Cospedal se ha pasado

En plenas vacaciones, la número dos del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, otras veces tan modera

En plenas vacaciones, la número dos del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, otras veces tan moderada, ha emprendido una agria campaña en la que culpa al Gobierno de Zapatero de montar nada menos que un Estado policial en el que políticos de la Oposición sufren escuchas telefónicas, realizadas por una supuesta alianza de fiscales, policías, agentes secretos y altos cargos del PSOE. Como serpiente de verano no tiene mala pinta; como argumento de un partido que pretende gobernar España, resulta inquietante esta manera de poner en cuestión, sin pruebas, la arquitectura básica del Estado de derecho.

Se suponía que este país había dejado atrás la teoría de la conspiración, pero va a ser que no. O no del todo, a la vista de las declaraciones de la secretaria general del PP, quien en vez de lidiar un nuevo caso de corrupción que afecta a su partido -esta vez en Baleares-, se ha ido por la tangente, casi sin tiempo para festejar el archivo del \'caso Camps\' por parte del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana.

¿Quiere eso decir que el PP lo hace todo mal y el PSOE es el reino de los cielos? Tampoco. Especialmente llamativa resulta la torpeza de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, al precipitarse anunciando el recurso de la Fiscalía al auto de los jueces valencianos favorable a Camps, lo cual le ha dado munición al PP para alimentar la hipótesis de que casos como el \'Gürtel\' o el del velódromo de Mallorca los instruye el propio Gobierno, y no los otros poderes democráticos, competentes en la materia.

Mariano Rajoy, que tanto apela al sentido común, debería aclarar, por ejemplo, si le parece bien que su portavoz en Palma de Mallorca se negase, tras ser detenido, a hablar ante la policía porque no confía en unos cuerpos de seguridad de los que Rajoy fue máximo responsable siendo ministro del Interior. Mariano Rajoy también debe tener en cuenta que las reacciones contra las acusaciones sin pruebas de Cospedal van en aumento, una vez que jueces, fiscales y policías han secundado una postura unánime al pedir al PP que se retracte o que presente pruebas que acrediten los supuestos pinchazos telefónicos. Si Cospedal no las tiene, la cadena de despropósitos llegaría a Rajoy por no evitar el descrédito de las instituciones.

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