Los "dejá vu" de Feijóo

Alberto Núñez Feijóo, líder del PP. / PP
Alberto Núñez Feijóo. / PP
El contexto económico es crítico, con una inflación desbocada, con tipos de interés al alza, cada vez menos dinero en circulación y negras perspectivas laborales.
Los "dejá vu" de Feijóo

Para Feijóo tiene que ser como un "dejá vu". El líder del PP vivió en Galicia una experiencia similar a la que está observando en Madrid. Una parte de su trabajo de oposición se lo hace el gobierno, con los dos socios disputándose el protagonismo, aireando sus diferencias y desgastándose en el empeño de ser fieles a sus programas y a sus respectivos electorados. La situación que se vive en el entorno de Moncloa se parece bastante a la imagen de jaula de grillos que en el último tramo de su mandato ofrecía el bipartito de Touriño y Quintana. Aquel espectáculo políticamente nada constructivo fue el detonante -aunque no la causa principal- de su inesperada derrota. Socialistas y nacionalistas le hicieron a Don Alberto buena parte de su trabajo al enfrentarse entre ellos lavando en público los unos los trapos sucios de los otros y segándose recíprocamente la hierba bajo de los piés. 

El de Sánchez sí que es un auténtico bigobierno, pensará Feijóo, más que aquel de PSOE y BNG en la Xunta. Hay un presidente muy personalista pastoreando como puede los dos rebaños, que se las ve y se las desea para que las exacerbadas diferencias de criterio y hasta de enfoque político no acaben provocando un desgarro interno irreparable que obligaría a adelantar las elecciones con el consiguiente castigo electoral para las dos partes. Porque lo que todos saben es que las desavenencias entre coaligados se pagan, y muy caras, en las urnas. El electorado no perdona. Los votantes menos fidelizados castigan, con la abstención o cambiando de papeleta, lo que entienden por un desgobierno o un sindiós, que es lo más parecido a lo que en este trance está padeciendo España.

Aunque sólo lo percibieran los observadores más conspicuos, la coalición del Pesdegá y el Benegá acabó en una especie de tripartito, cuando Touriño hizo piña con "sus" conselleiros, más o menos independientes, y se distanció de los que estaban vinculados al aparato del partido. Otro tanto, pero mucho más notorio, parece estar pasando ahora en el Gobierno de España. En este caso es el socio minoritario, Unidas-Podemos, el que anda metido en "liortas" intestinas. La vicepresidenta Yolanda Díaz busca su propio acomodo y marca territorio -con el único y tímido apoyo por pasiva de Alberto Garzón-, mientras el resto de los podemitas arropan a Irene Montero, velando por que la marca morada no desaparezca justo después de hacer alcanzado el cielo del poder.

En 2009 a Feijóo la gran crisis también le echó en Galicia una buena mano. Entonces los ciudadanos gallegos, muchos con el agua al cuello, le propinaron una patada a Zapatero en el trasero de Touriño (y de rebote en el de Quintana). El PP rentabilizó el malestar social obteniendo un respaldo electoral mayoritario que, se supone que ya por sus propios méritos, mantiene a día de hoy. Algo así puede ocurrir ahora en el ámbito nacional. Otro "dejá vu". El contexto económico es crítico, con una inflación desbocada, con tipos de interés al alza, cada vez menos dinero en circulación y negras perspectivas laborales. Eso desgasta al gobierno más pintado por muchas medidas sociales que implemente. Y si encima transmite una imagen de debilidad por las constantes trifulcas internas y lo inconsistente de sus alianzas, peor que peor. Todo eso son puntos a favor de los populares. De don Alberto, o de quien estuviera en su lugar. @mundiario

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