¿Qué porcentaje de un banco tendrá NCG?

La presión interna, ya descrita en Xornal de Galicia, y la lógica del mercado financiero, en plena ebullic
¿Qué porcentaje de un banco tendrá NCG?

La presión interna, ya descrita en Xornal de Galicia, y la lógica del mercado financiero, en plena ebullición, contribuyen a que las cosas comiencen a moverse en Novacaixgalicia (NCG). Incluso la Xunta de Feijóo parece contagiarse, a la espera de que el inminente decreto del Gobierno para el sector resuelva las pocas incógnitas que quedan en el aire. En cuestión de días estará claro qué computará y cómo computará exactamente en el sector financiero español. Será entonces cuando se perfile algo que también avanzó este diario: el negocio financiero de la caja gallega será privatizado y a NCG le quedará un papel de accionista, cuyos dividendos le servirán para mantener lo que se pueda de su importante obra social y cultural.

La cúpula de NCG y de la Xunta trabajan con distintas hipótesis, lo cual es comprensible en su situación, pero su futuro quizá está más escrito de lo que pueden imaginar. Con todo, lo importante ahora es que sus diversificadas tareas no se salgan de un escenario realista, ya que extremar ciertas posiciones puede conducirles, literalmente, a quedarse en fuera de juego. En Galicia hay historias conocidas a ese respecto y si bien el futuro jamás está escrito, a menudo resulta interesante tener presente la historia.

¿Se acuerdan de Fenosa? Entonces también había un eje Galicia-Madrid, que terminó convertido en el triángulo Barcelona-Madrid-A Coruña, que es donde está la delegación para Galicia de Gas Natural, su actual propietaria. ¿Qué pasó antes de eso? Primero Fenosa era gallega, después se fusionó con la eléctrica de Madrid y se la llevaron para la capital, si bien el destino hizo posible que Galicia tuviese la oportunidad de recuperar su control en una negociación donde Botín, tenedor de las acciones que daban su control, jugó más a subastero que a viejo financiero de palabra, de manera que en una jugada de las suyas le entregó Fenosa a Florentino Pérez, dejando en la estacada a Amancio Ortega, Julio Gayoso y Jacinto Rey. Tiempo después, Florentino le dio el pase y Fenosa acabó en poder de Gas Natural. Barcelona tiene, por tanto, el control, y en Galicia quedan los embalses y otros frentes del negocio, entre ellos los cientos de miles de clientes que generan cash las 24 horas del día, así como la delegación de A Coruña. También queda el Museo de Arte Contemporáneo y cada fin de año sigue celebrándose el concierto de Nadal. La jet-setiña rememora así otros tiempos de gloria en medio de la noche coruñesa.

¿Es extrapolable la situación a NCG? ¿Puede guardar similitudes con el futuro de la caixa, de la de Galicia, claro? ¿O incluso de la otra? Solo el tiempo nos dará respuestas a esas preguntas. Pero no hay que impacientarse para conocer el resultado, ya que está al caer. En cuestión de unos días sabremos cuáles serán las reglas de juego y, una vez más, los gallegos verán cuál es el valor de tener fuerzas políticas propias, cuando observen qué partidos apoyan la nueva regulación financiera y, ya puestos, incluso el nuevo reparto de cajas y bancos. Quizá entonces algunos que han estado perdiendo el tiempo y mareando la perdiz deberán darnos una explicación, aparte de intentar llorar en nuestros hombros con lágrimas de cocodrilo.

Apenas quedan unas horas, a lo sumo días, para que esta historia no termine francamente mal, y por lo que parece ni en Madrid ni en Barcelona se observa mayor preocupación, sino más bien grandes expectativas. La Caixa, con mayúsculas, tiene su futuro resuelto y dicen que ya rugen los motores de su Caixabank, al que la entidad de ahorro le aportará su negocio financiero a cambio de unos 9.500 millones de euros para pedir a continuación al mercado otros 1.500 millones para reforzar su solvencia. CaixaBank seguirá como accionista de Telefónica, Repsol y otras grandes empresas –¿se acuerdan de la matriz de Fenosa?–, y una nueva entidad tendrá el resto de la cartera industrial. Cuentan que no faltará capital gallego para financiar lo que, visto desde Galicia, resulta una envidiable operación económica en clave de país. De país catalán, por supuesto.

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