La salida de la crisis también es cosa de Feijóo

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La salida de la crisis también es cosa de Feijóo

\"Gobernar es esto: tomar decisiones difíciles y duras”. Se supone que Rodríguez Zapatero ya debería saberlo, pero el SMS que le envió Felipe González el día del plan de ajuste fue, por si acaso, todo un recordatorio. A Zapatero le harán falta aún varios SMS más, ya que lo peor no parece haber pasado. Falta, de entrada, la reforma laboral, que tras el fracaso de las conversaciones con empresarios y sindicatos obliga a ZP a tomar decisiones que supondrán recortes sociales ante los que el presidente pide un difícil esfuerzo de comprensión a quienes le amenazan con una huelga general, su primera huelga general. Será este miércoles cuando se apruebe en un consejo de ministros extraordinario y la semana que viene cuando se convalide en el Congreso, pero el pescado parece estar ya vendido de antemano, con dos aspectos en los que el pacto resulta poco menos que imposible: el abaratamiento del despido y los límites de la temporalidad. Por eso el presidente aspira a que un amplio respaldo parlamentario a la reforma atenúe la previsible protesta social en la calle.

Los problemas no se acaban ahí, ya que semejante esfuerzo de los trabajadores no es correspondido con ninguna garantía de creación de empleo, en parte porque sigue sin hablarse a fondo del modelo de producción, en un país donde la locomotora de la construcción apenas arranca, de ahí que España haya duplicado su tasa de paro en apenas tres años, hasta acumular el doble de la media de Europa.

España creó y destruyó mucho empleo con la legislación que ahora se va a cambiar, manteniendo también constante su modelo productivo, por lo que sigue siendo una incógnita la conversión en dogma de esta reforma impuesta a España desde Bruselas, presionada a su vez por los mercados financieros. La clave, por tanto, sigue siendo la misma de siempre: qué sector o sectores pueden tomar el relevo de la construcción en España.

Con el turismo no llega y con los restantes sectores, ya de menor tamaño, tampoco; máxime cuando la productividad sigue siendo baja y eso dificulta que el país sea competitivo. Las políticas exitosas de estabilización llevadas a cabo en España siempre vinieron acompañadas de otras medidas orientadas a fomentar el crecimiento y el empleo. Esta vez no.

A la hora de instrumentarlas es importante, por cierto, que no solo esté el Gobierno, sino también las comunidades autónomas, ya que manejan casi todas las políticas macroeconómicas. Ha estado atento a ello el socialista Pachi Vázquez al denunciar que el presidente Feijóo actúa como si los parados gallegos solo fuesen de Zapatero. Y todavía más al plantear un gran pacto económico y laboral para sacar Galicia adelante.

Los socialistas gallegos, además de darse ánimos entre ellos y de descubrir que Blanco es más un contendiente de Rajoy que de Feijóo, han demostrado que su refundación en clave galleguista, federal y progresista es compatible con una nueva política socioeconómica donde, como subrayó su líder, sea posible salir de la crisis sin girar a la derecha.

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