Cuando la política impone la desmemoria como ideología del recuerdo

Miguel Ángel Blanco. / RR SS
Miguel Ángel Blanco. / RR SS

No es decente establecer los parámetros del recuerdo colectivo a través de la desmemoria interesada y partidista con la que el Gobierno quiere imponer su doctrina.

Cuando la política impone la desmemoria como ideología del recuerdo

Cuando se cumplen 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco, el presidente Sánchez parece empeñado en reabrir una herida todavía no cicatrizada del todo y añadirle bien de sal con el escozor inevitable que supone para los demócratas su acuerdo con la formación Bildu.

No parece muy aconsejable que quienes colaboraron estrechamente en ser el objeto de esta investigación sean los que se investiguen a ellos mismos. Es como dejar en manos del zorro el diseño del plan de seguridad de las gallinas. Algo incomprensible excepto para Sánchez.

Esta nueva provocación al sentido común y a la tolerancia del intelecto viene determinada por ser la bomba de humo que enmascare, al menos durante un tiempo, la tragedia económica que sufre nuestro país, con una inflación que supera 10%, la luz y la gasolina disparadas y cada vez más avisos desde las élites económicas de que lo peor está por llegar.

Ante esta situación, el inquilino de La Moncloa ha decidido seguir los pasos de su antecesor socialista en la presidencia del Gobierno, Zapatero, y apuntarse a la indecencia de desenterrar rencores entre los españoles cuando pintan bastos, pactando con el diablo, si es preciso.

Leer o escuchar la realidad siempre es un ejercicio sorprendente, a veces incómodo, otras   molesto, pero en estas últimas semanas no puedo evitar la sensación de sentir un olor nauseabundo cuando veo a los antiguos miembros y colaboradores de la banda criminal ETA alardear de su éxito.

Y me sorprende que ningún ministro haya levantado la voz ante la ignominia, abandonando su silla para no tener que compartir mesa con quienes fueron verdugos de sus compañeros Buesa, Juan Mª Jáuregui, Lluch, etcétera. Quizá es que, como le ocurre a Sánchez, no son capaces de escuchar el llanto de las 853 personas vilmente asesinadas que ya no pueden votar. @mundiario

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