La OTAN frente a China

Xi Jimping, presidente de China y Jens Stolberg, secretario general de la OTAN. / Mundiario
Xi Jimping, presidente de China y Jens Stolberg, secretario general de la OTAN. / Mundiario
China no aspira a ser superpotencia, sino simplemente a ser reconocida y aceptada como potencia global en un mundo multipolar, junto a las otras dos grandes potencias, EE.UU. y la UE.

La declaración oficial de la OTAN, su Concepto estratégico, junio 2022, define su posición en este mundo global, en relación con sus miembros, con el resto de países y bloques, con los medios e instrumentos a utilizar, en relación con la guerra de Ucrania y, muy especialmente, con las pretensiones rusas. 

En este breve análisis nos vamos a centrar solamente en sus opiniones sobre China, que son muy claras: China es un “adversario estratégico”…“ en época de choque entre potencias”; el “ascenso de China como desafío estratégico”, un desafío con el que China “intenta subvertir el orden mundial multilateral”…y “socavar las normas  en que se basa”; por ello, la OTAN está en “confrontación estratégica con la potencia emergente, China”; “las ambiciones declaradas de China y sus políticas coercitivas…desafían nuestros (de la OTAN) intereses, seguridad y valores”; de ahí “su acumulación militar”, que “pretende fortalecer su influencia”, o ”crear dependencias estratégicas…”

Son frases todas entresacadas de ese reciente documento que se diluyen entre otras muchas consideraciones, análisis o pronunciamientos sobre su estrategia militar y política, pero que, juntas, significan un toque de alarma muy claro sobre lo que la OTAN, como brazo armado de Occidente, piensa de la “amenaza China”. En ese sentido las han recogido, amplificado y glosado nuestros medios españoles, con tímidas excepciones y, suponemos, todos los medios occidentales. No así los medios chinos que los interpretan con muy distinto acento y significado, aunque entre nosotros tienen nula audiencia.

La OTAN y la comunidad internacional

El documento, y todo su acompañamiento mediático, parten del principio, indiscutible para ellos, de que la OTAN representa a la comunidad internacional. Es más, todo el texto rezuma ese convencimiento y se apoya en él, con la pretensión, además, de “decidir el futuro orden mundial”. 

Parece una arrogancia muy lejos de la realidad del mundo actual. La OTAN, como institución multilateral militar, sea su carácter meramente defensivo o no, agrupa a unos 30 países, aproximadamente un 12´5% de la población mundial. La comunidad internacional es mucho más amplia: toda África, Asia, casi toda América…, están fuera de la OTAN, aunque son parte de la verdadera comunidad internacional global. A menos que los países de la OTAN, Occidente, se consideren con el derecho de representar a la comunidad internacional por el hecho de ser más ricos (¿y blancos?) o por haber dominado gran parte del mundo varios siglos y haber podido imponer sus normas, tribunales, ejércitos, monedas e instituciones desde el final de la II Guerra Mundial.

El Documento se presenta como “nuevo concepto estratégico”, pero es una estrategia muy vieja, muy conocida, que pretende resucitar una nueva “guerra fría” en un mundo muy distinto, muy lejano de la guerra fría de los años 50, 60, 70 u 80. Hoy la OTAN, con Estados Unidos como líder máximo, seguido fielmente por sus “socios”, ya no pueden dictar órdenes como antes. Por ejemplo, impone sanciones a Rusia, que muchos países de América Latina, Asia y África no secundan. Por ejemplo, se convoca a todos los países africanos a una alocución del Presidente Zelenski y sólo asisten algunos. Por ejemplo, los BRICS, institución multilateral de los emergentes que representa el 45% de la población mundial y el 30% del PIB mundial, se declaran opuestos a las sanciones y a la política de escalada militar contra Rusia, aunque son decididamente opuestos a la invasión. Por ejemplo, en la Cumbre de Exteriores en Bali del G-20, posible embrión de gobernanza global, las tesis de Occidente frente a la guerra de Ucrania no son secundadas por todos.

En una palabra: hoy la OTAN no representa a la comunidad internacional global, ni tiene autoridad para liderar el mundo. Estamos ya, afortunadamente, en un mundo multipolar que reclama una gobernanza global compartida. Reconocer esta realidad incluye el reconocer la necesidad de instituciones globales más representativas y multipolares y ello no significa “socavar el actual orden internacional”, sino reclamar su reforma, mejora y actualización. El orden internacional actual lo ha gobernado a lo largo de los últimos decenios, quizá siglos, un grupo reducido de países, Occidente, pero esa anomalía no puede perdurar por mucho tiempo. De hecho, como hemos apuntado, ya no perdura, aunque Occidente se empeñe en no reconocerlo. 

La estrategia de la OTAN frente a China es la estrategia de EE UU

Considerar la emergencia de China como un “desafío sistémico” es exactamente el dictamen de Estados Unidos: hay que “contener a China”. 

Y la pregunta obvia es ¿contener a China de qué?

¿De que China esté liderando el freno al cambio climático, siendo ya la primera potencia en todas las energías limpias, desde la eólica hasta la geotérmica, e invierta en investigación y medidas para salvar al planeta más que los países de la OTAN juntos?

¿De que China gradúe cada año más ingenieros y científicos que el resto del mundo junto?  

¿De que China construya la estación espacial internacional e invite a todos los países a participar en ella sin veto a ninguno?

¿Es un “desafío sistémico” que China haya pasado de ser la potencia númeroro 120 en 1978 a ser la segunda en 2020? ¿Es un “desafío sistémico” que China haya tejido organizaciones multilaterales que engloban a toda Asia Occidental y Rusia (como la OCS), o a toda Asia Oriental y del Sudeste en el mayor Mercado Común, o a toda África en el Foro África-China? ¿Es un “desafío sistémico” el proyecto OBOR o Nueva Ruta de la Seda, con 140 países adheridos y un billón anual de inversiones en infraestructuras desde 2013?

El "ascenso pacífico de China”

El “ascenso pacífico de China” es un término acuñado por analistas internacionales en los 90 y muy reconocido desde esas fechas. Quizá algunos líderes de la OTAN eran muy jóvenes entonces o no atendían tales análisis y por eso hablan de las “políticas coercitivas” de China, cuando precisamente se caracterizan y reconocen internacionalmente, también en Occidente, por todo lo contrario, por su “ascenso pacífico”. Es claro que ha habido un ascenso, una emergencia, o reemergencia, de China; pero muchos líderes occidentales han tardado en conocerlo y reconocerlo, y se encuentran, de pronto, que ahí está China como segunda potencia mundial, y esta China reemergida no les encaja en “su” “orden mundial multilateral” y la quieren “contener” o declararle la “guerra fría”, porque se encuentran con la cruda realidad de que China ha vuelto y ha vuelto para quedarse. La OTAN ya no tiene más remedio que reconocer la “confrontación estratégica con la superpotencia emergente, China”, pero debe aceptar que China no aspira a ser superpotencia, sino simplemente a ser reconocida y aceptada como potencia global en un mundo multipolar, junto a las otras dos grandes potencias, EE.UU. y la UE: ¿Por qué no la aceptan y reconocen como tal?

En cuanto a la “acumulación militar” de China que “pretende fortalecer su influencia”, o “crear dependencias estratégicas”, tal aseveración resulta, como mínimo, sorprendente viniendo de una organización militar que agrupa a los países más poderosos militarmente de este mundo: sólo el presupuesto militar de Estados Unidos, sin sumarle el de  los otros 29 miembros, es tres veces superior al de China, en cifras absoluta, y el gasto militar per cápita es 12 veces superior, y ¡el presupuesto militar de la OTAN es muy superior al presupuesto total de todos los otros países juntos”. ¿Es éste un presupuesto meramente defensivo? ¿No pretende la OTAN “fortalecer su influencia”, o “crear dependencias estratégicas”? ¿No pretende, además, extender “su influencia”, más allá de Europa, al área indo-pacífica?

Occidente y China “adversarios estratégicos”. ¿Y alguna posible colaboración?

Evidentemente son adversarios y competidores estratégicos. China y Occidente representan sistemas políticos muy distantes, tanto como la democracia liberal y la meritocracia; pero China no supone un “desafío sistémico”, porque no pretende imponer su sistema a Occidente, como tampoco Occidente debería pretender imponer su sistema a China. Y son también dos sistemas económicos diferentes, aunque no tanto si Occidente no se aferra al neoliberalismo o si defiende como objetivo global el estado del bienestar.

Y, más allá de esas diferencias, es evidente que Occidente y China son “competidores estratégicos” en comercio, tecnología, investigación, relaciones multilaterales. Parece lo obvio en “economías de libre mercado”, aun con todos los matices que se quieran subrayar.

El Documento, a pesar de todo, afirma que la OTAN está “abierta a compromisos constructivos con China”. ¡Qué declaración más sorprendente y positiva! Es una puerta abierta a la cooperación entre las tres grandes potencias, entre EE.UU., UE y China, para abordar conjuntamente los grandes retos del siglo XXI como el cambio climático, la desigualdad creciente, la amenaza del yihadismo teocrático y de todas las teocracias que pretenden imponer a las sociedades civiles las leyes de sus Dioses. Y, sobre todo, ¡el reto imperioso de construir instituciones de gobernanza global con participación de todos!

Sólo con esa cooperación global conjunta podremos esperar se supere esta nueva etapa de guerra fría e iniciar “los compromisos constructivos” para abordar juntos los grandes retos del siglo XXI. @mundiario

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