El monocultivo inflama la catarsis de la abundancia

Bandera de Europa. / Mundiario
Bandera de Europa. / Mundiario

Son tiempos apasionantes y agitados al mismo tiempo. Es lo que tiene cuando se apuesta por un sólo caballo ganador, con todos los riesgos que conllevan. Así ha hecho Europa y así nos va. 

 

El monocultivo inflama la catarsis de la abundancia

La industria hace tiempo que se ha deslocalizado a Asia /China, la materia prima básica se despidió de Europa e importamos de fuera, y la energía fósil depende de la Rusia invasora de Putin en Crimea. La Europa de los 27 en realidad se reduce al eje París-Berlín que son quienes deciden el cotarro. De la genuina biodiversidad ideológica se ha pasado a la extinción alarmante de especies de fauna y flora y al predominio del dogma socialdemócrata tanto en política como en economía. 

La falta de natalidad autóctona se ha compensado con la adopción de mascotas y la migración multirracial. El cristianismo ancestral de otros tiempos está siendo arrebatado por el multiculturalismo de acogida, donde lentamente pero seguro el islamismo en tierras de los apóstatas desplaza la cultura de principios democráticos. 

De las multitarifas en transportes terrestres se ha pasado a la tarifa plana low cost para contener la contaminación y el consumo de petróleo. Aún estamos en medio de la euforia, pero no se adivina el colapso de los viajeros, la falta de previsión de maquinistas, conductores y de nudos radiales. Pero lo importante en el monocultivo es el titular político. La eficacia, a segundo plano.

En otros extremos, la diversidad de valores en Europa está cediendo el paso al pensamiento único. Del todo o nada. De los multiadaptadores para los gadgets pronto pasaremos al conector único, posiblemente Made in China. Y cuando llegue una nueva crisis que seguro lo hará, Europa 4.0 quedará desconectada por depender de los enchufes, microchips y obleas solares retenidos en los contenedores asiáticos.

En España hace tiempo que hemos apostado por el monocultivo del ladrillo, del turismo masivo de mochila así como del eucalipto que reseca los montes y prende fuego. La cantidad por encima de la calidad. Antes nuestra economía se movía con el sector primario y el secundario o industrial. Hoy gira casi todo en torno monotemáticamente a los servicios cuando el mundo pone rumbo hace tiempo al sector cuaternario. 

El fin de la comodidad

Del comité de expertos en pandemia a la falaz verdad de la mentira. De ser una potencia en renovables, a comprar gas ruso y argelino para desgracia de nuestra transición ecológica, renunciando a nuestras bolsas en el subsuelo (fracking) aunque lo paguemos más caro a EE UU y prescindir de las centrales nucleares, pero no por convencimiento sino para no enojar a los socios ideológicos.

De la moción de censura por la corrupción y el exilio del Emérito al indulto de Griñán por tan honesto condenado. Por la gracia del socialismo. Pese a los numerosos pantanos, pasamos con la escasez de agua en la sequía al vaciado ilegal por alguna eléctrica para inflar sus beneficios o al anuncio de su cierre por parte de socios del gobierno por ser una herencia franquista. Menos mal que los hijos no vienen de El Pardo, porque entonces nuestros descendientes serían franquistas también. 

Y cuando íbamos con buenas intenciones para sustituir el bipartidismo por el multipartidismo, resulta que el experimento fue fallido. Todo son más gastos, insultos, derroche y menos democracia. De la pluriterritoriedad al urbanismo exacerbado que vacía España aún más. Del paro histórico a la falta de mano de obra y ganas de trabajar en no pocos sectores de la economía porque se vive mejor de la sopa boba.

Ya lo dijo la semana pasada el presidente francés Macrón sobre el momento geopolítico actual: Es el fin de la abundancia (liquidez sin coste, materias primas, combustibles, agua y tecnología). Es el fin de lo evidente (democracia liberales y derechos humanos). Y es el fin de la despreocupación (guerra, clima y ciberataques). Podríamos añadir que es el fin de la comodidad, como escribió hace años el español Heleno Saña en alemán “Das Ende der Gemütlichkeit”. Lo de la primera ministra Sanna Marin puede ocurrir en su Finlandia natal, aunque en España pasa a menudo sin transparencia y sin  test antidrogas.

El monocultivo es una contradicción en la era ecodigital del globalismo y la inminente llegada de la Inteligencia Artificial de la robótica. Europa está experimentando una catarsis que tiene que ver también con la mutación del capitalismo hacia la humanidad 2.0 , de los valores humanos y principios devastados con las últimas crisis superpuestas en la década.

Del empuje climático con el “Fridays for Future” hemos retornado a los combustibles fósiles y energía nuclear porque con una guerra de Rusia en Ucrania nos ha atemorizado decretar el corte de suministro de gas que finalmente seis meses después va llegar igualmente. Del “Nuclear, No gracias, al Sí por favor”. De la apuesta por la diversidad renovable Europa retorna  al monocultivo del fósil. Y mientras tanto, rogando que la central nuclear ucraniana de Zaporiyia no contamine el viejo continente, mientras países de la OTAN donde dijo mandar material bélico era en realidad botas de asalto. 

Nos podríamos ahorrar “el invierno muy duro, durísimo” (que Macron y ahora con la boca abierta anuncia alguna ministra española avanzando la inminente crisis gubernamental)  si en vez de haber hecho caso a Berlín, hubiéramos impuesto desde el primer día el embargo absoluto del gas ruso. 

Del multilateralismo en diplomacia se ha pasado a ese eufemismo monocular de la diplomacia suave en Europa y especialmente en España con secuelas para gestionar sus conflictos internos y externos. Del pacifismo demagógico (sobre todo en Alemania) al suministro indirecto de armamento a Ucrania a través de otros aliados de la OTAN para descargar la conciencia de Berlín.

La UE acomplejada, viendo pasar cadáveres por la ventana y repostando gasolina con sangre ucraniana para llegar a la conclusión que lo de la destrucción del planeta puede esperar porque antes hay que refrigerar el verano y calentar el invierno. A lo mejor para primavera, se nos aparece la Virgen. Mientras tanto, la catarsis está purificando pasiones europeas y emociones en medio de tanto dramatismo.

El monocultivo es un monóculo que nos impide ver, pensar y actuar. El que lo tiene más claro de la clase en Europa, la Francia de Macron, es el mismo que pone resistencia al MidCat para la interconexión gasística de la Península Ibérica con Europa. Todo muy de espíritu comunitario, haciendo frotar con dicha torpeza nuevamente las manos de Rusia, China y hasta EE.UU.

Ya lo hemos dicho en varias ocasiones. Tanto monocultivo testicular está haciendo de la UE una Desunión Europea. El shock que vamos a sufrir puede ser descomunal. Y resulta que lo auguraban hasta los más optimistas sin que la clase política haya estado a la altura negando lo evidente. @mundiario

 

 

Comentarios