Redondo, un sindicalista íntegro y ejemplar que se enfrentó al Gobierno con dos huelgas

Nicolás Redondo. / UGT
Nicolás Redondo. / UGT
Con su muerte se va un hombre honesto, un sindicalista ejemplar y uno de los grandes artífices de la Transición que la izquierda de ahora, también los sindicatos, quieren borrar de España.
Redondo, un sindicalista íntegro y ejemplar que se enfrentó al Gobierno con dos huelgas

Los que tenemos memoria histórica y democrática recordamos que en 1975 España era un país pobre y desigual que salía de una dictadura con las heridas de la guerra   abiertas. Entonces apareció una pléyade de políticos que venían del exilio o de la cárcel; de la clandestinidad o del viejo sistema y con gran sentido de Estado, enorme generosidad y Adolfo Suárez al frente hicieron una Transición a la democracia que trajo la reconciliación, la modernización y la prosperidad a España. En ese grupo estaba Nicolás Redondo que puso toda su fuerza al servicio de esa causa.

Antes había renunciado a la secretaría general del PSOE en Suresnes porque su camino estaba pegado a la clase obrera por convicciones personales y razones familiares. Fue un sindicalista íntegro y ejemplar en la defensa de los intereses de los trabajadores hasta enfrentarse al gobierno de Felipe González con dos huelgas que paralizaron el país porque no estaba de acuerdo con reformas y medidas laborales que recortaban sus derechos. Era la prueba de su independencia sindical que mantuvo tomando esa decisión, una de las más duras y dolorosas de su vida.

Si se compara esta integridad y coherencia con la de los líderes sindicales de hoy, la figura del “metalúrgico de Baracaldo” se agranda al constatar cómo ha degenerado el sindicalismo español en las últimas décadas. El sucesor en UGT escribió una   semblanza de Redondo en varios periódicos y los comentarios de los lectores fueron  muy duros con él. Lo más suave fue acusarlo de estar sometido a las decisiones gubernamentales ejerciendo de muleta de la Moncloa. Lo dicho vale también para CC.OO, cuya complicidad con el ministerio de Trabajo resulta vergonzosa.

Nadie desea una huelga, pero tampoco tanta complacencia ante la inflación, la precariedad, el maquillaje de los fijos discontinuos, la incertidumbre de las pensiones, el paro juvenil, familias empobrecidas, las mentiras y el nepotismo del Gobierno… Que no se oiga una voz sindical disidente y crítica, que Nicolás Redondo siempre alzó, puede ser porque su silencio se compra con subvenciones multimillonarias. Un internauta escribió que estos sindicatos hacen bueno al sindicato vertical de la dictadura. Quizá exagera, pero mucha gente lo piensa. 

Es probable que se movilicen cuando haya cambio de gobierno. Circula por la red una viñeta de Mingote en la que un sindicalista dice a sus compañeros: “La clase trabajadora empieza a estar harta y en cuanto haya un gobierno de derechas nos van a oír”. 

En fin, que se nos fue un hombre honesto, un sindicalista ejemplar y uno de los grandes artífices de la Transición que la izquierda de ahora, también los sindicatos, quieren borrar de España. @mundiario

Comentarios