataluña

Salvador Illa,  jefe de la oposición de Cataluña. / RR SS.
Salvador Illa, jefe de la oposición de Cataluña. / Mundiario

Sánchez logra un acuerdo decisivo en Cataluña al tiempo que transige con Marruecos buscando en ambos casos una relación operativa en lugar de conflictos sin solución.

Pragmatismo positivo en Marruecos y Cataluña

El pacto presupuestario entre ERC que gobierna Cataluña en minoría y el PSC que está en la oposición pese a haber ganado las elecciones, favorece extraordinariamente la actual estrategia del Gobierno estatal. De un lado rompe la unidad nacionalista de los últimos años para dejar a quien más interesa como aliado, claramente subordinado a la estrategia estatal. Poco importa que en un gesto inútil el Presidente catalán haya alabado el independentismo y el referéndum para la independencia. La evidencia es que ha aceptado la mejor solución para sus propios intereses sacrificando la unidad nacionalista en el altar de la gobernabilidad.

Óptimo escenario para el PSC que sin comprometerse con el Gobierno autonómico logra introducir en la agenda asuntos de los que ha hecho bandera como la ampliación del aeropuerto barcelonés y determinadas inversiones. Es probable que tales compromisos se pierdan o dilaten en el tiempo, pero ante unas eventuales elecciones autonómicas adelantadas, el PSC refuerza su posición.

Es un magnífico escenario para el Presidente del Gobierno que en el comienzo de la campaña electoral municipal puede presumir de haber dado la vuelta al conflicto catalán, llevándolo de donde estaba, en las calles y en los juzgados al Parlamento y los acuerdos.

A lo que Sánchez añade el viaje mediático a Rabat para escenificar las buenas relaciones. Sin acuerdos relevantes pero con sintonía política. Desde allí se ha proclamado alto y claro que en esta etapa toca hacer negocios, “business are business”, los negocios son los negocios y los demás asuntos ceden. Tras cuarenta años defendiendo en España “la solución negociada para el Sahara en el marco de las Resoluciones de Naciones Unidas” se impone ahora una visión pragmática, aceptando que el marco geoestratégico y político ha variado de forma que la nueva política internacional de bloques hace inevitable para España alinearse con el bloque occidental. Sobre todo cuando, a diferencia del pasado, en el Magreb hay ahora nuevos actores nada amistosos como el yihadismo y Rusia.

¿Y del Frente Polisario, cálidamente atendido el pasado año en un hospital español, se ha dicho algo? Una ministra cesada y el cambio de política es lo que ha quedado. A los saharauis ya les está ocurriendo como a los palestinos. Orillados y sin capacidad de presión, en gran medida por sus propios errores estratégicos al confiar su representación a facciones radicales que optan por el conflicto bélico, apoyándose en aliados que tienen otros intereses. Tras medio siglo, perdidos literalmente en medio de la nada, con escasos recursos, unos y otros son ya colectivos al margen de la historia. Será necesario que otras generaciones adopten estrategias totalmente diferentes para lograr eco internacional y una posible solución estable.

El pragmatismo del Gobierno en ambos asuntos, Cataluña y Marruecos, conviene a España y le conviene también al PP, que no lo reconocerá, porque en ambos asuntos carece de una estrategia alternativa. En la medida en que dejen de ser dos problemas importantes evita a la oposición desgastarse con propuestas irreales en cualquiera de los dos casos. En ambos casos el Gobierno ha desechado las soluciones totales o globales por inviables para elegir sendos marcos de acuerdos puntuales basados en la confianza recíproca. Es el buen camino.

El Presidente del Gobierno, consciente de los éxitos citados, ha aprovechado para fijar límites a su ruidoso socio de Gobierno, Unidas Podemos, desgastado por las rebajas de penas a los delincuentes sexuales, más de cuatrocientos hasta la fecha, cifra que seguirá aumentando. Al imponerles una solución, que no será buena, sino simplemente operativa, obliga a UP a transigir sin contrapartida alguna, pues no pueden abandonar el Gobierno ni oponer ninguna alternativa mejor. De rebote, Sánchez favorece a Yolanda Díaz, al mostrar abiertamente como quiere a los socios: dóciles y moderados. De ahí que ante la última ocurrencia de esta última, congelar las hipotecas, el Gobierno haya despachado la cuestión sumariamente. Ahora toca hablar de elecciones, evitar problemas, renunciar a debates divisivos para centrarse en los candidatos y la propaganda electoral.

Algo en lo que ya está la oposición popular, cerrando el paso a Ciudadanos, confrontando con Vox y tratando de mejorar los resultados de 2019 que fueron malos para el PP. En las próximas semanas veremos mucha presencia territorial de los principales dirigentes, si bien saben que las elecciones dependen mucho de los candidatos locales y autonómicos, de la correcta identificación de los problemas que en dichos territorios preocupan a los ciudadanos y de mantener lejos el fragor de la política estatal. @mundiario

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