Assange, un sin vivir permanente

Assange, detenido./ El Confidencial
Julián Assange, periodista./ El Confidencial
Estados Unidos no ha parado hasta conseguir su extradición. Aquí pagará todos los crímenes cometidos. ¿Dónde queda la libertad de prensa? 
Assange, un sin vivir permanente

La vida de J. Assange es una de las más accidentadas que se conocen. Habiendo superado la cincuentena, ha vivido sin interrupción en todos los lugares posibles con el único objetivo de sobrevivir para poder cumplir sus objetivos más ambiciosos. A veces las cosas se complican tanto que lo mejor para descansar sería la llegada de la muerte piadosa.

Desde la infancia llevó una vida nómada a causa de la profesión de sus padres. Sin haber cumplido todavía quince años ya había pasado por cincuenta ciudades y pueblos hasta que se estabilizó en Melbourne, en cuya universidad estudió física y matemáticas, aunque no se graduó en ninguna de ellas. Tampoco fue estable su vida de pareja. Se casó pronto, tuvo un hijo y disputó por su custodia, al separarse. Tenía otro más y después otros dos con su abogada en la Embajada del Ecuador de Londres.

También estudió filosofía y neurociencia, pero lo que le interesaba era el periodismo. Promovió un software libre y fundó WikiLeaks en 2006. Creía en la información transparente y libre, por eso publicaba todo lo que caía en sus manos. Incluso se presentó como candidato a senador, lo que no consiguió.

Recibió numerosos premios por sus trabajos en 2009 y hasta fue propuesto para Premió Nobel de la Paz. Esta carrera, que se presentaba tan brillante, se quebró al ser acusado de espionaje. A partir de aquí le llovieron las acusaciones. Primero se fijaron en lo sexual: violación, abusos y coacción en 2010. Luego fueron las cuentas: ABC le acusó de opacidad contable. Finalmente, delitos informáticos, que le convierten en un terrorista.

Es arrestado en Suecia el año 2014 hasta 2017 en que ese país cierra la causa de violación contra él. Por último, el viernes diecisiete de junio del presente año la ministra del Interior británica, Priti Patel, firma la orden de extradición a Estados Unidos, después de revocar Ecuador su asilo político y retirarle la nacionalidad ecuatoriana, que le había concedido.

Todo esto, ¿por qué? Por haber publicado archivos y documentos que denunciaba los abusos militares norteamericanos en Irak y Afganistán. Se piden ciento setentaicinco años de cárcel por esta publicación, que le convierte en un terrorista. No se investiga si el contenido de su publicación es verdad, sino que por el solo hecho de haberlo publicado se la considera un acto criminal y terrorista.

Estados Unidos no ha parado hasta conseguir su extradición. Aquí pagará todos los crímenes cometidos. ¿Dónde queda la libertad de prensa? Se afirma y defiende, mientras las grandes potencias no sean perjudicadas. Que la empleen en cualquier país y que investiguen, mientras no perjudiquen a Estados Unidos. Entonces pagarán sus procedimientos con los mayores castigos. ¿Hipocresía? Bueno, pero esto no se lleva. Lo que importa es que el espionaje exponga a Estados Unidos y sus aliados. Esto no se consiente. El periodismo tendrá que aprender en adelante las cosas en que no puede pasarse. De lo contrario, podría caer en el terrorismo.

Si alguien publica la verdad sobre crímenes de gobiernos importantes y la confirma con datos y documentaciones físicas, pueden darle la vuelta y acusarle de espionaje y terrorismo. ¿Cómo es posible esto? ¿No pueden hacer nada las agencias de prensa, ni tampoco los medios de comunicación? Parece que no mucho, puesto con los controlan mediante las subvenciones adecuadas. Así la verdad se vuelve a reescribir de nuevo y se ofrece a la ciudadanía absolutamente limpia.

A Julián Assange han querido destruirle en vida física y psicológicamente, llevándole de un lugar a otro, teniendo que pedir asilo político y teniéndole separado de su familia y sin poder ejercer su profesión. Ha tenido que sufrir mucho este hombre. El aislamiento ha podido hacerle enloquecer. Los Derechos Humanos se resienten mucho en su caso. Acusarle de espía y terrorista es una valoración totalmente subjetiva. ¿A quién ha producido terror? ¿Acaso a los gobiernos que han actuado con total inmunidad, porque ellos se aplican la justicia a sí mismos?

Se han cometido crímenes en Irak y Afganistán, ya que eso resulta inevitable en el caso de la invasión de un país. Esto no puede quedar oculto, sino que tiene que ser conocido. Ponerlo en evidencia no es ninguna venganza, sino una llamada de atención a las irregularidades que se han cometido. Invadir un país y entrar en guerra no borra de un bombazo el trato humano que debe recibir el enemigo. Si se han cometido abusos, habrá que castigarlos de una manera ejemplar para que nadie caiga en la tentación de volver a repetirlos.

La conclusión --cualquiera que sea-- tiene que ser corregida por la justicia, pidiendo las responsabilidades que correspondan a los ejecutores de actos contra los Derechos Humanos. La Comisión de asesinatos, las torturas, las detenciones ilegales, la venta de armas para atentar contra la vida y los sobornos merecen un fuerte castigo. En lugar de hacer justicia, se actúa contra el mensajero. Descubrir lo que permanece secreto todavía es el deber del periodismo en su labor informativa. Hay que defender la dignidad de las personas en cada Estado. Uno no puede autodefinirse como demócrata y presumir de haber firmado dos Derechos Humanos, si después no los cumple.

Presumen de libertad de prensa y expresión, mientras obligan a los demás imponiéndola, pero persiguen a quien proclama la verdad sobre sus peculiares intereses. ¿Dónde queda esa libertad? No existe. Es mentira.

Considero a Assange como un héroe de la información, que está pagando muy caro haberse atrevido a decir la verdad de lo que ha sucedido. Hacen falta más WikiLeaks en el universo actual. Se está cometiendo una inmoralidad grave, que a los Estados prepotentes y poderosos les importa poco. Así va el mundo. @mundiario

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