¿Una imagen vale más que mil palabras?

Ilustración sobre imágenes y palabras. / Cromo
Ilustración sobre imágenes y palabras. / Cromo

Anticipo la mía: sí, con matices y reservas. Espero la de ustedes, sobre todo la de los padres jóvenes.

¿Una imagen vale más que mil palabras?

Una frase que se ha convertido en un axioma; tal vez por eso las imágenes ganan terreno en los medios de comunicación tradicionales, redes sociales, mensajes de whatsApp, correos electrónicos o publicidad, entendida ésta en un sentido amplio.

No negaré yo el valor de la imagen para transmitir la belleza y los sentimientos, para informar o para describir, por ejemplo, porque es una evidencia. Ahora bien, sí haré algunas matizaciones sobre el abuso de ellas, su inoportuno uso en ocasiones, el tener  como único objetivo provocar a quien las ve, y el empleo de pseudo imágenes.

Los dispositivos telefónicos son la   herramienta más habitual en la que las palabras se sustituyen por los emoticonos, para expresar situaciones y sentimientos como alegría, sorpresa, tristeza, enfado, disgusto, rabia, sorna, placer, duda, ignorancia, silencio, llanto, risa, cansancio y tantos otros. De manera, que quien no se ha introducido en esta jerga, encuentra dificultades para entender el mensaje.

Por otra parte, se divulgan imágenes de forma abusiva, sin tener en cuenta el interés del interlocutor con el que nos comunicamos o el del  grupo al que nos dirigimos. Es habitual que en un grupo profesional se abuse de imágenes graciosas, que nada tienen que ver con el tema del conjunto; así  se corre el riesgo de molestar a quienes piensan de manera diferente y de iniciar una discusión innecesaria y sin interés para la mayoría. Las llamadas de atención de los “administradores” del grupo no siempre son tenidas en cuenta y se llega, incluso, a la falta de respeto.

En las redes sociales aparecen de improviso francotiradores que, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, dan rienda suelta a sus obsesiones, intereses personales, ocurrencias, frustraciones, etc.

En cuanto a las imágenes publicitarias, no es infrecuente el uso de  imágenes carentes  de relación con el objeto anunciado, que proponen consciente y sibilinamente paradigmas inalcanzables para el común de los mortales.

El hecho es que la imagen está desplazando a la palabra, no ya en las conversaciones presenciales, sino también en las realizadas a través de instrumentos de comunicación. Con ello prescindimos de aspectos expresivos básicos  como los silencios, la entonación, las pausas, los gestos, el lenguaje corporal y el esfuerzo por encontrar el vocablo idóneo para transmitir un sentimiento, estado de ánimo u opinión.

La realidad pone de manifiesto, según algunos expertos, que disminuye rápidamente el número de palabras que habitualmente utilizamos en las conversaciones normales.  Y en ello tiene mucho que ver la inadecuada forma en que usamos los instrumentos de comunicación que el progreso ha puesto a nuestro alcance.

Habría que tomarse en serio este tema en cuanto afecta a los niños, ya no digo a los adolescentes. ¿Qué opináis, padres jóvenes?

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