Las caricias en las relaciones laborales

Un abrazo entre dos personas. / Unplash
Un abrazo entre dos personas. / Unplash

Se dice que este apretón actúa como una toma de tierra, descargando energía sobrante que nos perjudica al concentrar una carga que podría electrocutar nuestros circuitos emocionales.

Las caricias en las relaciones laborales

Está claro que las personas que forman un equipo de trabajo, con mayor o menor relación, deben llevarse bien. Así, han surgido propuestas afectivas como la de darse abrazos para que nos sintamos mejor.

Se dice que este apretón actúa como una toma de tierra, descargando energía sobrante que nos perjudica al concentrar una carga que podría electrocutar nuestros circuitos emocionales.

Estará de acuerdo conmigo en que esta práctica puede ser malinterpretada por el receptor o la receptora, quien puede entender que dicho abrazo pudiera llevar asociada cierta transgresión y, por lo tanto, proceder a rechazarlo al estilo cobra.

En este caso, el emisor “cariñoso” (o la emisora) se sentirá ninguneado. En la próxima ocasión, abrazará, con más fuerza si cabe, a su segunda víctima, la cual percibirá cierta desesperación kinestésica en el emisor.

A partir de ese momento, se correrá la voz a la velocidad de la luz y lo más normal es que el resto de personas del equipo esquiven o incluso huyan despavoridas ante la presencia de esta máquina abrazadora.

Lo cierto es que debemos dejar los abrazos para las ocasiones y para las relaciones que lo requieran.

Aun así, y abundando en el tema, también debemos contemplar que, con dicha cercanía, los aromas corporales resultado de la sudoración y/o transpiración puedan generar un efecto, tanto positivo como negativo.

LAS LEYES QUE RIGEN LAS CARICIAS

Por ello, estamos obligados a hablar de “higiene” y de “caricias” en las relaciones laborales desde un enfoque, más profesional y menos íntimo. Ya le digo que Herzberg y Bernstein son unas excelentes referencias. Steiner también nos ofrece un marco reactivo al más puro estilo de las 3 leyes del movimiento de Newton.

Sobre la higiene podemos decir que trata de la pulcritud, de la limpieza y de la transparencia entre los individuos. Me refiero a aspectos de matiz emocional que destierran la toxicidad, la manipulación y la oscuridad en las relaciones personales y empresariales.

Hace años, y después de haber cumplimentado check list de ISO 9000 hasta el agotamiento, decidí auditar el clima laboral de las empresas visitando los aseos tanto de la alta dirección como los de los operarios.

Cuanta mayor diferencia, peor clima laboral

Cuanta mayor diferencia, peor clima laboral. De ahí que, en los cuartos de baño menos lujosos y más alejados de las zonas nobles, me encontraba grafitis obscenos y jocosos, además de cerrojos rotos y puertas golpeadas. En cambio, en el “ala Este” de los pisos superiores, el ruidoso aparato seca-manos era sustituido por suaves toallitas de algodón que se dejaban caer en unas coquetas cestas de mimbre. Sobre el olor, evitaré hacer comentarios…

Así mismo, las caricias pueden ser positivas o negativas, pero nunca deben faltar. Su ausencia es la declaración de la inexistencia de un individuo.

Las caricias positivas son las relativas al reconocimiento. Un “Buenos días” ya lo es, al igual que un “Adiós”, aunque es mejor un “Hasta luego”.

En cambio, las caricias negativas son aquellas que nos anticipan que ya no habrá más caricias. A veces, en clave de bofetón físico o colleja emocional. Un suave ejemplo sería un “Déjeme en paz” o un “A usted qué le importa”.

Como decía Bernstein, hay sujetos que prefieren ser ridiculizados antes que obviados.

 

LA CIENCIA DE LA CARICIAS

Las leyes del movimiento, de Newton, son sencillas de entender ya que se refieren a variables físicas de carácter lineal. Pero cuando introducimos en la ecuación valores químicos orgánicos, la fórmula se torna compleja, tridimensional y a menudo, impredecible en sus múltiples resultados. Para aclararlo tengo que presentarle a Eric Kandel.

De él hemos aprendido que el comportamiento es exclusivamente dependiente del modelo sináptico y que dicho modelo es el resultado de la producción y liberación combinada de diferentes neurotransmisores.

Así mismo, una molécula neurotransmisora obtiene una gran diversidad de resultados en relación a tres parámetros: Espacio, Fuerza y Tiempo.

Por un lado, se encuentra su ubicación (Espacio y orden) en dicha fórmula o cadena.

Por otro, su intensidad aportada en la relación con el resto de moléculas (Fuerza) y, por último, su frecuencia de uso o presencia (Tiempo).

Así que, en cuestiones sinápticas, el orden de los factores, sí altera el producto… y mucho.

Le pongo un ejemplo. No es lo mismo que en una cadena neurotransmisora, la norepinefrina se adelante a la serotonina, o bien que la primera aparezca posteriormente.

En el primer caso, aceptaremos retos y luego meditaremos sobre los resultados acontecidos. Mientras, en el segundo caso, la meditación nos llevará a aceptar o a rechazar el reto o desafío. Si lo aceptamos, es que disponemos de un buen caudal de norepinefrina.

La creencia popular es que para disponer de una emoción concreta o para comportarse de cierta manera, la liberación neurotransmisora es posterior, pero esto no es así. Siempre es anticipada.

En el ejemplo que le acabo de exponer, la magnitud de los retos aceptados estará directamente relacionada con la capacidad del sujeto para liberar norepinefrina, pero una vez entrado en el desafío, esta molécula dejará paso a otras. Con este ejemplo, entenderemos mejor el significado del concepto “precursor”.

Así mismo, como las intensidades de los diferentes neurotransmisores son variables, bien podríamos aceptar un reto enorme y después no reflexionar sobre el resultado, o bien pensárnoslo tanto que acto seguido, no aceptemos dicho reto. Lo que vulgarmente se conoce con “Se le ha pasado el arroz” o “Ha perdido el tren”.

Sobre la 1ª norma que nos ofreció Newton, “Los objetos se mantienen como están, quietos o en movimiento, siempre que una fuerza no altere su situación”, podemos decir que en el caso que nos ocupa, estar en reposo posee el significado de “muerte” o no existencia.

Quiero advertirle que siempre hay fuerzas que no vemos venir porque su origen está asociado a una esfera y no a un círculo. Así, nuestros neurotransmisores siempre están trabajando en múltiples direcciones, aunque no seamos conscientes de ello. Cuando estamos descansando, éstos están trabajando a destajo para que tengamos esa placentera sensación.​

Siguiendo con nuestro estimado Newton y a su 2ª ley sobre que “La fuerza ejercida por un objeto es igual a su masa por la aceleración producida sobre dicho objeto “, le diré que las neuronas incrementan su señal a base de elevar la frecuencia y no su potencia. Así, podemos decir que estas células nerviosas tan especiales son más constantes que inquietas, trabajando de forma asociativa y sincronizada.

Aun así, cuando nos referimos a la 3ª ley que nos indica que “Por cada acción hay una reacción igual y de signo opuesto”, le quiero comentar que dicha reactividad no se produce, ya que las características excitatorias e inhibidoras de éstas moléculas no son dependientes de la unidad neurotransmisora, sino de sus interrelaciones dentro del espacio que ocupan en una cadena, la fuerza que emiten y el tiempo que permanecen vigentes.

Por ello, le animo a conocerse un poco mejor y así entenderá porque ese abrazo que le gustaría que durase toda la vida le puede generar falsas expectativas afectivas y ese otro, le cause cierto asco.

¡Oiga! Que el asco es una de las emociones universales que nos describió Paul Ekman… No se enfade conmigo. @mundiario

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