El hombre, el mejor amigo del perro

Un hombre recogiendo heces de un perro. / © Stanley Fellerman / Corbis
Un hombre recogiendo heces de un perro. / Stanley Fellerman en Corbis
El concepto de amistad es profundo: incluye compartir buenos momentos, disfrutar, divertirse, y también ser responsable, hasta sus últimas consecuencias.
El hombre, el mejor amigo del perro

¿Hay mejor amigo que alguien que te saque a pasear todos los días y se ocupe de tus cosas personales como si fueras vos, o mejor?

Y no solo eso: ¿que sea tu cómplice cuando se te ocurre cagar en la calle, adelante de todo el mundo y se tenga que ver obligado a poner cara de “yo no fui”, pero ni por broma te delata? Y además: ¿juntar tu caca con una bolsita para poder compartir con vos esta vida de supuesta civilización?

Y todo esto en un medio muy difícil, donde no solo no hay cloacas para perros sino que falta una organización municipal que facilite la posibilidad de su recolección.

Nadie hace eso por nadie. Sólo el hombre por su mejor amigo.

El 66% de los argentinos tiene perro, el doble de la media mundial. Según una estadística de la Universidad de Buenos Aires de 2019, hay veintiséis fragmentos fecales cada cien metros en nuestra capital. Y solo un tercio de los habitantes lleva bolsitas o papeles para juntarlas.

La culpa no la tiene solo el best friend, ni la falta de una política implementada por las autoridades para hacer un seguimiento y penalizar a los “amigos” infractores, sino la ausencia de condiciones que faciliten el cumplimiento de la norma.

Una vez que el compañero del perro junta su deposición empieza a buscar un lugar donde tirarla: camina como diez minutos con el cargamento en la mano, sin encontrar un recipiente apropiado. Al final, la mete en una bolsa de basura de algún vecino, o lo que es peor, cansado de ir con la reliquia olorosa, la tira por ahí, donde pueda, a la vista y el olfato de todo el mundo.  

problema sanitario

Cuando el perro elige el cantero de un árbol, o un pedazo de tierra cerca de una vereda o en una plaza, muchos dueños consideran que no es necesario juntarla. El perro lo mira, y como el amo le dice que está ok, él sigue cagando en la tierra sin culpa. Pero la realidad es que esa caca se transforma en polvo que va a parar a depósitos de agua, o queda en lugares de esparcimiento público. Es un problema sanitario porque “la material fecal de los perros tiene gérmenes y parásitos que contagian enfermedades, como el parasito Toxocara canis que, al ser ingerido puede producir ceguera o meningoencefalitis”, según el Dr. Eduardo López, médico pediatra infectólogo del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la ciudad de Buenos Aires.

Todo esto con el agravante de que hay algunos mejores amigos del hombre a los que les encanta comer caca y consumen lo que otros dejan por ahí.

El concepto de amistad es profundo: incluye compartir buenos momentos, disfrutar, divertirse, y también ser responsable, hasta sus últimas consecuencias. @mundiario

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