Ribadesella

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Villa de Ribadesella. / Mundiario.
Sus calles recogidas, sus comercios y el paseo, hacen de la Villa de Ribadesella, una marinera con el estilo clásico de otros tiempos, en los que el verano era tiempo de alegría y juego.

Con ochenta y cuatro kilómetros cuadrados al norte, en Asturias, quiero mostrarles la Villa de Ribadesella, desembocadura natural del río Sella, al que pueden en verano participar de su bajada en kayak con la familia o amigos, de forma sencilla y amena. Se encuentra al oriente de Asturias y es una de las puertas a los Picos de Europa.

Nada más llegar, nos llama la atención su puerto, centro desde donde parte toda la población, bien hacia el sur, donde vive la mayor parte de sus habitantes o hacia el norte, desde donde podemos observar las laderas de las montañas, que protegen a sus habitantes.

Dar un paseo por sus paseos marítimos, es la principal actividad que puede realizar el visitante. Éstos le llevaran desde el centro hasta las dos cimas que custodian la entrada desde el Mar Cantábrico a la Villa. Muy curioso y relajante, ya que al tiempo que se van dando a conocer villas de indianos, situadas en primera línea de playa, el viajero puede observar el ir y venir de las olas sobre la playa, como todas las del norte de arena clara, fina y que permite ver los fondos, cuando uno se acerca. Aguas claras y limpias, con las que hay que tener precaución, la resaca y el oleaje, no dejan de ser un peligro para los bañistas, no hay que olvidar que estamos en un mar bravío.

Sus calles recogidas, sus comercios y el paseo hacen de ella una Villa marinera, con el estilo clásico de otros tiempos, en los que sonaban las radios por las ventanas abiertas, el verano era tiempo de alegría y juego. Edificios desde el siglo XVI pueden verse en su centro. La cueva de tito Bustillo declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, sus playas a destacar la de los Vencedores del Sella. El paseo del Sella, su Ría por donde se puede pasear desde la acera o desde el agua alquilando las embarcaciones allí mismo. La ermita de la Guía, desde donde pueden verse unos paisajes típicos de la costa asturiana, con el agua presente al fondo.

No podemos pasar por alto las Casas de Indianos, que nos van acompañando prácticamente por todo el norte de la ciudad. Podemos ver una gran muestra de las construcciones de la época, junto con las indicaciones de quiénes fueron sus primeros moradores, el costo de las obras, transmisiones realizadas entre propietarios, arquitectos y demás, que nos ayudarán por todo el camino a comprender lo que hicieron un puñado de familias en un pueblo.

Llegaremos al final del paseo, donde podremos contemplar unas de las más bellas puestas de sol, si logramos dejarlo para el momento del ocaso.

No está de más llegarnos a la oficina de turismo, sita en el muelle antiguo, desde allí cerca se toma el típico tren turístico, que por poco dinero, nos puede dar una visión global de lo que es Ribadesella, antes de iniciar su andadura. Si se va con tiempo y ganas, no duden en subir algo el monte cercano, a poco que lo hagamos podremos tener una visión de escándalo, en función de la altura. Desde ahí se puede observar el morir del Río Sella, con su unión de aguas dulces y saladas en el puerto.

Después de todo el viaje, podremos reponer fuerzas traspasando la línea imaginaria que hace el puente, hacia el interior. Por supuesto la sidra, en la transversal de la iglesia y las Letizias, son de obligada cata.

Si pueden y lo recuerdan, no dejen de probar los dulces, en la pastelería frente a la iglesia, ya me dirán, ni tiene pérdida, ni tienen rival.

Y lo mejor, esta población es un punto de salida o llegada, para aldeas de cuento, que pueden ser visitadas en poco tiempo, con toda la facilidad. @mundiario

 

 

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