La Fadesa de Manuel Jove

Pasado el tiempo, seguramente hay gente que se pregunta ahora si la gigantesca inmobiliaria Fadesa hubiera caído
La Fadesa de Manuel Jove

Pasado el tiempo, seguramente hay gente que se pregunta ahora si la gigantesca inmobiliaria Fadesa hubiera caído igualmente en un concurso de acreedores, de seguir siendo propiedad del empresario gallego Manuel Jove. Es imposible saberlo, claro está, porque es una hipótesis no verificable, pero cabe suponer que no. Veamos las razones que avalan esta opinión.


La Fadesa de Jove era una empresa que funcionaba con un endeudamiento contenido y un modelo de gestión de suelo sin apenas riesgos, dados los acuerdos que habitualmente articulaba con propietarios a los que, de facto, convertía en partners. Es decir, compartía con ellos el desarrollo del propio negocio, algo especialmente delicado en la fase de recalificación. En el peor de los casos, aunque en España le hubiera ido fatal, debido a la crisis, habría podido afrontar sus deudas con los beneficios obtenidos en otros países donde operaba con no menos éxito que en el interior. Por tanto, su negocio hubiese tenido muchas posibilidades de mantenerse en pie, a pesar de las dificultades propia de este momento.


¿Por qué la Fadesa de Fernando Martín no fue la misma? Hay muchas razones que pueden explicar la crisis que le fue ahogando, empezando por un cambio en el modelo de gestión, pero sobre todo hay una que marca el antes y el después: la deuda. Martín puso en realidad poco dinero contante y sonante en la compra, que pretendió financiar en un alto porcentaje con el resultado de la propia compañía. Y, obviamente, Fadesa era un buen negocio, pero tampoco daba para tanto. No es lo mismo deber 1.500 millones de euros que 4.000 millones, y sobre todo si el negocio va menguando, en vez de aumentar.


Jove es ahora uno de los hombres más ricos de España –solo con la venta de Fadesa se embolsó unos 2.200 millones– y Martín, el símbolo de la crisis inmobiliaria, pero en realidad ambos personajes no son comparables, ya que la Fadesa de uno y de otro eran en realidad dos empresas completamente distintas, por mucho que se llamaran igual.


La que tampoco ha salido bien parada en esta operación es Galicia, que perdió una de sus grandes compañías con sede en A Coruña para pasar a la historia como sede de la mayor suspensión de pagos de España. Y ni siquiera eso lo ha podido aprovechar, porque el único resto que podía recoger de semejante naufragio empresarial, la tramitación del concurso, se saldó con una decisión judicial que marginó a los abogados de A Coruña, para mayor gloria de una letrada de Valencia como administradora concursal. Y eso que el juez pudo haber elegido entre 50 abogados coruñeses y dar pie a que uno de ellos sentara las bases del que hubiera sido el primer despacho del noroeste de España. Curiosamente, la protesta de los abogados de A Coruña se quedó en nada, sin que a estas alturas se sepa muy bien las razones de la retirada. ¿Pactó alguien algo que no se sepa?