El nuevo nihilismo en la moneda de Jano

Cristina Fernández de Kirchner en la multitud. / RR.SS.
Cristina Fernández de Kirchner en la multitud. / RR.SS.

Nos estamos acostumbrando a que lo irreal parezca real y a comulgar con visiones distorsionadas de la verdad. Hasta el punto de olvidar pagar con moneda de curso legal.

El nuevo nihilismo en la moneda de Jano

El nuevo nihilismo sacude la democracia. Especialmente en España donde se confunde la libertad de expresión con el derecho a la verdad sin matices. Nos estamos acostumbrando a aceptar que el mentiroso use el lenguaje, las palabras y el relato parcial para hacer que lo irreal parezca real. Sin darnos cuenta se ha pervertido hasta la moneda mitológica de Jano. 

De ahí que la crisis de la verdad nos esté conduciendo a un nuevo nihilismo con consecuencias muy gravosas para la convivencia y la democracia. Se está maltratado tanto la verdad objetiva hasta tal extremo que al desintegrar la sociedad en facciones, tribus y colectivos ya no parece posible ningún entendimiento de las cosas, incluso empleando el lenguaje común.

La crisis de la verdad, entendida ésta como impresión subjetiva de la realidad, hace tambalear la credibilidad de los propios hechos. Es decir que la arbitrariedad subjetiva hace tiempo que ha sustituido la rotundidad de la verdad a secas.

Y a medida que avanza la digitalización la verdad parece erosionarse a marchas forzadas, muy en contra de afianzar la realidad. Como sostiene la filósofa norteamericana de origen judío-alemán, Hannah Arendt: “En el orden digital, la verdad deja paso a la fugacidad de la información”.  Esta semana hemos conocido un nuevo caso de la verdad fugaz que infla el nihilismo en la democracia.

Según ha trascendido, el Comité de Derechos Humanos de la ONU ha dictaminado -de acuerdo a una parte de la prensa subjetiva- que España violó los derechos de los líderes independentistas catalanes. Dicho así parece una falta gravosa contra la democracia española. Lo que pocos medios cuentan es que el dictamen no es vinculante y el comité está formado por ”expertos independientes que vigila el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por los Estados que lo han ratificado”.

Son tan “independientes'' que se financian con aportaciones de estados miembros entre ellos de países como Arabia Saudí y Catar donde no se puede afirmar ser muy respetuosos precisamente con los derechos humanos.

Por parte de España en el comité de la ONU participa un magistrado que pertenece a la noble asociación progresista de “Jueces por la Democracia”, afín al gobierno socio-comunista. Esta asociación y algunos de sus integrantes están siendo investigados actualmente por la justicia por haberse descubierto cuentas corrientes en paraísos fiscales. Todo muy legal que se oculta para encubrir el relato, la moneda de una sola cara.

Que esta asociación percibiera o no de la Generalidad catalana para el comité de derechos humanos de la ONU entre 200.000 y 1,3 millones de euros con el fin de justificar su soberanismo anticonstitucional y emitir ese “dictamen”, respalda pecunariamente que sus conclusiones no vinculantes sean contra España. Para algo pagan. Esta es la excusa perfecta para que una vez más dirigentes  catalanes pro golpistas excusen el procés y rechacen la defensa del estado español de derecho.

El atentado fallido a Kirchner

En el nuevo nihilismo se juega con la verdad, los datos, el relato, el lenguaje, pero también con las emociones y los afectos en el discurso político. El mundo real está siendo sustituido como han analizado muchos expertos filosóficos por otro ficticio que nos obliga a comulgar por comodidad de levantarnos del sofá. 

Sobre el magnicidio frustrado contra la vicepresidenta argentina Kirchner recae la sospecha de ser un montaje como otros numerosos casos de amenazas a dirigentes políticos españoles en horas bajas. Se asume el riesgo como en el cuento del lobo que el día que sea verdad tampoco hagamos caso. 

Hitler también se encargó de camuflar la realidad y sus ideología racista en nombre de la verdad, a base de repetir mil veces una mentira la transformaba en una nueva verdad distorsionada. Los mismos nazis que no se cansaban de sostener que los judíos eran “artistas de la mentira” para disculpar su pogromo, es el empleado por algunas fuerzas políticas actuales en varios países  tanto por la derecha como por la izquierda para imponer su discurso intransigente. O estás conmigo o contra el Estado. 

Para ello se aprovechan ya no solo de los partidos políticos, de los discursos, los medios comprados, los Fake news, sino de testimonios y las falsificaciones que dicen lo mismo haciendo transportar la mentira a la historia y convirtiéndola en nueva verdad.

Tenemos numerosos ejemplos en la Cataluña del procés, donde no se han cansado de transfigurar la historia y los datos (hechos irrefutables) a su conveniencia para convencer  a los más indocumentados de que España es un estado fascista porque no admite la independencia a las bravas y se investiga el 3% como impide la Constitución española y el actual estado de derecho.

El nuevo curso escolar en España se ha iniciado con el anuncio oficial del Govern catalán de que en el 2022/23 no se va respetar la cuota del 25% de enseñanza del español en las escuelas pese a reiteradas sentencias judiciales avaladas por el Tribunal Constitucional y el malestar social.  Para La Moncloa eso debe formar parte de cuando afirma que “En España se cumple la ley”. Por contra se emplea a fondo contra la oposición por criticar  las reformas del ahorro energético. La nimiedad provinciana frente a la inmensidad del universo.

Hemos llegado a tal nivel de abuso del relato que nos aboca a algunos al nihilismo por vestir la información (objetiva) en desconfianza generalizada. Junto al nihilismo expansivo han forzado la sociedad de la desconfianza. La moneda de Jano de dos caras propia de la mitología romana ha dejado paso a otra moneda sin cruz.

La desorientación que padecen en consecuencia algunos, junto al abstencionista, negacionista, radical y/o populista pueden ser garantes del nihilismo vigente en algunas democracias como la española. Tras la crisis de la pandemia, económica, institucional y climática, agravada ahora con la guerra de Rusia en Ucrania, nos hemos topado con otra crisis de la verdad. Hasta Putin encubre los embustes para justificar el cierre del gas ruso a Europa.

¿No iba a ser al revés, que Europa con todas sus magníficas sanciones tan dolorosas amenazaba con cerrar el grifo del gas para acabar con la invasión en Ucrania y la fuerza del mal del Kremlin? La verdad camuflada e invertida en una moneda de Putin por las dos caras. 

La verdad y la mentira no es aquello que merece la pena dedicar una vida como diría Feijóo. Más bien sería lo de cierto personaje de la historia reciente cuando espetó: “Es la parresía desteñida…, idiotas”. @mundiario

 

 

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