Los líderes políticos que se guíen por los valores europeos son ahora más urgentes que nunca

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Torrejón de Ardoz. / Pool Moncloa / Fernando Calvo
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Torrejón de Ardoz. / Pool Moncloa / Fernando Calvo
El fanatismo nacionalista de Putin que ha llevado a la invasión de Ucrania está obligando a los miembros de la Unión Europea a repensar el día a día político, económico y social.
Los líderes políticos que se guíen por los valores europeos son ahora más urgentes que nunca

Mi lección del verano es que en tiempos de crisis e incertidumbres, líderes políticos que se guíen en su gestión por los valores europeos son más urgentes que nunca.

El fanatismo nacionalista de Putin que ha llevado a la invasión de Ucrania está obligando a los miembros de la Unión Europea a repensar el día a día político, económico y social y a buscar al mismo tiempo una respuesta urgente al resurgir, según Juan Luis Cebrián, “de los nacionalismos, los egoísmos y los intereses particulares y un sufrimiento acrecido de las poblaciones que impulsa el apoyo a soluciones autoritarias y de ultraderecha”.

Hay dos tareas de titanes que serán decisivas para el futuro de nuestros pilares básicos desde la II Guerra Mundial: la democracia, el Estado de derecho y bienestar, la economía social de mercado, la libertad individual, la seguridad colectiva y la solidaridad ciudadana.

Los gobiernos de turno están ante un reto descomunal de liderazgo. La oposición, los medios de comunicación y la sociedad en general también. Porque las decisiones a tomar no son entre blanco y negro, sino entre tonos grises. Necesitan de compromisos ideológicos, de amplios acuerdos, de excelente comunicación… y de la priorización del sentido común.

Noruega, Alemania y Europa

Tres ejemplos del verano que me llevan a esta reflexión:

El primero, Noruega. Un país admirado en todo el mundo por su compromiso con el medio ambiente. Con un sistema político, económico y social equilibrado y una visión fiscal a largo plazo admirada: en vez de gastarse los impuestos derivados de la producción de gas en más bienestar social, los invierte en una hucha para tiempos en los cuales sus yacimientos estén agotados.

Ahora, en plena demanda por su gas y con los precios por las nubes, sus ingresos fiscales se han disparado. Ya se oyen las primeras críticas que le echan en cara al gobierno noruego que priorice en esta situación de emergencia su solidaridad con los demás países europeos, en necesidad de más gas para sobrevivir el invierno, a sabiendas de los efectos negativos para el medio ambiente de una sobreproducción a corto plazo. 

El segundo, Alemania. El verde Robert Habeck era hasta hace poco el líder mejor valorado en el gobierno Scholz, por su forma de comunicar directa y diferenciada. Se tomaba el tiempo para explicar las razones por las cuales como ministro de Economía y Medio Ambiente se decantaba por ciertas decisiones. A pesar de que en la oposición había argumentado en su contra.

Cuando Putin empezó a cerrar el grifo del gas hacia Alemania, visitó a los autarcas de los Emiratos Árabes para negociar nuevos acuerdos; cuando Putin redujo a la mitad los flujos de gas ruso, tomó la decisión de permitir por más tiempo la utilización de carbón como combustible para las centrales eléctricas; y cuando Putin cortó totalmente el suministro de gas, decidió postergar el cierre de dos plantas nucleares previstas para el fin de año, manteniéndolas en reserva, por si fuera necesario reengancharlas a la red eléctrica. Ya lo del carbón no le gustó nada a las bases de su partido, pero lo de las plantas nucleares ha llevado a protestas masivas delante de su ministerio, acusando a Habeck de romper con un tabú. 

Y el tercero, la lucha de Europa contra la inflación. Lo vivimos cada día en España: que si convenios colectivos con cláusulas de revisión salarial, que si un pacto de rentas como el que promueve el Gobernador del Banco de España, que si reducción de impuestos o aumento de las subvenciones a los más necesitados, que si intervención en los mercados y tope en los precios, que si el incremento de los gastos hipotecarios conlleva el riesgo de que los desahucios se disparen, que si la espiral inflacionista desembocará en una recisión…

Los gobiernos europeos se encuentran ante la encrucijada de tener que tomar decisiones impopulares, sin garantía de éxito. Con el riesgo de que sus ciudadanos se enfaden todavía más y en las próximas elecciones voten a los partidos de extrema derecha con propuestas populistas, simplistas e irrealistas. Como en las últimas en Suecia. O en las próximas en Italia.

Charles Michel. / Politico Europe
Charles Michel. / Politico Europe

La posición de Michel  

En una reciente entrevista con medios europeos, entre ellos El País, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, lo tenía claro: “El problema de los precios es enorme”. Reconociendo el riesgo que el encarecimiento de la energía “volverá a poner a prueba la unidad de los Veintisiete”, defiende su convicción que la UE solo se salvará si sigue unida y buscando soluciones conjuntas.

– Pregunta: ¿Le preocupa que el apoyo a Ucrania desaparezca a medida que los votantes se enfrenten a aumentos de las facturas de energía y el coste de vida? 

– Respuesta: “Todos los desafíos están interrelacionados. Es muy importante no olvidar que para nuestros ciudadanos y empresas la subida del precio de gas y de la electricidad es una catástrofe. Debemos invertir en la transformación de nuestro modelo económico, la agenda verde. Tenemos algunos Estados miembros con un alto nivel de deuda y necesitamos das la señal de que nuestra política fiscal es sólida. Y al mismo tiempo, las consecuencias para los ciudadanos son importantísimas, porque si no somos capaces de apoyarles, se corre el riesgo de que perdamos su confianza. Y esto es un problema para las instituciones que representamos.” 

– P.: ¿Hay grietas en la unidad de la UE sobre las sanciones a Rusia, con miembros con posturas más blandas, como Hungría, que ha firmado incluso un nuevo contrato de suministro de gas? 

– R.: “La unidad nunca es espontánea. En los últimos seis meses pudimos llegas a acuerdos en cada paquete de sanciones. En los Consejos Europeos de marzo, mayo y junio estuvimos sistemáticamente unidos. No significa que no tengamos diferentes opiniones, pero en el centro de nuestra estrategia hacia Ucrania pudimos estar unidos”. 

– P.: ¿Y la ciudadanía europea? 

– R.: “Necesitamos explicar a la opinión pública que Rusia está atacando al pueblo y al territorio ucranio, pero también están los principios fundamentales… Durante mucho tiempo, antes de la guerra en Ucrania, Rusia ha tratado sistemáticamente de sembrar discordia y de socavar la unidad europea. Estamos acostumbrados. Pero el proyecto europeo se basa en una serie de valores que han estado en el núcleo del éxito de la UE. No podemos tolerar que un país, Rusia, miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, decida lanzar en la primera noche de la guerra 1.600 misiles sobre Ucrania. Si permitimos que esto suceda, otros países no serán inmunes a la misma brutalidad.”

¡Michel dixit! @mundiario

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