A Daniel Ortega le persigue su pasado

Foto Daniel Ortega y Oscar René Vargas. / Autor.
Foto Daniel Ortega y Oscar René Vargas. / Autor.

Oscar René Vargas, reconocido sociólogo y analista nicaragüense, ha sido apresado en Nicaragua. No es el primer sandinista histórico perseguido por Ortega.

A Daniel Ortega le persigue su pasado

Una vez más la represión del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, y de su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, se ha dirigido hacia antiguos compañeros sandinistas. En esta ocasión han apresado a Oscar René Vargas, un reconocido economista, sociólogo, historiador y analista nicaragüense, y uno de los primeros militantes con los que contó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en los años sesenta.

Oscar René, siguiendo la tónica habitual que tanto gusta a la pareja presidencial, fue detenido el pasado martes 22 de noviembre por un regimiento de policías que allanó la casa de una de sus hermanas, de delicado estado de salud, en el Barrio de Bolonia de Managua, mientras él la visitaba. Oscar René tiene 76 años, lleva un marcapasos y necesita medicación.

La relación de Oscar René con Daniel Ortega se remonta a más de cincuenta y cinco años atrás, cuando sólo un puñado de personas pertenecían al FSLN.

En una ocasión, Oscar René salvó la vida de Ortega. Sucedió cuando aquel movimiento político decidió ejecutar al sargento somocista Gonzalo Lacayo, apodado El Cabezón, torturador de presos políticos. Por sus manos habían pasado Pedro Joaquín Chamorro, el famoso periodista asesinado después por Somoza, el propio Daniel Ortega y decenas de opositores más. En el operativo contra El Cabezón, en 1967, participó Ortega.

Después de la muerte del sargento Lacayo se desató una represión brutal. A las pocas semanas, la Guardia somocista capturó a cuatro militantes del FSLN en el Barrio Monseñor Lezcano y los ejecutó a balazos en las orillas del Lago de Managua. Entre ellos sólo se encontraba uno de los implicados. Mientras tanto, Daniel Ortega se escondía en otra casa del mismo barrio. Los registros de la Guardia proseguían imparables así que, poco antes de que allanasen el domicilio en el que se encontraba Ortega, Oscar René y su hermano Gustavo Adolfo Vargas lo rescataron en un auto y lo llevaron a otro lugar, salvándole de una muerte segura.

Los dos hermanos Vargas acabaron en el exilio pues, bajo el régimen de Somoza, sus vidas corrían serio peligro. Se establecieron en Suiza, donde terminaron sus estudios universitarios y donde, después de la revolución, Gustavo Adolfo sería nombrado embajador de Nicaragua ante las organizaciones de Naciones Unidas en Ginebra. Oscar René regresó a Managua y en la actualidad, con 36 libros publicados y cientos de artículos, es uno de los intelectuales y analistas políticos nicaragüenses más reconocidos.

Cuando Daniel Ortega se convierte en un dictador, sobre todo a raíz de la represión que desató contra la revuelta de estudiantes y campesinos en abril de 2018 y que costó la vida de más de trescientas personas, Oscar René Vargas se convierte en un firme opositor. Escribe entonces en contra del régimen y, como muchos otros antiguos compañeros sandinistas, comienza a ser perseguido. Hasta el punto en que decide exiliarse en Costa Rica. Había tenido ya serias divergencias con el Gobierno: en 2007, cuando comenzaba el segundo período presidencial de Ortega, Oscar René fue nombrado embajador en París. Contó de inmediato con el plácet del Gobierno francés, pero tuvo el valor de criticar alguna decisión de Rosario Murillo y su nombramiento se canceló.

Oscar René eligió su libertad de pensamiento y expresión y prefirió no cambiar sus posiciones éticas por aquella “jaula de oro”.

Daniel Ortega y, detrás, Oscar René Vargas.
Daniel Ortega y, detrás, Oscar René Vargas.

En la foto que acompaña este texto aparece Daniel Ortega el día en que anunció su aceptación del resultado electoral en las elecciones que ganó Violeta Barrios de Chamorro en 1990 y que le costarían a él la Presidencia de la República. Entre quienes le acompañan está Oscar René Vargas, de pie, justo detrás de Ortega, con una camisa blanca y celeste de rayas; también aparece, a la izquierda de Ortega, el escritor Sergio Ramírez, quien había sido vicepresidente del Gobierno y quien en la actualidad está exiliado en España; y aparece Víctor Hugo Tinoco, a la derecha y un poco detrás de Vargas, entonces vicecanciller y actualmente preso político, quién después de muchas denuncias y gestiones, cumple su condena bajo arresto domiciliario.

Oscar René se suma así al nutrido grupo de sandinistas históricos perseguidos por Daniel Ortega y Rosario Murillo, como Sergio y como Tinoco, y también como Dora María Téllez, comandante sandinista encerrada en la cárcel del Chipote, la escritora Gioconda Belli, también en el exilio, los hermanos Mejía Godoy, exiliados también, el comandante Hugo Torres, quien murió en prisión el pasado año por desatención médica, el comandante de la revolución Luis Carrión, en el exilio también, y tantos otros.

Son militantes históricos del FSLN que mantuvieron sus principios éticos y que deben recordar a Ortega que hubo un día en que luchó contra la tiranía de Somoza para construir un país libre y con justicia social, y que le deben recordar también que, en lugar de elegir un camino que permitiera avances en la construcción de una sociedad más justa en Nicaragua, optó por convertirse en un dictador corrupto. Un recuerdo que debe ser insoportable y que le hace perseguir con especial saña a sus antiguos camaradas. No se librará de ellos aunque los tenga bajo siete llaves o en el exilio; son sus fantasmas y se le aparecerán siempre, mientras viva.

Lo urgente ahora es garantizar la vida y la salud de Oscar René. Hay que acompañar a la familia en la exigencia de que se le permita recibir visitas en la cárcel del Chipote, y en que se respete su integridad física y psíquica. Oscar René debe contar también con los medicamentos que precisa y con la atención médica adecuada. Y hay que exigir también que, al tener más de 70 años, pueda cumplir la condena que le impongan en su domicilio. “Casa por cárcel”, de acuerdo al Código Penal vigente en Nicaragua. Circulan ya cartas con un número creciente de firmas con estas peticiones.

Y si lo anterior es lo muy urgente, lo importante, por supuesto, es que sea liberado junto a las y los demás presos políticos de la dictadura. @mundiario

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