Madrid despierta y lucha por la sanidad pública

Manifestación a favor de la sanidad pública en Madrid. / RR SS
Manifestación a favor de la sanidad pública en Madrid. / RR SS
El pueblo de Madrid ha vuelto “donde solía”: a la calle y a la defensa de los derechos más sagrados, frente a tanta trampa, tanta estafa, tanta cháchara inútil que oculta los miserables negocios de un hermano, y el ambicioso mercadeo mafioso de grandes corporaciones.
Madrid despierta y lucha por la sanidad pública

Los cientos de miles de personas que el domingo 13 de noviembre han salido en Madrid a la calle a defender la Sanidad Pública frente a la degradación sistemática que está practicando contra este Servicio esencial la negacionista Ayuso y su gobierno, ha terminado cantando el auténtico himno a la Libertad, que compuso y cantó José Antonio Labordeta. Y que con él hemos cantado durante muchos años -y hoy mismo- miles y miles de españolas y españoles que creemos en la Democracia y en la Libertad.

Un himno que muy bien -y con más merecimientos- se podría convertir en el himno de España. Porque canta la Libertad verdadera, sentida por el corazón y el alma de tantos españoles de bien (buenas gentes que viven, laboran, pasan y sueñan…, como diría don Antonio Machado).

Una Libertad tan alejada de esa supuesta libertad cervecera de bar pijo y terraza ensanchada, que tanto ha predicado Díaz Ayuso para cometer las mayores atrocidades contra la Salud Pública, en pandemia y fuera de pandemia. Y en la que se ha escudado para engañar a Madrid y para predicar las mentiras más putrefactas, y últimamente para revelarse como una negacionista al peor estilo de Sarah Palin o de Donald Trump.

El Pueblo de Madrid ha comenzado a “volver donde solía”: a la calle y a la defensa de los derechos más sagrados, frente a tanta trampa, tanta estafa, tanta cháchara inútil que trata de ocultar los miserables negocios chapuceros de un hermano, y los ambiciosos negocios prácticamente mafiosos de grandes corporaciones del inmenso mercadeo con la salud: aunque claramente podríamos decir que contra la salud del Pueblo de Madrid.

Es la dignidad del Pueblo madrileño, que esperamos que se prolongue y dure, y no sea sólo una reacción momentánea (“harto ya de estar harto”, en palabras de Serrat), sino que sea un auténtico levantamiento pacífico contra la arbitrariedad de quien, presumiendo de presidir la región más rica de España, es la más tacaña en el gasto por habitante en la salud de sus ciudadanos.

El PP de Ayuso y Feijóo ya anda diciendo que la manifestación fue un fracaso. Da lo mismo: no podrán torcerle el brazo a la realidad. Y espero que se acaben los paseos chulapones y “desahogados” de una presidencia madrileña que lleva riéndose de todos nosotros desde que ocupa la Casa de Correos de la Puerta del Sol. Primero haciendo de su capa un sayo durante la pandemia, enfrentándose siempre a las recomendaciones de los expertos, negando la gravedad, impidiendo los confinamientos mientras la jaleaban los aprovechados hosteleros más socialmente insolventes de Madrid.

Los paseos, los negocios, y las presuntamente criminales medidas para que los mayores de las residencias de Madrid no fueran recibidos en los hospitales. Que a ver si la Fiscalía quiere enterarse de una vez de que en Madrid hubo más de 7.000 personas muertas en las residencias (más de 6.000 por covid), mientras el gobierno de Ayuso impedía que fueran trasladadas a los hospitales. A ver si se quiere enterar y abre de una vez una investigación consecuente para depurar responsabilidades.

Y el cuento chino del Zendal, al que Ayuso y su séquito quisieron llamar hospital, cuando no era más que una nave casi industrial (sin quirófanos) adonde se trasladaron enfermos y médicos de hospitales, sin contratar ex novo ni un solo profesional sanitario. Lo mismo que ha hecho con las urgencias extra-hospitalarias, y con la atención primaria. Cargando encima la responsabilidad contra los profesionales de la Sanidad Pública, que ya salvaron una vez esta Sanidad en Madrid, y que ahora luchan por salvarla de nuevo.

Ayuso y sus consejeros Ruiz Escudero, y Lasqueti, no serán capaces de dimitir, porque están ahí para cumplir una misión que les han impuesto los gerifaltes de los negocios privados que orquestan este juego de destruir la Sanidad Pública para heredar los pacientes, a base de cobrarles lo que ellos ya han pagado con sus impuestos. Pero merecen ser arrasados en las elecciones de mayo para que acabe la ignominia. Para que dejen de dar citas para dentro de un año; para que dejen de inventarse la filfa de una supuesta atención sanitaria virtual, para que dejen de envenenarnos con falsedades, con inventos y tinglados insostenibles. Para que dejen de tratar de embobarnos con mentiras confusas, que terminan mezclando su favor a los ricos, a quienes no les cobran el impuesto de patrimonio mientras dicen no tener dinero para la Sanidad.

El Gobierno de la Nación tiene que pedir cuentas detalladas de hasta el último céntimo que le ha facilitado al gobierno de Ayuso con el fondo covid, para ver en qué y cómo lo ha gastado. Y tiene la obligación de analizar todas las tropelías que se han cometido contra la salud de los madrileños.

Y los madrileños, además de la gran movilización del 13 de noviembre, tienen que mantenerse ojo avizor, y no dejarse engañar con las patrañas que a partir de mañana van a continuar lanzando desde la Asamblea de Madrid y desde sus medios afines y bien retribuidos. El ¡basta! de hoy tiene que ser un ¡¡basta!! repetido como un eco interminable que alcance hasta las urnas de mayo. Madrid, por mucho funcionario satisfecho, por mucho militar y exmilitar bien retribuido, por mucho señorito de barrio bien que albergue, o por mucha clase media subjetivamente “venida a más”, ha de movilizarse desde los barrios, desde las fábricas, desde las oficinas, y desde la honrada dignidad, para impedir que siga siendo un patio de monipodio.

Madrid, que tantas veces estuvo a la cabeza de nuestra democracia, tiene que continuar cantando, como hoy, con José Antonio Labordeta, el himno de esa “Tierra que ponga Libertad”. @mundiario

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