Isabel II e Isabel

El fallecimiento de la reina Isabel II en el castillo de Balmoral, nos lleva a evocar aquello de “la reina ha muerto, viva el rey”, porque inmediatamente el príncipe Carlos es nombrado rey con independencia del día designado para su coronación.

La impronta heredada por el rey Carlos III, como sucesor de la corona británica, es una carga de responsabilidad muy difícil de igualar o siquiera de aproximarse a lo que ha significado la función regente de su madre, por la mayoritaria aceptación de la monarquía que el viejo país de los anglosajones ha demostrado, después de setenta años de reinado de Isabel II.

Es evidente, que el nuevo rey debe quedarse con las enseñanzas de su progenitora en cuanto a no sobrepasar sus poderes fuera de lo meramente simbólico y ceremonial; al mismo tiempo que debe preservar una absoluta neutralidad política.

Eso no impide, en modo alguno, que ponga su sello particular durante el tiempo que dure su reinado, siempre cuando sus decisiones se dirijan a modernizar y actualizar la monarquía, acercándose más a los valores que el pueblo reclama. Su ejercicio como monarca debe ser un ejemplo de honestidad, ética y de una vida cotidiana considerada normal y asumible por la ciudadanía del Reino Unido.

Para los que nos sentimos republicanos, siempre es complicado referirnos a la monarquía en términos de continuidad, cuando nos parece una institución obsoleta y que no entra dentro de nuestros esquemas, porque no se somete a un sistema de elección por el pueblo soberano y por tanto es producto exclusivo de la herencia.

FUNCIONES IMPROPIAS

De las reacciones que se han dado en España, por la muerte de la reina, hay una que de nuevo chirría y que está fuera de lugar, en base a la Constitución española y al Estatuto de Autonomía de Madrid, por razones competenciales y de sentido común, como es la declaración unilateral de tres días de luto oficial, con todas las banderas de los edificios de la Administración autonómica ondeando a media asta, por el deceso de la reina de Inglaterra.

Isabel Díaz Ayuso vuelve a salirse de lo que son sus funciones, en un afán por desligar a Madrid de lo que se decide en España. A la vista de sus actitudes, cabe preguntarse: ¿Quiere la presidenta de la Comunidad de Madrid ser colonia británica? ¿Desea formar parte de la Commonwealth? ¿Tiene pretensiones secesionistas respecto del Estado español? ¿Desea proyectar que ella es el futuro en el PP y no Feijóo?...Cada día que pasa se aprecia con más nitidez una posición subalterna del actual presidente del PP respecto de la baronesa madrileña. Se percibe claramente en los populares una ausencia de proyecto para España, navegan sin rumbo e incumplen reiteradamente lo dispuesto por la Carta Magna y otras normas de convivencia. @mundiario