Hristo se queda sin Arca de Noé

Arca de Noé. / RR SS.
Arca de Noé. / RR SS.

Un búlgaro llegado a España en busca de un futuro mejor se topa con otro país pancomunista que lo arregla todo con el feminismo líquido.

 

Hristo se queda sin Arca de Noé

Estos días de resaca no se habla de otra cosa que del Día de la Mujer y del feminismo. Yo quiero acordarme de un personaje al que llamo Hristo. Es búlgaro, nacido en Varna,  la Barna española. Llegó a España sin papa del español tras tragar  mucho polvo por la ruta de la piedra pómez europea en busca de un futuro mejor.

Para él y la familia que había dejado atrás: mujer e hijos. Como migrante no tenía derecho alguno, ni siquiera a dormir en un banco, por mucho que saquen el pecho las femipijas de este país en el banco azul que vinieron a dar la vuelta la tortilla, pero sin sartén.

Hristo probó de todo para llevarse un trozo de pan a la boca,  sufriendo lo indecible mientras la brisa de Varna, la barna búlgara, sólo existía en el mapa del tiempo, no en la realidad del ultra-feminismo machirulo de este país. Despierto y con ansias de superación en un país aprendiz perpetuo del heteropatriarcado capitalista, no el suyo sino el nuestro, donde si ya era difícil hacerse entender, aún más con la complicación de la inclusión en el lenguaje y esas bobadas léxicas del antojo menstrual.

Huyó de la corrupción y el abuso de poder postcomunista. Pero no sabía que llegaba a otro que tampoco lo combate, y hasta lo alimenta con el puño en alto. Le hicieron toda clase de putadas, promesas sin cumplir, estafas de sueldo sin pagar tras deslomarse hasta ponerse el sol. Vamos como a muchos de los españoles de hoy.

Pero tanta desolación nunca tenía consuelo en la vida política, porque estos están para otras cosas: tragar dogmas transgresores, inventar palabros, resucitar a Franco, asaltar los cielos, exigir la Fe de Vida a los que viven,  idear una treintena de nuevas identidades de género o proclamar por decreto leyes sin utilidad pública para facilitar la vida de personas, como Hristo.

Como él, muchos sabemos de la desgracia de la violencia de género -aún siendo más baja que en Escandinavia- pero sobreactuar como si tanta ineptitud arreglara nuestros problemas diarios exigiría demandarles un certificado de buena conducta cada seis meses. Hristo llegó a España hace ya años con los problemas de la policrisis, la corrupción, las reformas procrastinadas, y se asombra hoy, como otra mucha gente de a pie,  del machismo de unos y el feminismo de otras dedicadas a sus Sin Labores (SL), de la inestabilidad de la democracia, de la falta de acudir al origen de los problemas estructurales  y  de los continuos ataques al estado de derecho que se toleran para interés personal y no del país, todo ello más propio de su Bulgaria natal que de la cuarta economía euro.

Lo curioso es que mi búlgaro, con fuerza de voluntad de acero y yo estamos en la misma línea de salida, aunque la arrogancia de unos oculte el paro histórico, la pobreza, la falta de vivienda, el endeudamiento, la precariedad y llegar a fin de mes de las familias, por no hablar de la extinción del planeta, mientras homenajean, por decir algo,  a Stalin (el mismo que sufrió la familia de Hristo en el comunismo), sacan el puño en alto en la propaganda institucional, llaman fascista a todo quisqui y despilfarran miserablemente el dinero público “porque no es de nadie”.

Al igual que el Arca de Noé erigido en la localidad noruega de Svalbard donde se conserva el mayor banco de semillas del mundo, aquí en España, donde reside Hristo, nos están cavando nuestro propio bunker bajo tierra a prueba de bombas a base de tiros dialécticos y encubriendo las miserias, de unos y otros, mientras se lo llevan crudo y nos recuerdan el “tú más”.

No sé si Hristo celebró el Día de la Mujer, pero a otros como a mí se nos pone mal cuerpo pensar que más de uno se ha quedado sin Fe de vida ni plaza en el Arca de Noé porque no interesa acordarse del diluvio universal ni afrontar la España sin desagravios, con honestidad y arrojo, como hacen miles de currantes líquidos antes de asomar el sol pangénero a diario. @mundiario



 

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