Nos saltamos las reglas del amor

La Covid-19 en el mundo. / C. M.
La Covid-19 en el mundo. / C. M.
Médicos, farmacéuticos, voluntarios, servidores de las finanzas, seguidores de Dios, trabajadores de esos servicios básicos que nos ayudan a vivir…
Nos saltamos las reglas del amor

9 de abril 2020, es Jueves Santo. ¿Dónde está ese Dios del que me hablas siempre? me ha preguntado una gran amiga azotada por las noticias. Sí, la crudeza de esta pandemia llamada coronavirus son las cifras y, eso que nos dicen que no son reales para evitar un shock mayor.

Más de 88.000 fallecidos en el mundo, de ellos más de 15 mil se han registrado en España. Nos dejan en carne viva igual que saber que la mayoría de las víctimas se han marchado en dolor y soledad. Aún hay más: no hay cuerpo, no hay beso de despedida, el duelo se queda dentro de cada uno, no se comparten lágrimas. Es descorazonador, se hiela la sangre.

Amaos unos a otros; como yo os he amado…Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que este, todo se resume en estas palabras. Retumban en mis pensamientos y quien esté libre de culpa que tire la primera piedra.

Yo también me siento culpable, en estos días en los que afrontamos una pandemia global que nos sacude a todos, nos damos cuenta en la intimidad del confinamiento que hay actitudes que tenemos que revisar. Es momento de recogimiento, reflexión personal, de oxigenar a otros y a nosotros mismos para ser resilientes ante la dificultad causada por este virus que aísla, ahoga y restringe al ser humano a la miseria más frívola cuando vemos tanto dolor. Estamos cansados del olor a muerte y la pesadilla será peor: desempleo, pobreza, suicidios, recesión…egoísmos que entre gobernantes y países aún causan ceguera.

La Covid-19 se ha propagado como el fuego y azufre en Sodoma, entre incredulidad, irracionalidad y consumismo. No ha habido suficientes mascarillas, vitamina “C”, geles antibacterianos, guantes de latex y papel higiénico para consolarnos pensando que íbamos a librarnos. Con esta actitud, solo dejamos descubierto al de al lado.

El virus traspasó las fronteras, se sigue riendo de nosotros por no mirar al vecino, por culpar a los chinos, por manifestarnos cuando no había cuerpo para fiestas, por el afán de gritar igualdad, por esos gobernantes que siguen anteponiendo discursos políticos frente a vidas.

La Covid-19 era como una simple gripe que mataría algunos viejos cada año y eso no iba a ser más que poca noticia. Mis lagrimas no se detienen, ante la inmensa soledad con la que parten especialmente nuestros mayores. “Son nuestros viejos” ¿por qué? Mi padre tiene 80 años, está al otro lado del Atlántico…por Colombia también corre el virus.

Pero, seguimos alimentado a un monstruo, no encontramos la vacuna… Hay quienes creen que esto lo arregla solo la ciencia y desprecia al que cree.

Mientras, el bicho muta y se disfraza para engañarnos. Muchos lo llevan encima y, en secreto se desplazan entre ciudades sin acatar las reglas. Hay quienes están haciendo negocio en la pandemia, a costa de las necesidades de los demás y haciendo mayores ventas sin culpa alguna. Aun así, el Papa Francisco nos pedía orar por esa gente.

Busco en mi interior y encuentro una sola respuesta: Nos saltamos las reglas y era simplemente amar como a nosotros mismos…en el mercado de Huanan, en la ciudad china de Wuhan, se vendía carne de 112 diferentes animales: serpientes, murciélagos, ratas y hasta koalas. Esto ya nos lo sabemos; igual que el cambio climático y seguimos contribuyendo a la contaminación. La naturaleza se revela, entonces como una de las 10 plagas nos llegan las inundaciones, los incendios, la Covid-19 en todas sus formas maleables ahora nos quiebra la vida.

Pasemos de las diversas teorías de la conspiración contra China como potencia mundial, la culpa del chemtrails; el polvo inteligente que habría servido para controlar remotamente el virus mediante la tecnología 5G, después de que fuese implantado en la población china a través de vacunas obligatorias. Wuhan, foco del primer brote de la enfermedad, fue la primera ciudad china en lanzar 5G. Pasemos también de la infodemia, las fake news… Nos ha podido la irresponsabilidad social.

¿Dónde está la salida del túnel? No hemos respetado ni querido al prójimo. Pero las crisis valen para reconducir el camino. Dios nos dijo “Vuestro amor mutuo será el distintivo por el que todo el mundo os reconocerá como discípulos míos” ¿dónde hemos dejado el amor mutuo? Sí, ahora lo estamos sacando como artillería de guerra.

Médicos, farmacéuticos, voluntarios, servidores de las finanzas, seguidores de Dios, trabajadores de esos servicios básicos que nos ayudan a vivir… Aquí está la bomba de aire a la que tenemos que subirnos, para responder con unidad. Los que creéis ¡Rezad conmigo! El Papa Francisco ha dicho “todo parece fallar” y nos invita al rescate con la oración. Y los que no, pues ayuda que puedan mirar más allá de sí mismos.

El escenario es incierto, nadie sabe cuántas almas partirán y cuándo veremos la luz. “El corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos. Para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan y yo los sane”, esto dice la sagrada Escritura.

El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; rezad conmigo, aunque seamos pocos por unos muchos, Dios tiene el corazón abierto. Está aquí, llorando a nuestro lado; llevando de nuevo la cruz de nuestros pecados, perdonando y haciéndonos ver compasión. No rompamos las reglas “Digamos al prójimo que le queremos igual que a nosotros mismos”.

Es Jueves Santo, pan y vino convertidos en cuerpo y sangre de Cristo. Traición y fe con la muerte ya prevista convertidos en perdón y resurrección. Señor, si este es tu plan y esta es nuestra prueba, “acompáñanos en la adversidad, que ninguna criatura o virus nos separe de ti y aprendamos a ser mejores”. A mí me queda la fe. @mundiario

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