S de Silueta

Una mujer viéndose en el espejo. / Pexels.com.
Una mujer viéndose en el espejo. / Pexels.com.
La silueta es el contorno de nuestro cuerpo. Cada persona debe cambiar como pieza del puzle que constituye el sistema, el entorno donde la silueta se mueve. S de Silueta. Y S de Sistema.

Si la silueta es el contorno del cuerpo, no todo el mundo está conforme con su contorno, y menos aún con la totalidad de su cuerpo. La industria de la moda y de la belleza generan cifras astronómicas al año. Y es que todo el mundo (o casi todo el mundo) quiere mejorar algo de su físico. La moda es el complemento perfecto a la belleza, la forma en que nos mostramos hacia afuera, pues incluso en la dejadez indumentaria trasciende el hastío de esa persona hacia ese momento vital, o puede que una impostura. Hombres y mujeres (todavía más las mujeres que los hombres) buscan cambiar su rostro o su anatomía. En la revista Vogue de este mes un artículo dice: “El término Body Positive o positividad corporal está muy de moda hoy en día, pero posiblemente no resulta muy útil. Ha llegado a significar, más o menos, que las mujeres deberían sentirse preciosas con cualquier silueta y, pese a ser cierto, es tarea imposible cuando la cultura dominante insiste en enviar el mensaje de que siempre se gana estando delgadas.”

Analicemos esta frase. Parece una frase muy amable, pero es un caramelo envenenado. Fijémonos en el debería de la primera frase: las mujeres deberían sentirse preciosas con cualquier silueta. Se trata de una piruleta llena de veneno (inconscientemente, por supuesto) pues ese debería es una represión mental. Ninguna mujer u hombre debería sentirse nada. Te sientes como te sientes. Una mujer, un hombre, pueden sentirse gordos, delgados, rellenos, con el culito respingón, planos de tetas, con el pene flácido. Por ejemplo, si tienes el pene flácido o las tetas caídas eso es lo que te muestra el espejo, y no se trata de adornarlo con ese debo sentirme precioso. Por otro lado, se sigue atribuyendo la inseguridad personal (la física es una de ellas, la más palpable actualmente) a la cultura dominante, cuando es un tema de cada persona. Cierto que vivimos en sociedad, pero ¿es imposible sustraerse a todos los mensajes que recibimos de nuestro entorno?  A propósito de esto, una de las entrevistadas en ese artículo dice: “La vergüenza es un constructo social, y hay que abordarla socialmente”. No estoy de acuerdo. Si bien es cierto que la vergüenza forma parte de la sociedad, cada individuo, cada persona debe ver en qué medida está construyendo su propia vergüenza, cómo la alimenta. La sociedad no cambiará como no cambien las personas. La sociedad no es lo primero. Lo primero es el individuo. De hecho, la sociedad como tal no existe: está formada por infinidad de individuos.

moda entre bambalinas

Me resultó muy interesante e instructiva la explicación de los entresijos de la moda, la moda entre bambalinas:

“El problema de la inclusividad corporal en la moda atañe también a la cadena de suministro, y uno de los primeros eslabones de esa cadena son las muestras de pasarela que llegan al showroom. La tradición marca que los diseñadores usen a una modelo delgada para confeccionar estos looks de prueba, y es también tradición que sean menudas, en torno a la talla 34. Llegado el momento de llenar tiendas con diversos tallajes, los creadores recurren a patronistas para que reproduzcan las prendas; el patrón se adapta a cuerpos más grandes, pero la labor se complica a medida que aumentan las tallas. Otro inconveniente es que las complexiones grandes son más difíciles de estandarizar: hay mujeres de la talla 42 que miden metro ochenta y están musculadas y otras de metro y medio y silueta “rubensiana”. Una solución es recurrir a telas elásticas- nótese el reciente aumento de las mezclas de punto y licra- pero si se pretende replicar una sastrería precisa que en su origen se testó en una talla 34, reajustar el patronaje es tan difícil como caro”.

La revista propone la mejora del proceso de prototipado (estandarización) de las prendas. Y algunos diseñadores lo están haciendo, al probar en cuerpos con diversas siluetas las prendas que luego serán vendidas. Estoy de acuerdo en que resulta necesario un feedback entre marcas y tiendas: “que las marcas se comprometan a sacar un porcentaje determinado de sus colecciones en tamaños más generosos y que las tiendas se comprometan a comprar tallas más grandes” Es decir, una mejor comunicación y compromiso entre dos de los eslabones de la moda: los creadores, concretados en marcas concretas, y las tiendas, los espacios físicos a los que acuden los potenciales clientes.

Uno de los grandes creadores de moda americana en la actualidad, Michael Kors, dice al respecto: ”Las mujeres ya no quieren reglas, quieren ponerse algo que adoren y les haga sentirse estupendas” y sigue:” Creo que el mero hecho de que mujeres como Paloma, Precious o Emily Ratajkoswski, que celebran y enseñan sus cuerpos en las redes sociales ha abierto la veda para que muchas otras personas se expresen como son, con mayor libertad”. El simple hecho de que se hable de la diversidad ya es un paso hacia el cambio. Y no solo de diversidad de siluetas, sino de aceptación de la diversidad, en general. Pero como el presente artículo versa sobre la silueta- el contorno del cuerpo- haré al respecto algunas consideraciones personales:

No todos los cuerpos son iguales. Es una falacia creer que todos los cuerpos son igual de hermosos para la vista. Cierto que influyen las preferencias personales por unas caderas anchas o por unos senos grandes, pequeños o medianos, o también por una barbilla rotunda (o suave) en el caso de los hombres, pero de ahí a decir que todos los cuerpos son igual de hermosos media un trecho. ¿Se nos ocurriría decir que todas las personas son igual de inteligentes? Einstein fue una eminencia. Imagina lo siguiente: vas caminando por la calle y pensando que, quizás, cada cabeza con la que te cruzas lleve incorporado el cerebro del científico alemán.  Ridículo, ¿verdad? De la misma manera tampoco todas las personas son igual de bondadosas. No todo el mundo es un Nelson Mandela, o una Madre Teresa de Calcuta. Pero a la sociedad en la que estamos inmersos no le importa. Es una sociedad infantilizada donde lo que prima es la belleza a ultranza, y, por supuesto, una belleza siempre joven. El tema de la belleza da para más de una observación, por eso me detendré en otra frase de la revista comentada: “Ahora sabemos que el ideal de belleza femenina es una farsa. ¿Qué hacemos? ¿Nos quitamos los grilletes que nos atan a esa normatividad ficticia y aceptamos nuestra carne sin complejos? Difícilmente", sigue diciendo la comentarista, para añadir que se pesa todos los días. El párrafo muestra las contradicciones de las personas.

belleza en general

¿Cuál es el problema? El problema es de base. Se intenta combatir algo que está en la mente. En nuestras mentes. No creo que sea cierta la frase de que no existe el ideal de belleza femenina. Mejor aún, o más preciso es decir que existe la belleza en general. Observas la naturaleza y no tienes problema en reconocer ante cualquiera la grandeza de una puesta de sol. Eso no genera ningún conflicto.

-¡Eres un gilipollas! ¡Mira que ver hermoso el sol cuando se pone! ¡Tienes el gusto en el culo!

¿Te lo imaginas? Aunque con matices, todos nos giramos ante un cuerpo despampanante. La belleza corporal está en la armonía de las proporciones, sea un cuerpo alto o bajo, uno musculado o atlético. Nos llaman más la atención los cuerpos altos y esbeltos, pero los filósofos clásicos veían en la belleza una proporción. El escultor griego Phidias (Siglo V a. C) estableció la belleza del cuerpo en sus esculturas en una particular relación entre altura y anchura: Phi. Como dice Jorge Díaz Cortés en Estética y belleza. Proporción aurea: “Así como hay proporciones que gobiernan los sonidos armoniosos, hay otras relaciones que hacen que los objetos que guardan esa relación nos resultan bellos para el sentido de la vista”.

La naturaleza no dota a todo el mundo de las mismas cualidades en ninguna faceta humana.

Tampoco se trata de cambiar el sistema como propone la revista: “Tuve que recordarme a mí misma que no debo cambiar yo, sino el sistema.”

La frase en sí resulta fatigosa. ¡Cambiar el sistema! Todo cambio parte de uno mismo. Incluso para que el sistema cambie debes haber cambiado tú primero. No se puede contener el agua del Ganges porque sí. Todos formamos parte del sistema. Pretender que sea el sistema el que cambie es no pretender nada.

Cuando se trata del cuerpo, de tu cuerpo, debes tratarlo con consideración. Comenzar por ahí es la única manera de un cambio verdadero. Estar dentro del cuerpo, sentirlo como una realidad viva, porque lo es. Es una realidad orgánica. Sentir el cuerpo cuando tenemos intimidad, disfrutar de la explosión de endorfinas cuando hacemos deporte, cuando bailamos. Saborear la comida que ingerimos, no tragarla sin más. Y luego, sí. Luego es el momento de ver la belleza de tu cuerpo. ¿Estás a gusto con él? Colócate sin miedo delante del espejo. Su imagen, tu imagen no te va a comer. Pero no te obligues a mirarte con amor, a ver la belleza de tu cuerpo. Mírate como te salga. Mira tu vergüenza de frente. Es indicadora de la vergüenza con la que tú mismo, tú misma, cargas. Mira tu ira al compararte con otros cuerpos más hermosos que el tuyo, o que tú ves más hermosos. ¿Crees que mereces lo mismo que ellos?  Esa ira, tu ira, es indicadora de que estás mirando en la dirección equivocada. Solapar tu rabia con una frase del tipo todos los cuerpos son igual de bellos es inútil, y también represiva. Una vez que ves tus sombras sin miedo, viene la segunda parte. ¿Puedes aceptar -sin juzgar- tus caderas prominentes como parte de tu anatomía? ¿Aceptas tus rodillas, tus hombros anchos? ¿Qué hay de tu silueta que te guste? ¿Qué parte de ella quieres-y puedes- cambiar?  Si puedes hacer algo y quieres hacerlo, hazlo. Haz ejercicio, primero para sentirte bien por dentro, y luego por fuera. Come algo rico para disfrutar de ello. La sinceridad con uno mismo, con el espejo, sin tener que cambiar nada de lo que ves- en un primer momento- es crucial. En otro caso querrás cambiar el sistema. Intentarás obligar a los demás a ver como tú. Empeñarse en construir una presa de belleza para humanos es tan infantil como ridícula. Se puede hacer, y mucho, dentro de la parcela en que uno mismo se mueve, pero el sistema en su conjunto no se puede cambiar. El cambio parte de la pieza del puzle que tú eres.

Hay que pasar de la represión del cuerpo a la liberación desde dentro y ese cambio solo lo puedes generar tú. Después, con lo que hayas interiorizado, sal a la calle y defiende, desde la comprensión y la honestidad, lo que ya eres.

Cada vez que leo algo de Michael Kors me arranca una sonrisa. Me gustan sus creaciones, tan femeninas, ajustadas a la silueta. Una S mayúscula- de Silueta- y muy americanas, casi neoyorkinas- diría. Las más fastuosas, al alcance de pocos bolsillos. Dos personajes de dos de mis novelas (aún sin publicar), en un momento dado de la trama, se visten de Michael Kors. En mi primera novela, una chica joven -en mi opinión, un personaje delicioso por su espontaneidad - está dispuesta a liarse a mamporros con un tipo que ha desgarrado su vestido de Michael Kors por la calle, pese a que luego alguien la detiene. Y aunque se trate de Michael Kors, no pienso hacer más spoiler. @mundiario

Comentarios