Éxito nacionalista a cuenta de los Presupuestos

Diputados aplauden en el Congreso. / RR SS.
Diputados aplauden en el Congreso. / RR SS.

El mercadeo de votos habitual en el Parlamento ha alcanzado el virtuosismo de la mano de los nacionalistas y la necesidad del Gobierno.

Éxito nacionalista a cuenta de los Presupuestos

Bildu presta votos para aprobar la Ley de Presupuestos a cambio de sustituir a la Guardia Civil de Tráfico en Navarra por la policía autonómica. ERC lo hace a cambio de eliminar el delito penal por el que fueron condenados los dirigentes que impulsaron la sedición catalana en 2017. Unidas Podemos apoya los Presupuestos, incluido el gasto récord de Defensa para incrementar la capacidad armamentística, a cambio de manos libres en sus proyectos legislativos sobre la familia o los animales que, en la estela de la reciente Ley contra los delitos sexuales, carecen de informes previos e introducen todo tipo de ocurrencias de incierto recorrido legal. El PNV vota a cambio de traspasos competenciales y financiación varia. El BNG es irrelevante en Madrid, nada recibe y en consecuencia se abstiene.

De esa forma se fragua una alianza de una docena de partidos para defender el proyecto del Gobierno. La misma alianza que desde hace tres años sostiene al Ejecutivo, basada en tres corrientes: la mayoritaria socialista, la que representan Unidas Podemos y fuerzas similares que totalizan 35 escaños y los grupos nacionalistas que suman 30 escaños. Por la estrategia interna de Cataluña, los representantes de JxC y CUP, seis escaños entre ambos, votan en contra.

Subrayemos que Bildu no gobierna en Navarra, donde lo hace el PSOE. También que la cesión citada fue demandada en su momento por el PNV que tampoco gobierna la Comunidad Foral. Pero Bildu está a once mil votos y tres escaños de los socialistas en Navarra y es ya la segunda fuerza en el País Vasco, siendo factible que en el futuro en una u otra Comunidad ambos partidos formen Gobierno. Que Bildu sea el partido heredero de Batasuna y como tal no haya condenado el terrorismo, ni renunciado a los homenajes sistemáticos a sus ejecutores, ha dejado de ser obstáculo moral para los acuerdos políticos.

En su conjunto el nacionalismo está obteniendo los máximos réditos de su apoyo al Gobierno sin desgaste alguno. No tienen que ofrecer las alambicadas explicaciones de los Ministros para justificar lo que antes se censuraba. Al contrario, cada concesión nueva sirve para anunciar las próximas demandas. Por otra parte, los Presupuestos son expansivos y anuncian una nueva oleada de ayudas sociales de todo tipo. Poca duda hay de que tras las elecciones se producirá un recorte inevitable para cuadrar ingresos y gastos cuando Bruselas lo ordene.

¿España va bien?

Lo cual introduce la pregunta crucial: ¿España va bien? ¿Es sostenible el actual nivel de gasto público y de Deuda? Para la mayoría de Gobierno la respuesta obviamente es afirmativa y los datos macroeconómicos parecen confirmarlo. Para la oposición estamos en el peor camino. Lo cierto es que los datos de la microeconomía enfrían el optimismo. No solo la rigidez del paro, estabilizado en nada menos que tres millones de personas, una tasa que duplica la media europea, sino porque los datos de empleo ofrecen claroscuros. Los últimos datos indican que tras la crisis de la pandemia y la reforma laboral, el empleo real no ha recuperado el nivel de 2019, computado en horas de trabajo y puestos a jornada completa o equivalentes. Se ha producido un aumento muy notable de los contratos indefinidos pero principalmente a tiempo parcial.

Los salarios reales están creciendo a menos de la mitad de la actual inflación. El sector de la alimentación informa de cambios en la pauta de consumo. La distancia entre los salarios mayoritarios y los de puestos directivos nunca ha sido mayor. Estos días las empleadas de tiendas de la mayor multinacional de moda están en huelga para reclamar incrementos sobre sus salarios mileuristas. La empresa se resiste a pesar de haber logrado un beneficio neto de 1800 millones de euros en el primer semestre. La situación es similar en otras empresas del sector como lo es en la hostelería o en la gran distribución (hipermercados y supermercados). Sectores todos ellos intensivos en mano de obra de baja cualificación, fácilmente sustituible. Son cerca de cuatro millones de personas que no compartirán la visión optimista del futuro. Para ellas la batería de ayudas sociales puede paliar temporalmente sus necesidades pero no ofrecer una solución de futuro frente a la incertidumbre.

En el reciente debate de los Presupuestos ha habido mucho ruido, provocaciones incluidas, pero pocas certidumbres para dichas personas. Estar parado o tener salarios mileuristas no es la condición deseada por ninguno de los afectados, pero la presencia de ambos colectivos en el debate público tiende a cero. Y no son los únicos excluidos del festín presupuestario. @mundiario

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