Atarazanas de Málaga
En la Málaga antigua, la configuración de la ciudad era muy distinta a la que conocemos hoy en día.
El agua del mar llegaba bastante más adentro de lo que vemos en la actualidad, todo lo que es la Alameda Principal, el Parque, sus Paseos Marítimos eran agua o las playas de la ciudad, ya que toda la Alameda, el actual Parque, son terrenos ganados al mar, precisamente para conectar el este con el oeste de la capital a través de un eje sur, pasando por el propio casco histórico allá por el siglo XIV, tiempo de musulmanes.
Lo que hoy es un mercado municipal en el centro, con zona de bares y degustaciones, el Mercado de Atarazas era el lugar donde se reparaban y construían los barcos, las Atarazanas.
Esta zona de reparación y construcción de barcos de todo tipo, se sigue reflejando en alguna de sus restauradas vidrieras laterales. Un espacio amplio, sin columnas que dificultaran la progresión en la construcción de barcos, con la facilidad del acceso al agua por el sur y de los materiales necesarios por sus accesos norte, que convergían en el camino que llevaba hacia la puerta norte de salida de la antigua capital, paralelo al río Guadalmedina, hoy todavía presente, que simbolizaba la frontera entre la ciudad y los arrabales.
La nueva remodelación y construcción de la edificación de Atarazanas se produce a finales del s. XIX, concretamente en 1879.
Tuvo varios usos a lo largo de los años, como hospital militar, almacén, cuartel, etc, encaminado siempre al servicio de los ciudadanos de Málaga, llegando hasta poco antes de su remodelación, que hoy podemos ver, a la ruina.
Forma parte de otra serie de mercados realizados en el s. XIX fabricados con hierro e inspirados en otros mercados europeos ya existentes, sobre todo en Francia.
La construcción que vemos hoy está restaurada, desde sus vidrieras a las instalaciones, debido a la remodelación que como mercado se necesitaba, así como un lugar de hostelería en las afueras, donde se pueden degustar los productos frescos traídos al mercado, que se cocinan directamente para los clientes.
En pleno centro histórico lleno de aparcamientos municipales que ayudan a las visitas a todo el centro, es un lugar donde no sólo se pueden comprar las viandas que se necesiten, sino también un lugar lleno de colores, olores y sabores venidos de todos los rincones de la provincia, que dan idea al visitante de qué tipo de personas habitan en la ciudad, llena de caracteres de todo tipo siempre afables, guardando historias de malagueños que progresaron gracias a su trabajo en el campo o la transformación de cultivos como la vid, el olivo, etc… como las familias: Larios, los Heredia, Loring, Crooke, Grund, que promovieron comarcas como la Axarquía con la uva pasa como protagonista, en tiempos pasados y cultivos exóticos y tropicales hoy en día.
Carnes de caza y aceites como los provenientes de la comarca de Antequera, junto con sus dulces sobre todo navideños, fabricados desde hace siglos en sus hoy mermados conventos que antaño proliferaban por el centro. Así como de los Montes de Málaga, que han sido comercializados de toda la vida por los pueblos blancos que rodean la ciudad a través de sus sierras que bajaban a la ciudad para la venta, centralizada en el Mercado de Atarazanas desde comienzo del XIX, aunque en Málaga hay otros mercados antiguos como el de la Merced, que toma su nombre de la antigua Iglesia de la Merced, desaparecida tras un incendio en la quema de conventos de 1931 que sufrió la ciudad como ocurrieron con otras.
Con barrios conocidos por su trabajo en el mar, antes en las afueras del propio Málaga, barrios como el de El Palo, San Andrés, Huelin y el pescado de todo el litoral malagueño como era el chanquete (hoy prácticamente extinguido por la sobre explotación), el boquerón vitoriano y demás pescados en la bahía de Málaga, bahía natural utilizada como puerto hasta la creación del que hoy existe.
