Una propuesta para generar riqueza y libertad en Galicia

El PP se siente solo en Galicia. También en España. Aquí gobierna, en el Estado es oposición
Una propuesta para generar riqueza y libertad en Galicia

El PP se siente solo en Galicia. También en España. Aquí gobierna, en el Estado es oposición, si bien la crisis puede alfombrarle el camino hacia el poder. Esa soledad inquieta al PP, tanto por la sensación de aislamiento político que le produce, como por el riesgo que supone para poder seguir gobernando donde tiene mayoría absoluta. El ambiente económico juega a su favor, pero aún así no las tiene todas consigo, ya que su líder español, Mariano Rajoy, no acaba de afianzarse ante el electorado, y su líder gallego, Alberto Núñez Feijóo, tiene demasiadas complicaciones para llevar tan poco tiempo en el poder: menos de un año.

Es lógico que el PP esté nervioso y, aunque las artes que emplea no sean muy decorosas, también es comprensible que intente dividir a la oposición de izquierdas. A veces lo hace echándole en cara al PSOE que ande en compañía del BNG defendiendo el gallego, y otras pone de ejemplo de oposición útil al BNG, que en el asunto de la fusión de las caixas sigue de su brazo. Curiosamente, y sin que hubiese ningún pacto previo –ni siquiera una mera conversación–, PSOE y BNG sintonizaron en el debate sobre el estado de la autonomía. La Galicia que ellos quieren es muy diferente a la que ambiciona el PP, cuya base de poder es eminentemente rural.

A Feijóo le preocupa también que el PSOE y el BNG sigan gobernando en las ciudades, por lo que, con la ayuda de sus medios fines, a los que inyecta cada vez más dinero, iremos viendo cómo se las gastan los populares en A Coruña, Vigo, Santiago, Lugo, Ourense, Pontevedra y Ferrol. Al PP se le ha dado por hacer campañas sucias con buenos resultados, como sucedió el 1-M en Galicia, por lo que incluso en tiempos no electorales siguen dando caña y haciendo de las suyas. Tienen algo a su favor: a los atacados les repugna usar ese tipo de armas.

También le favorece al PP que en la izquierda de Galicia sigue habiendo gente que se conforma con que le dejen sobrevivir, sin aspirar a ganar. Hay gente que tiene miedo, incluso hay políticos con poder que tienen miedo a los recados que reciben, y que les llegan por distintas vías. La democracia gallega tiene aún vicios predemocráticos porque hay ausencia de libertad. Escribir así, por ejemplo, no está bien visto y se asocia a radicalismo. Lo correcto es agradar al poder. Ni siquiera al PP. Al poder.

Este ambiente es el que explica, por ejemplo, que en los medios de comunicación de Galicia apenas existan tendencias ideológicas, que se editorialice en libertad –cada uno con sus ideas—y que se renuncie al pesebre del poder.

Así vamos mal; también el propio PP de Galicia, que va camino de gobernar cada vez a menos gente. Los gallegos no confían en sí mismos y apenas tienen hijos, y los inmigrantes se buscan la vida por España adelante pero aquí llegan a cuentagotas. En el debate sobre el estado de la autonomía algo se habló de esto, pero no se habló claro. Galicia necesita modernizarse, empezando por ser un país libre, sin miedo. Cuando eso suceda, la economía también irá mejor. Incluso las cajas. Al igual que esos miles de profesionales que tenemos trabajando en Madrid y Barcelona porque aquí no hay oportunidades para ellos.

Ante este tipo de razonamientos hay quien recuerda que en Madrid también gobierna la derecha. Y es verdad: gobierna la derecha liberal. Pero hay una gran diferencia con Galicia: allí existe libertad de expresión organizada y sostenible. Hay competencia y oportunidades para todos. Aquí no.

Algunos de los que gobernaron en el bipartito tampoco fueron valientes. Y lejos de abanderar un gran cambio sociopolítico, al estilo del de Lula en Brasil, terminaron entregados a los de siempre, bajo la bota del lobby. Hoy lo saben bien. Su lección parece que fue bien aprendida por el socialista ‘Pachi’ Vázquez y el nacionalista Carlos Aymerich. Ojalá que ellos (y sus jefes) no nos defrauden.

Los gallegos no llegaremos lejos si no hacemos algo más que redistribuir el presupuesto de la Xunta, que, por cierto, ya sabemos cómo se reparte: todo para los de casa y los que se porten bien. La clave es generar riqueza. Riqueza y libertad.

Comentarios