La peor noticia de la inflación es que la subyacente sigue creciendo

Tendencia de la inflación. / BBVA
Tendencia de la inflación. / BBVA

La inflación subyacente  –elimina productos energéticos y alimentos frescos por considerarse demasiado volátiles– llega al 6,4%, el nivel más elevado desde enero de 1993.

La peor noticia de la inflación es que la subyacente sigue creciendo

El Índice de Precios al Consumo (IPC) cerró el mes de agosto –el mes más álgido del turismo– con una subida del 10,5%, una décima más de lo que el Instituto Nacional de Estadística (INE) había avanzado dos semanas atrás.

Pero la peor noticia es la confirmación de que la inflación subyacente  –elimina productos energéticos y alimentos frescos por considerarse demasiado volátiles– sigue creciendo: el 6,4% es el nivel más elevado desde enero de 1993. Si esto se generaliza podría tirar de los tipos de interés, como ya se ve en EE UU.

La inflación subyacente es, de hecho, un indicador que muestra la variabilidad de los precios de consumo a corto plazo más precisa que la inflación general o convencional.

Ahora, si lo peor está por venir, el debate se centrará en Europa en estas cuatro cosas: 1) la introducción de subsidios y rebajas impositivas a empresas y familias para aliviar su factura energética, 2) la revisión del mercado europeo de la electricidad, 3) el establecimiento en la UE de precios máximos al gas, cuyo consumo debe reducirse al menos un 15%, y 4) la prórroga en Alemania del funcionamiento de varias centrales nucleares.

Claves de la inflación

La electricidad y los alimentos, cuya carestía alcanza el nivel más elevado en casi tres décadas, tiran de los precios hacia arriba.

Solo la inflación subyacente –en inglés, core inflation–  cumplió con el dato adelantado, situándose en el 6,4%.

Los carburantes bajaron un poco y la electricidad repuntó, disparada. Alimentación y bebidas no alcohólicas se fueron al 13,8%. Restauración, hoteles y otros servicios también tiraron de la inflación. 

A su vez, el mal dato de inflación de agosto en EE UU provocó un desplome de las Bolsas. La tasa interanual bajó solo al 8,3%, por lo que se mantiene la presión sobre la Reserva Federal para que suba, todavía más, los tipos de interés.

Mientras, la guerra sigue –ahora con Ucrania remontando– y las armas económicas –léase, la energía y los alimentos– siguen complicando las cosas en Occidente. También en España, claro. 

"No estamos ante el estallido de una burbuja financiera ni frente a un virus, sino frente a un mundo que ha pasado de la interdependencia y la cooperación a una competencia geopolítica en la que los datos, las finanzas, el comercio o incluso las declaraciones políticas son susceptibles de convertirse en un arma", opina el economista José Juan Ruiz en El País. @mundiario

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