A Mundiña, el restaurante que te regala la pureza de A Costa da Morte en cada bocado
Puro sabor a mar. Lo consiguen en cada plato en A Mundiña gracias al agua del Atlántico que descansa en el sótano de su nuevo local en A Coruña para lavar y cocer pescados y mariscos.
Y es que ya lo dicen los de Corme: "O pescado non toca a augha do ghrifo". En la cocina de A Mundiña, cocina de A Costa da Morte, en la que por cierto, como en las de casa, manda una mujer, lo cumplen a rajatabla. Silvia Facal abandera el respeto por el producto que llega directamente de las lonjas de Laxe, Malpica o A Coruña, a los fogones de la Calle Real, sin intermediarios, en los que incluímos el agua dulce.
Fue ella la que reclamó para el nuevo restaurante el grifo de agua de mar, dándole aún más protagonismo al pescado, su 'niña bonita', para lavarlo y cocerlo con la máxima pureza. Silvia es ejemplo de respetuosidad, con la materia prima, con las temporadas de los productos, con su equipo y en consecuencia con sus clientes. Desde su discreción, ahora menos pues la tenemos a la vista en su nueva cocina, comanda un magnífico grupo de personas con la pasión por la cocina como denominador común. En sala Rafa y Álvaro se encargan del resto.
Tengo especial querencia por esta gente, por este lugar, lo confieso. Me recuerdan a mis raíces, a mi abuela, a su cocina, a toda la felicidad que me provoca un buen plato de comida, comida de verdad preparada con mimo y cariño, pero puesta más bonita y en un ambiente realmente acogedor.
Ellos son tradición da Costa da Morte, tradición gallega renovada a través de la elegancia y el cuidado en cada uno de los detalles del restaurante de la Calle Real. Madera (vigas de las bateas de Corme) y piedra, delicados y regios tejidos, estancias discretas. Belleza y calidez conforman la perfecta comodidad para dejarse llevar por los sentidos y disfrutar de cada bocado.
Lo hemos hecho, al fin, el pasado viernes. Cariñoso y atento, Rafa nos mostró cada rincón del restaurante antes de conducirnos a una de las mesas más demandadas, con la galería hacia los Jardines de Méndez Núñez como testigo de los manjares que no disponíamos a degustar.
Y la fiesta gastronómica comenzó con un simple trozo de empanada que se deshacía en la boca, perfecto aperitivo para acompañar a las cañas mientras esperamos a nuestros amigos.
Una vez sentados todos a la mesa, la sensación de abrir la carta y descubrir que lo quieres probar todo es incontrolable, y empeora cuando te cuentan los fuera de carta. En este caso, había que salirse, en otoño las setas son un tesoro y si nos las bañan en un caldo de jamón ibérico hay que abrir el cofre sí o sí.
Unas sabrosas y coquetas croquetas de marisco completaron los entrantes.
De la comanda ganó el pescado en los platos principales: salmonete con arroz de algas, lubina con fabas de Ponteceso y merluza con arroz negro.
Cada uno de ellos, un espectáculo para el paladar, mezcla de sabores puros y producto indiscutible. La carne estuvo representada en la mesa por el delicioso y tierno solomillo.
Para rematar la faena, la mejor torrija que jamás he probado. No me canso de repetirlo, y cada vez que la pruebo me reafirmo. Sublime la textura y la sensación que te deja este dulce postre de A Mundiña. En este caso, compartió protagonismo con las habituales cañitas.
Por cierto, merece mención el vino dulce con el que Rafa nos sorprendió para acompañar el postre. Un vino de Casal de Armán que no conocíamos y que desde el oro día ya forma pare de nuestra lista de favoritos. La carta de vinos del nuevo restaurante ha mejorado considerablemente, con casi 200 referencias para todos los gustos.
En definitiva, noche perfecta. Hemos estado muy a gusto en la nueva A Mundiña. Sin duda alguna, una recomendación imprescindible de @tasteatandenjoy