¿Siguen vigentes valores como la fidelidad y la lealtad?

Una vela.
Una vela.

Sin duda, aunque con más frecuencia de la deseada nos hagan dudar de ello ciertos hechos.

¿Siguen vigentes valores como la fidelidad y la lealtad?

El concepto de fidelidad se aproxima a un instinto que nos impulsa a tener fe, a creer en otra persona, con frecuencia al margen de la razón; porque la fidelidad tiene que ver más con el corazón que con la reflexión y la inteligencia, hasta el punto de carecer de una causa concreta que la justifique. La fidelidad puede llegar a hacernos caminar a ciegas por donde nos lo pide la otra parte. Lo deseable sería que la fidelidad naciera de un sentimiento y de una actitud recíprocas, para evitar el riesgo de incurrir en el sometimiento.

En los tiempos que corren, la fidelidad es, con más frecuencia de la deseable, frágil y de corta duración. La comparo con una vela de pabilo corto que, sometida a la ligera brisa de un desencuentro, intereses contrapuestos, capricho o cansancio, por poner sólo algunos ejemplos, se extingue.   

No sería esto lo peor, porque quien sufre el dolor de la infidelidad puede reaccionar ante la otra parte con resentimiento, deseo de revancha y desprecio. Lo más habitual, sin embargo, es el amargor temporal de una decepción profunda, que terminará convirtiéndose en indiferencia.

La lealtad –aunque suele confundirse con la fidelidad- es un estado diferente: la lealtad supone la adhesión a una causa, que lleva aparejada el respeto de unas  normas y principios, conforme a las reglas del honor y la hombría de bien. La lealtad está vinculada a la razón, la fidelidad al corazón.

Bajo el principio del relativismo imperante, es decir, la supremacía de la  razón individual sobre las normas de cualquier tipo, la vela de la lealtad tiene, también, mecha corta. Quien  no se siente satisfecho con la causa a la que ha venido expresando su lealtad, crea su propia causa, a su medida, elevando la conciencia individual a única norma de conducta.

Difícil resultará la convivencia si sustituimos fidelidad y lealtad por un relativismo basado, exclusivamente, en el individualismo y el interés personal. La política, la familia, la amistad, las relaciones de trabajo, nos dejan innumerables ejemplos cada día.

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