La irrupción de los teléfonos móviles modificó la vida cotidiana de la gente

Millennials utilizando sus móviles en una reunión. RR SS.
Millennials utilizando sus móviles en una reunión. / RR SS

También hay hábitos beneficiosos que ha propiciado el móvil como el acceso a datos e informaciones que antes sólo, y con dificultades, se podían conseguir en biblio­tecas o centros especializados.

La irrupción de los teléfonos móviles modificó la vida cotidiana de la gente

La irrupción de los teléfonos móviles ha modificado muchos aspectos de la vida cotidiana. Más que su papel de teléfono (como nos recuerda el DLE, para “hablar a dis­tancia”), asume la misión de consultar el ciberespacio («ámbito artificial creado por medios informáticos», según la académica definición) y, ocasionalmente, realizar cóm­putos más o menos complejos. Pero ha provocado la aparición de hábitos sociales, algu­nos francamente peligrosos como el deambular mirando la pantalla. Vemos esos peato­nes que caminan por las aceras y cruzan la calle sin levantar la vista, aunque sea por un paso señalizado pero regulado con semáforo. Empiezan a ser denominados smombies (por smartphone zombies) e incluso han aparecido señales de tráfico especificando su peligrosa presencia en el centro de las ciudades. El titular de un artículo sobre los emo­ticonos, «El problema no está en el móvil sino en la escuela», no es solución aplicable pues es alarmante el número de mayores que entran en la categoría de smombies.

Pero también hay hábitos beneficiosos que ha propiciado el móvil como el acceso a datos e informaciones que antes sólo, y con dificultades, se podían conseguir en biblio­tecas o centros especializados. Tanto diccionarios, como el magnífico DLE, enciclope­dias o mapas están disponibles y deberían ser material didáctico empleado en la ense­ñanza desde los niveles primarios. Ello permitirá que las  nuevas generaciones com­prendan el mundo global en el que viven y desarrollar un espíritu crítico que les lleve a contrastar las noticias que reciben. Claro que el aprendizaje del lenguaje, incluido el de la ciencia, debería ser un modelo menos memorístico y más orientado al razonamiento y al descubrimiento del conocimiento. Y también incluir la formación en valores que adapten al nuevo marco el respeto a las normas, desde las de convivencia, a las de tráfi­co y los derechos del hombre.

Recreación de una señal de peligro.

Datos:

> Se han publicado estudios sobre accidentes de los smombies asegurando que «el 13,8 % de los peatones se distrae con el teléfono móvil cuando está cruzando las calles, ya sea con música, hablando o chateando.»

> Incluso los psicólogos han acuñado un término, nomofobia (de la expresión inglesa no-mobi­le-phone phobia) para «los síntomas ansiosos y obsesivos que presentamos cuando nos queda­mos sin móvil»; se resalta que «la educación es básica para prevenir este tipo de patologías asociadas al uso de las nuevas tecnologías.»

> El término emoticono ya está incorporado al DLE, acrónimo del diccionario de la Academia de la Lengua Española que evita las formas imperativas «dále» y «dile» aunque «dele» es un término procedente del latín para un signo de correctores en las pruebas de imprenta. La defi­nición del lema es «representación de una expresión facial que se utiliza en mensajes electróni­cos para aludir al estado de ánimo del remitente». Se refiere a «símbolos creados con signos de puntuación» como muy bien explica la Fundación del Español Urgente (Fundéu), diferencián­dolos de los emoji, el término japonés 絵文字 para “imagen + letra”, que terminará imponien­dose. La etimología que reseña el DLE dice «Del ingl. emoticon, y este de emotion ‘emoción’ y icon ‘icono’, infl. en su t. por icono.» Una ventaja de la versión electrónica es que proporciona  el significado de la abreviatura, al señalarla con el puntero: «influido en su terminación por».

> Como pueden cambiar los hábitos sociales con nuevas tecnologías se visualiza hoy en las estaciones de ferrocarril. Los billetes, que también pueden ser adquiridos en máquinas expen­dedoras, recogen unos cuantos números (incluso el rotulado «NUEVO C. I. F.»). Fijan el coche y la plaza que han asignado al pasajero y ello es respetado por una amplia mayoría, aunque ocurra que el coche rotulado 3 no sea el tercer vagón (pues lleva tracción en ambos extremos del tren) y, dado que la entrada está en el medio del coche, haya que determinar en cual de los intervalos rotulados cae el número de asiento, para ir hacia la izquierda o la derecha.

> El código de indentificación fiscal de Renfe, A86868189, es anterior al año 2009 por lo cual, tras la A que denota Sociedad Anónima, no aparece un código de la provincia donde está la sede de la identidad. En páginas web de libre acceso se puede verificar la validez de ese códi­go (comprueban la estructura y el dígito de control, en este caso el 9, con el algoritmo de Luhn que usan también las tarjetas de crédito). RENFE (Red Nacional de los Ferrocarriles Españoles) fue una empresa estatal española desde 1941 a 2005 cuando se dividió en dos empresas públicas del Ministerio de Fomento: ADIF (Administrador de Infraestructuras Ferro­viarias) cuyo CIF, Q2801660H, indica un organismo estatal con sede en Madrid, y Renfe Ope­radora (cuyo acrónimo es Renfe).

Mapa de Oceanía.

> Un ejemplo de la globalización actual es recibir un spam («correo basura», dice el DLE) cuyo ccTLD (código de país en dominios de nivel superior) es «.pn», que referencia a las Islas Pitcairn. Aparte de borrarlo, podemos asegurarnos que ese DNS (Domain Name System)existe y resolver la duda geográfica de su ubicación. Todo ello se puede realizar desde el móvil, navegando por el cibrespacio con total facilidad, y descubrir: que es un territorio de ultramar británico en Oceanía, al este de la Polinesia Francesa; descubierto el 26/enero/1606 por una expedición española al mando del navegante portugués Pedro Fernández de Quirós; que lleva el nombre del tripulante de quince años, Robert Pitcairn, quien en 1767 fue el primero de la tripulación del HMS Swallow en divisar las islas; que en 1790 fue el refugio de los amotinados de la Bounty y que su himno es Come ye Blessed (“Venid, benditos”).

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