Lastres

Lastres. Pixabay cavedajr
Lastres. / Pixabay cavedajr

Es una pequeña joya a descubrir dentro de las rutas por el Cantábrico. Con caminos rurales que les llevarán por el campo, junto a cercas y un paisaje que sin duda relajará al visitante.

Quería hacerles partícipes de Lastres, dentro del municipio asturiano de Colunga, en la Comarca de la Sidra, también conocido por San Martín del Sella, pueblo del Doctor Mateo de la conocida serie de televisión.

Una pequeña villa construida sobre los acantilados, mirando al mar Cantábrico y que guarda la esencia marinera de años. Sigue siéndolo y para todos los enamorados del mar o de los barcos, les recomiendo comer tarde, en cualquiera de sus restaurantes que dan al puerto, cualquier plato del mar – por mi parte me tomo la libertad de recomendarles los mejillones a la marinera en “El Escanu”, su salsa no tiene desperdicio, un trozo de mar para el paladar junto al olor del salitre, viendo el mar y el puerto, en la parte media de la población, para ver la entrada de los barcos de pesca con tranquilidad.

Sus mil quinientos habitantes, acostumbrados al turismo de un tiempo a esta parte, la mayoría vive en las típicas construcciones asturianas de dos plantas, con la madera como elemento común, con las balconadas del mismo estilo que imprime el carácter.

Es una pequeña joya a descubrir dentro de las rutas por el Cantábrico. Con caminos rurales que les llevarán por el campo, junto a cercas y un paisaje que sin duda relajará al visitante.

Desde esa hora comienzan a hacer su entrada la flota pesquera de este pueblo, algo intrascendente para todos, menos para los que nos gusta lo marinero. Esta flota ahora es de pescado fundamentalmente pero antes ballenera, de hecho, el aceite extraído de la grasa de estos mamíferos iluminó durante años las lámparas de la Catedral de Oviedo. Mientras podemos haber dado un paseo por el puerto, donde aparte de informarnos de las excelencias de la tierra, podremos ver todo tipo de artes artesanales para la captura de pulpos y mariscos, que sobre tierra se amontonan a la espera de su embarque, con el olor característico de las antiguas lonjas al aire libre, en parte también por la actividad pesquera asentada en el mismo puerto.

Tierra jurásica y muy marinera, cría en sus campos el “Asturcón”, raza caballar propia asturiana, tiene muchos otros incentivos para la familia, con quienes siempre tenemos que contar, como el Museo Jurásico cercano. Desde la propia colina en el Mirador de San Roque, podemos incluso distinguir uno de esos caminando por entre los árboles del fondo, justo a la derecha; al fondo a la izquierda la Playa de la Griega, donde se pueden ver una de las últimas pisadas de estos animales, no tiene pérdida.

Pero volviendo a nuestro tema marinero, en su puerto pueden verse varios tipos de embarcaciones de pesca de bajura. Pequeñito, pero con todo lo necesario para el duro trabajo del mar. En la misma falda del acantilado pueden verse a los trabajadores reparando redes, casi a cualquier hora, nasas y trampas para los pulpos de las que dejamos constancia en nuestras fotos y nuestras retinas.

Ya sólo el camino hacia la villa es un lujo y pasear por sus escaleras que cruzan por calles zigzagueantes y bastante empinadas ofrecen un atractivo, ya que las paradas de descanso, van a permitir observar las variadas construcciones, que a lo largo del tiempo han ido sujetándose a la piedra por toda la loma principal, donde se asienta la población.

Su cementerio e iglesia en la parte más alta de la colina, poseen un mirador incomparable haya la meteorología que haya, superando por altura el propio pueblo, de forma que pueden verse tanto las tierras como las aguas de la zona.

Un lugar excepcional para rutas por caminos rurales colindantes al mar y aquellos, más experimentados, pueden realizarlas por caminos a las sierras, desde donde se puede ver la inmensidad del mar, el verdor permanente casi todo el año de la comarca y practicar todo tipo de deportes al aire libre.

Espero que una escapada por esta villa les deje un buen sabor de boca, tanto como a mí. @mundiario

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