El tren litoral: La Cochinita

Estación de La Cala del Moral
Estación de La Cala del Moral. / Enrique Vázquez.
El tren litoral: La Cochinita

Se habla mucho del tren litoral, un tren que comunique todo el Mediterráneo, en definitiva. Un proyecto realmente importante para las economías de todas las provincias por las que debería de pasar.

Pero a principios del siglo XX a lo largo de todo el mismo Mediterráneo, a menor escala, existían líneas ferroviarias de vía estrecha, que ya comunicaban zonas alejadas de las capitales, como ocurría con el Tren de Vélez, llamado “La Cochinita”, que comunicaba las poblaciones de Ventas de Zafarraya (Granada) y de Vélez Málaga con la propia capital, que a su vez seguía hacia la zona oeste camino Fuengirola, pasando por el Arroyo de la Miel, en la provincia de Málaga.

En este caso me centraré en la zona este, que es la que más se mantiene, por afinidad por mi niñez y las historias que me han ido contando.

Un trazado que luego fue aprovechado por el Ministerio de Obras Públicas, para asfaltar sobre las vías y construir una carretera de un solo sentido, a fin de desahogar la carretera nacional 340 a su paso por la costa este de Málaga. A pocos metros del rebalaje, en línea recta iba atravesando peñas, paralelo a la tristemente famosa carretera nacional por la que pasaron en la Guerra Civil miles de malagueños, que huían de la entrada del ejército nacional en la capital y que fueron bombardeados sin contemplaciones por barcos amigos de la causa, quienes, invitados al evento, probaron sus armas y puntería con familias que, con lo puesto, salieron corriendo al grito de Ya entran, conocido como la Desbandá, que buscaban el refugio de Almería a pie.

un reciclaje necesario

Esas vías se perdieron a la altura de la población de Chilches, donde ya la conexión con el asfalto, se hacía imposible su mantenimiento, pero quedaron restos delatadores de su paso: las estaciones. Las mismas que se están convirtiendo, transformando, con gran idea y sobre todo con gran imaginación, en espacios expositivos, como en La Cala del Moral, merenderos/restaurantes como en Chilches, bibliotecas públicas, como en el Rincón de la Victoria, oficinas de turismo. En definitiva, un reciclaje necesario para su mantenimiento y sobre todo, como memoria histórica que ahora, humildemente, les relato.

El tren llegaba a Vélez Málaga, población que está a unos treinta y siete kilómetros de Málaga, parando en cada lugar y tardando casi hora y media en su recorrido hasta Vélez, tres horas y media para realizarlo completo, desde Málaga a Zafarraya. Con máquina a vapor que requería un consumo de agua y carbón, que se reponía en algunas estaciones con la bajada de los pasajeros e intercambio a lo largo del recorrido, de todo tipo de mercancías, sobre todo perecederos, transportados por comerciantes que aprovechaban el recorrido para la compra venta. Desde Vélez se sumaban otros treinta y un kilómetros hacia Ventas de Zafarraya, que fue la parte más ardua de construir, (fue un tren cremallera quien resolvió el problema técnico) debido a la orografía del terreno, que se eleva hasta los novecientos veinte metros, sobre el nivel del mar, donde se encuentra esta población y que recomiendo la hagan hoy en día en coche, es cierto que es carretera de montaña, con mucha curva, pero llega a una garganta con un paisaje único, desde donde podemos llegar a Granada, Loja, con un poco de paciencia y sin prisas.

Fue la Compañía de Ferrocarriles Suburbanos, allá a comienzos de 1905, quien se encargó de su construcción y explotación del negocio, al comienzo desde la zona de la Malagueta (el barrio más al este de la ciudad) y posteriormente desde la propia estación de trenes, situada en el barrio del Perchel de la propia Málaga, que conectaba con el resto de destinos como Coín, Fuengirola, Álora.

La red de la que hablo se inauguró en 1908, cerrando en el año de mi nacimiento, abril del 68, después de sesenta años de trabajo, año en el comenzaron a desmontar todo el entramado viario para no volver a verlo. Sesenta años de trabajo que fueron decayendo conforme el transporte personal cobraba importancia, el coche ya era un elemento al que optaban una buena parte de la población, quienes se movían a su gusto, sin necesidad de trenes, por una carretera paralela a la vía, pero sin las paradas de estación tras estación.

Túnel por el Rincón de la Victoria

Túnel por el Rincón de la Victoria. / Enrique Vázquez

El tren no sólo fue un medio de transporte, sino una fuente de riqueza para muchos que vivían a su sombra, a lo largo de una costa más nacional que la oeste, a donde llegaban todos los viajeros del aeropuerto, con sus hoteles, restaurantes y discotecas que comenzaron a proliferar a partir de los setenta. Mientras que el este se movía gracias al campo y la pesca artesanal, que fue cayendo al tiempo que la flota malagueña, por la sobreexplotación de sus caladeros, la prohibición de artes como el copo. Dicho arte sólo se puede ver el día de la Virgen del Carmen, 16 de julio, en el Rincón de la Victoria como demostración para no caer en el olvido.

La Cochinita, no la olviden, el olvido es la desaparición real. @mundiario 

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