La cultura y, en especial, el libro constituyen un puente para conectar naciones

Feria del Libro en Fráncfort. / Guía de Alemania
Feria del Libro en Fráncfort. / Guía de Alemania
Hasta entre dos países amigos como Alemania y España hay tópicos y caricaturas del otro difíciles de erradicar. Son necesarios más encuentros y colaboraciones en temas de arte, ciencia y literatura.
La cultura y, en especial, el libro constituyen un puente para conectar naciones

Este otoño, la Feria del Libro de Fráncfort tuvo como país invitado a España. Asistieron autores tan renombrados como Rosa Montero, Antonio Muñoz Molina, Irene Vallejo, Arturo Pérez-Reverte, Sara Mesa o Fernando Aramburu. En su inauguración, tanto el rey de España Felipe VI como el presidente de la República Federal de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, subrayaron la importancia de la cultura como puente entre países y el libro como estímulo del alma. Rosa Montero definió leer en una de sus columnas en El País Semanal como “fusionarte con otra persona: quien tenga un libro a mano jamás estará solo. Pero además el lector completa la novela que lee, reescribe su texto junto con el autor”.

La cultura sirve también para eliminar estereotipos. En otra columna reciente, Rosa Montero cuenta como durante su estancia en Fráncfort salió entrevistada en una de las cadenas públicas de Alemania, que la introdujo con las palabras “´España es sol, grandes edificios, historia y tradición. Y es también uno de los países más pobres de Europa, acosado por el desempleo´. Mientras decía esto, se veían imágenes de un comercio tapiado con tablones llenos de pintadas… y, cómo no, de un hombre tirado en el suelo recubierto de harapos… Ese resumen me pareció tan tópico y tan falso que me repugnó”. A la autora de El peligro de estar cuerda la entiendo perfectamente.

Y me recuerda cómo nos conocimos los dos. Corría el año 1982, España era sede del Mundial de Fútbol y yo redactor jefe de la revista Stern. Como lector asiduo de El País desde mi época de corresponsal del semanario Die Zeit en Madrid durante un quinquenio en los 70, me impresionaban la pluma y las entrevistas de Rosa Montero. Así que le pedí que escribiera el artículo de apertura de un suplemento dedicado al Mundial. El texto sobre la nueva mujer española, el gran avance en sus derecho y libertades, así como su contribución a la Transición, fue excelente. No obstante, el jefe internacional lo editó de tal manera que puso el párrafo final al principio. Me pidió que le explicara a ella el cambio, porque no hablaba español.

Ella me contestó asombrada, diciendo que no estaba acostumbrada a que le editaran sus textos, pero que, si tenía que ser, pues adelante. Cuando se publicó el suplemento, fue ella la que me llamó enfadadísima, criticando las fotos que habían sido seleccionadas por el director de arte, ya que representaban más bien tópicos, pero no lo que en ese momento era la nueva España. Recuerdo que, por ejemplo, había una foto con los Bomberos Toreros. Aunque ella tenía razón, hice el esfuerzo de defender lo indefendible, en vez de solo expresar mis excusas.

La Feria del Libro en Fráncfort, de gran ayuda

Que hace 40 años como hoy los medios de comunicación alemanes sigan caracterizando a España con tópicos y caricaturas (¡y los españoles a Alemania muchas veces también!), demuestra que hay todavía mucho trabajo por delante.

Encuentros como el de la Feria del Libro en Fráncfort son una gran ayuda. El trabajo de los institutos culturales Cervantes por parte española y Goethe por parte alemana también. Por supuesto, las crónicas de los corresponsales de ambos países juegan un papel importante, igual que los intercambios de estudiantes a través de las becas Erasmus, los esfuerzos de las editoriales alemanas y españolas en publicar libros destacados del otro país o, en el plano más general, las propuestas de los dos gobiernos de intensificar las relaciones que les unen a todos los niveles, pero en especial en arte y ciencia. Recortar presupuestos de las instituciones que las fomentan me parece un grave error.

Porque cada paso atrás en reconocer y defender la importancia de la cultura es una oportunidad perdida. El peligro que se esconde por ejemplo detrás de los actuales ataques a cuadros en museos, en nombre de una supuesta defensa de nuestro planeta, llevó a Antonio Muñoz Molina a escribir en El País: “La tontería humana es inacabable, y más en una época en la que sus ocurrencias pueden alcanzar una celebridad universal instantánea. Pero detrás de esta epidemia de payasadas vandálicas contra la pintura en los museos actúa la inmemorial hostilidad puritana hacia las imágenes mezclada con una simpleza ideológica muy de ahora mismo, que no concede al arte y a la literatura otra legitimidad que la de la propaganda, y que aspira a una completa depuración redentora y policial del pasado, queriendo eliminar de él todo lo que no concuerde con las directrices oficiales del presente. La tradición literaria y las colecciones históricas de los museos se han convertido en abominables repertorios de sexismo, de misoginia, de homofobia, de colonialismo, de racismo”.

Feria Internacional del Libro de Guadalajara. / Fil 2022
Feria Internacional del Libro de Guadalajara. / Fil 2022

Llega la Feria del Libro de Guadalajara

Sin cultura, nuestras vidas serían mucho más banales, menos interesantes, más oscuras, menos vivibles, más insustanciales, menos intercambiables. Europa sería más pobre intelectualmente, menos atractiva como modelo de sociedad, más desunida política-, económica- y socialmente. El fundamento de nuestros valores sería más débil, por falta de los impulsos que proporcionan los debates en el cine, el arte o la literatura. Un buen ejemplo de lo último es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se celebra estos días en México.  Su programa parece querer demostrar que la profecía del Nobel peruano Mario Vargas Llosa lanzada en 2017 – “A los escritores jóvenes no les interesa la política. Se ocupan de la literatura como un campo que no debe mezclarse con la política. Yo no lo comparto. Nosotros tenemos la obligación moral de participar en el debate público” – está a punto de incumplirse. David Marcial Pérez describe en el suplemento Babelia del 28 de noviembre el debate público que se prevé en la ciudad mexicana, a la luz del auge del feminismo, la crisis climática o la cuestión racial y colonial. Esperemos que tenga lugar en un clima de respeto, tolerancia y búsqueda de consensos. 

Esperemos también que Guadalajara rinda homenaje a Hans Magnus Enzensberger, que acaba de fallecer a los 93 años. La ministra de Cultura alemana, Claudia Roth, caracterizó al intelectual alemán como alguien que con “sus versos y reflexiones críticas acompañó a la historia de la República Federal de Alemania, cuya fundación sobre los escombros de un país devastado presenció a los 20 años”. Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2002, editor de las revistas literarias Kursbuch y Transatlantik, fue autor entre otros del ensayo Europa, Europa, una radiografía sociológica de siete países europeos, entre ellos España. Además dedicó una biografía al guerrillero de la Guerra Civil Buenaventura Durruti y analizó en su libro El perdedor radical los atentados terroristas de Madrid en 2004. Pasó largas estancias en Cuba y México, también en Italia y los Estados Unidos de América, hasta establecer su residencia definitiva en Múnich. 

Un humanista como la copa de un pino, cuyas reflexiones a veces radicales, a veces exageradas, pero siempre interesantes, echaré en falta en el futuro. ¡Por suerte quedan sus libros! @mundiario

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