Vox incomoda, Tamames desconcierta

Manifestación en Cibeles contra el Gobierno. Twitter @vox_es
Manifestación. / RR SS.

La descalificación continua que recibe Vox hace olvidar su gran fuerza parlamentaria que le permite protagonizar por segunda vez una moción de censura.

Vox incomoda, Tamames desconcierta

La coincidente reacción de socialistas y populares ante la moción de censura presentada por Vox, ha sido la descalificación. Para los primeros solo sirve para poner de manifiesto la estrecha connivencia de los promotores con el PP. Para este, una maniobra que deteriora la seriedad de la Cámara. Incluso Feijóo ha afirmado con esa solemnidad vacía que reserva para las mejores ocasiones que si Tamames fuese su padre no se lo consentiría. Los demás grupos parlamentarios están deliberando si renuncian a intervenir en el debate. Todo ello indica que la moción ha conseguido descolocar a la totalidad del Parlamento.

Entre las muchas afirmaciones falsas que se vienen escuchando, sobresale la que afirma que la moción de censura debe ser constructiva, sin que se explique su significado. Si se quiere decir que debe necesariamente conducir a la mayoría, es falso. De las cinco mociones presentadas desde 1978, solo la que llevó a Sánchez al Gobierno tuvo mayoría suficiente. En la Constitución no figura tal expresión, solo se afirma que 35 diputados pueden presentarla y que se trata de exigir la responsabilidad política del Gobierno (artículo 113). Es lo que ha hecho Vox que con 52 diputados es la tercera fuerza de la Cámara y una de las tres que con PSOE y PP puede hacer uso de dicho mecanismo de control.

Vox, el partido más antisistema del actual Parlamento, como evidencia continuamente desmarcándose de cualquier acuerdo unánime e incluso de gestos hacia la sociedad, se limita a ejercer sus opciones como fuerza política, provocando que durante unos días el debate gire en torno a sus propuestas. Al elegir como candidato a Ramón Tamames, una personalidad de tan larga trayectoria como para haber estado en la cárcel contra Franco, dirigiendo el Partido Comunista con Carrillo o apoyando a Adolfo Suárez en el CDS, Vox envía un mensaje a electores molestos con la situación política y cuyo voto todavía no está decidido, ofreciéndoles una apertura de sus filas hacia opciones moderadas y respetadas. Además, proponiendo a un candidato de avanzada edad, 89 años, también trata de llegar al nicho electoral de donde menos votos recibe, los mayores de 65 años. Cabe subrayar que antes de la elección de Tamames, a quien le sobran tanto vanidad como méritos, otros posibles candidatos fueron tanteados y denegaron la invitación.

Presentando una segunda moción de censura con un candidato independiente, Vox ha alterado temporalmente la dialéctica Gobierno-oposición. Para el Gobierno, que no tiene dificultad para superarla, obliga a un debate difícil, pues tratar de asimilarla al PP que ha anunciado que se abstendrá, es una pirueta dialéctica de escaso recorrido. Al mismo tiempo debe evitar que una descalificación global de Tamames sea percibida como excesiva por un segmento del cuerpo electoral.

Mayor problema tiene el PP, pues evidentemente la moción pretende poner en evidencia la ambigüedad actual de dicho partido. Si en la anterior moción de censura Pablo Casado fue especialmente incisivo contra Abascal, ahora las circunstancias obligan a una mayor contención en el discurso y en la votación. No es posible para los populares el apoyo, pero a dos meses de las elecciones locales y autonómicas, de las que saldrán muchos Gobiernos obligados al pacto, tampoco cabe la descalificación global del presunto aliado. Tienen la ventaja de que Feijóo no podrá intervenir en el debate.

Para los demás, partidos Tamames representa una incomodidad manifiesta. Es posible que ofrezca un diagnóstico del país realista si bien su programa de Gobierno difícilmente convencerá. Para todos los partidos el riesgo de darle demasiado protagonismo o de excederse en la crítica es mayor que cualquier beneficio de imagen.

Vox no depende de los demás en su estrategia, de la misma forma que Unidas Podemos aun estando en el Gobierno se permite censurar algunas de sus decisiones para mostrar autonomía o se niega a seguir el ejemplo del PSOE cesando a dos altos cargos por graves errores de gestión. Que uno y otro estén en el mismo lado de la Cámara que otros partidos mayoritarios no los transforma en dóciles escuderos. Vox no presenta la moción para ganar, sino para situarse en campaña electoral, apuntando directamente a electores indecisos o desencantados con su opción habitual, lógicamente más numerosos en la derecha que en la izquierda. El coste de imagen es nulo mientras que lograr que todo el espectro político debata sus propuestas es positivo.

Para todos los grupos parlamentarios la estrategia más conveniente sería mantener un tono bajo, pues no pudiendo ganar nada pueden ofrecer la misma imagen desaforada que pretenden erradicar. A estas alturas ya debería de aceptarse que Vox está y estará porque tiene muchos votos y que lejos de representar al franquismo o al fascismo, representa a la nueva derecha populista que ha gobernado Estados Unidos y gobierna ahora en Italia. Los aspavientos exagerados que hemos visto solo indican la inseguridad de sus autores. Deberán ganarle en las urnas con votos más que en la tribuna con adjetivos. @mundiario

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