Claves del seísmo electoral en Ourense

Gonzalo Jácome. / Iván Olmes Ferreiro
Gonzalo Jácome. / Iván Olmes Ferreiro
La oferta de Partido Popular y PSOE no resultó lo suficientemente atractiva como para disuadir a los potenciales votantes de Jácome,
Claves del seísmo electoral en Ourense

Ninguna encuesta, ni siquiera las que se hicieron a pie de urna el propio día de las elecciones, llegó a detectar la magnitud del movimiento sísmico que se produjo el 28-M en Ourense capital.  El propio Jácome aún no se ha repuesto del shock. Nadie creía que el alcalde más denostado de la historia reciente de la ciudad pudiera obtener una victoria tan nítida como la que le otorgaron con sus votos más de dieciocho mil ourensanos.

Parecía imposible que fuera capaz siquiera mantener el tipo después de publicarse audios tan comprometedores como los que difundió La Región. Lo esperable era que sus apoyos electorales se redujeran al mínimo ante tamaño escándalo, a poco que los votantes concedieran un mínimo de credibilidad a unas grabaciones autentificadas por expertos para quienes no hay duda que la voz que se escucha hablando con descaro y alevosía de mordidas, financiación ilegal y amaños varios es la del líder de Democracia Ourensana.

El de Jácome resultó ser un voto intencionadamente oculto, tal vez por vergonzante. Por eso no lo detectaron los sondeos. Con un planteamiento localista, sin ataduras de partido, el actual alcalde obtuvo un apoyo de lo más transversal, porque proviene de todo el tejido urbano y de las zonas rurales y porque entre quienes confiaron en él abundan sobre todo los jóvenes, aunque hay gente de todas las edades y estratos sociales.

Así las cosas, el resultado de la elecciones municipales en Ourense denota la existencia de una corriente de opinión, un estado de ánimo ciudadano ampliamente extendido, que abomina de la política clásica y de los políticos convencionales, a los que ve incapaces de sacar a la ciudad de As Burgas del pozo y a quienes castiga apostando por una especie de predicador.

Una victoria frente a referentes de épocas pasadas

El bufón capaz de ridiculizarse a sí mismo dio con la tecla a base de anuncios y medidas efectistas, de fiestas callejeras... pero, sobre todo, de repartir bonos de cien euros en vísperas de la fecha electoral (una forma "limpia" de "comprar" votos).

El mensaje ciudadano ha sido claro. La oferta de Partido Popular y PSOE no resultó lo suficientemente atractiva como para disuadir a los potenciales votantes de Jácome, a los que veían atractiva su oferta, de no persistir en el error de darle su respaldo electoral a un candidato populista, antisistema y claramente bajo sospecha de corrupto.

Manuel Cabezas y Paco Rodríguez, dos políticos añosos, referentes de épocas pasadas y que habían tenido problemas con la Justicia, fueron incapaces de encarnar, a derecha e izquierda, una alternativa mínimamente ilusionante a un personaje como Jácome, tan ideológicamente inclasificable como hábil a la hora de manejar las nuevas herramientas de la comunicación política para transmitir, no ideas, ni argumentarios, sino eslóganes en píldora, o simplemente pullas que generan reacciones emocionales o viscerales.

Un político demagogo pero inteligente

Ha quedado claro que Gonzalo Pérez Jácome, demagogo pero inteligente y muy hábil, supo detectar y dar respuesta a la existencia de una enorme bolsa de frustración que se fue acumulando en Ourense a largo de muchísimos años de sometimiento al control de un entramado de poder político y económico, también mediático, perfectamente reconocible, al que Jácome llama casta, pero a la que apoyó y en la que se apoyó para llegar a la alcaldía. Una élite que ha ido a lo suyo, abandonando a su suerte a amplios sectores sociales, a los que privó de oportunidades de progresar por más que se esforzaran, obligándolos a resignarse o marchar de una urbe, la tercera ciudad de Galicia, que se ha quedado estancada, ensimismada y adormecida, exánime.

Muchos de los perdedores de esa frustrante historia se entregaron el 28-M a un outsider rompedor de moldes a quien no le tiemblan las piernas a la hora de desafiar al establishment y ponerse una ciudad por montera. @mundiario

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