Por quien no doblan las campanas

Un póster del Real Madrid y los dibujos de su sobrina presiden la habitación de Celso Manuel Gonzál
Por quien no doblan las campanas
Un póster del Real Madrid y los dibujos de su sobrina presiden la habitación de Celso Manuel González Tacón 'Noli', un joven gallego de 34 años que hace cinco años que se encuentra en coma irreversible, en una situación parecida a la de la estadounidense Terri Schiavo, que murió recientemente tras retirársele la sonda por la que se alimentaba, después de 15 años postrada en cama.

Un día de 1999, cuando Noli viajaba a Padrón para trabajar en su oficio de cantero, sufrió un accidente de tráfico del que salieron ilesos todos sus compañeros de viaje. Pero él terminó postrado en una cama del Hospital Clínico santiagués, sin posibilidad de recuperarse. “Ver un hijo así es muy duro, pero mientras yo viva no le va a faltar de nada, aunque tenga que empeñar hasta la última piedra de mi casa”, explica su madre, Delfina Tacón.

Noli inició un peregrinaje por centros de A Coruña, Ferrol y Pontevedra, pero hace dos años tuvo que regresar a su casa bajo el cuidado de sus padres. “Una persona así necesita una atención minuciosa las 24 horas del día y los hospitales no pueden asumirlo”, comenta Delfina.

Nebulizaciones, aspiración, aseo personal, enemas, constantes cambios de postura, terapia respiratoria, masajes para conservar el estado de huesos y músculos, cremas para que la piel no se deteriore, alimentación por sonda, administración diaria de 30 medicamentos, colchones especiales que hay que cambiar cada 2 años y cuestan 9.000 euros… Los cuidados de Noli son interminables y agotadores. “Y yo tengo ya 63 años”, dice Delfina, que ha tenido que sufragar de su bolsillo a dos enfermeras para que le ayuden durante el día. “Yo no pido dinero”, dice Delfina,” lo que nosotros queremos es que las autoridades tomen alguna medida, creen unidades especializadas en los hospitales o algún programa de ayudas”.

Pese a todo, Delfina dice estar contenta por tener aún a su hijo a su lado. En su familia, todos creen que Noli les escucha y reacciona. Su tío, que también se llama como él, Celso González, está convencido de que “sabe cuando le hablas y te entiende”. Dice que le vio llorar de emoción cuando le fue a visitar tras el accidente. Celso está en silla de ruedas por una paliza que recibió de pequeño. “Yo no pienso en la eutanasia, pero tampoco la critico. Cada uno reacciona de manera muy distinta ante las cosas de la vida”. Delfina también sostiene que Noli reacciona a estímulos, que se asusta si golpean su cama, que le duele si le hacen mal los masajes, que hay días que se pone nervioso… Ella no quiere ni oír hablar de la eutanasia y confiesa estar “aterrada” ante las noticias que le llegan de Estados Unidos por el caso de Terry Schiavo. “A esa chica la mataron, y además de una manera muy cruel. La mataron de hambre, y eso no lo hacen ni los terroristas. Creo que en España no se permite hacer una cosa así, y solo pido que la ley nos proteja, porque no quiero ni pensar que un día le pudieran hacer eso a mi hijo”.

Fue precisamente este temor lo que animó a Delfina a contar el caso de su hijo. “¿Sabes lo que he ganado con pedir más ayudas? Que me quiten la poca que tenía”, explica Delfina.”Cruz Roja me ha retirado a la persona que venía una hora diaria ayudarme con las tareas de aseo. Dicen que, como tiene una pensión, puedo pagar a alguien. Han estado muy vivos para ver su pensión, pero no para fijarse en los enormes gastos. Me parece muy cruel”, dice.

De quien sí está muy satisfecha es del apoyo que le presta la organización a la que pertenece, Stop Accidentes. Su presidenta en Barcelona, Ana María Campo, ha estado muy pendiente de este caso, y le parece sangrante la falta de sensibilidad que hay hacia las víctimas de los accidentes de tráfico. “¿Tú sabes la ruina moral y económica que supone verse en un caso como el de Delfina?”, dice Ana. “Nosotros sólo pedimos más justicia y más ayuda psicológica, pero no te creas que nos hacen mucho caso”, continúa. “Yo he llorado mucho con las víctimas de los brutales atentados del 11M, porque también son madre. Son 192 muertos. Y también apoyo vivamente las políticas para prevenir la violencia de género, pero en los últimos siete años los muertos por estas circunstancias no se acercan ni al millar. Pues en los últimos siete años, desde que murió mi hijo, hay más de 30.000 fallecidos en accidentes de automóvil. Y no tenemos derecho ni a una ayuda psicológica”, explica.

La víctima de un accidente no sólo es un joven que se queda como Noli, sino también Delfina, su madre, y toda la familia”, cuenta. “Y a ellos nadie les presta atención”.

“¿Sabes que me dijeron hace años, cuando fundamos la asociación y fuimos a pedir ayudas? Que los accidentes de tráfico no son un problema social. Ya ves. Por nosotros no doblan las campanas”, concluye.