Los minutos previos a la ocultación del sol son propicios para meditar

Puesta de sol sobre As Estelas. / playasconencanto.net
Puesta de sol sobre As Estelas. / playasconencanto.net

No estoy seguro de que valoremos adecuadamente determinados hechos, por rutinarios: ¿usted que opina?Me refiero a hechos naturales y, en general, al perfecto funcionamiento del universo.

Los minutos previos a la ocultación del sol son propicios para meditar

Ante determinados hechos, la actitud más común del ser humano es mostrarse insensible, pues su repetición nos hace vivirlos como rutinarios: la sucesión de los días y las estaciones, los movimientos y posiciones de satélites y planetas, las mareas, la organización del universo y tantos otros que cualquier persona, independientemente de su formación, puede contemplar y admirar a lo largo de su vida, siempre que mantenga despierta su sensibilidad.

Tal vez uno de estos hechos objeto de más frecuente observación es el atardecer, sobre todo en verano, en lugares estratégicos de la costa, hasta llegar a convertirse en un espectáculo.

Los minutos previos a la ocultación del sol son propicios para meditar sobre el misterio de la infinita repetición y sucesión de los días, desde que el mundo vio por primera vez su luz; suceso que se produce con una puntualidad armónicamente variable, en función de las estaciones y estas, a su vez, del movimiento combinado del sol y la tierra.

Esta exactitud y la repetición provocan en cualquier ser humano sensible la esperanza de un nuevo día, que sustituirá la negrura de la noche, por intensa y larga que haya sido.

Podremos asistir serenamente a la paulatina y visible desaparición de la vida que representa el sol cuando se va ocultando en el horizonte, y reconocer que no existe fenómeno, invento o mente humana capaz de detener este devenir natural, por importante que haya sido el día, por éxito o fracaso, pena o alegría.

Nuestros ojos tendrán la oportunidad de distinguir la gran variedad de tonos anaranjados del atardecer, sobre fondo azul, cielo y mar, creados de forma mágica, sin intervención de artista alguno.

Tendremos ocasión de pensar en el hecho de que el sol nunca se va, jamás nos abandona, sino que somos nosotros, los seres humanos en la tierra, quienes nos movemos, cambiamos de posición y nos enfrentamos a otros seres humanos bajo un sol eterno y de todos.

La paz que invadirá nuestra alma al admirar un atardecer es una carga positiva para el espíritu, al sentir la armonía de la naturaleza, la perfección de su funcionamiento, su equilibrio, la esperanza que genera y la admiración que nos embarga ante la mano creadora que todo lo gestiona desde que surgió la luz en el mundo.

Los minutos previos a la ocultación del sol son propicios para meditar
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