El estrés puede hacerte engordar tanto como una hamburguesa

Estrés laboral. / Pixabay
Estrés laboral. / Pixabay

"El estrés no es ni bueno ni malo, depende de su intensidad, de la frecuencia y de cómo lo gestionemos".

El estrés puede hacerte engordar tanto como una hamburguesa

El estrés es una reacción fisiológica de defensa ante ciertas amenazas. Cuando el organismo percibe un peligro potencial, las glándulas suprarrenales liberan adrenalina y cortisol (hormonas del estrés), que hacen que se acelere el corazón para bombear más cantidad de sangre hacia los músculos y otros órganos, destaca El País.

"El estrés no es ni bueno ni malo, depende de su intensidad, de la frecuencia y de cómo lo gestionemos. La cuestión es tener el justo para resolver la situación amenazante", aclara Guillermo Fouce, profesor de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

Una investigación reciente publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences señala que la obesidad es una de las consecuencias que tiene ese estado de tensión agobiante. Lógicamente, no se puede concretar el número exacto de kilos que se agarran al cuerpo por cada cosa que nos altere, pero el efecto del estrés es comparable al que tiene comer una hamburguesa con queso, o una barra de chocolate y caramelo, según se desprende de los trabajos de un equipo de científicos de la Universidad Brigham Young, en Utah (Estados Unidos), que ha constatado que el estrés afecta al intestino tanto como la dieta.

Concretamente, la investigación (llevada a cabo en ratas y publicada en Nature) ha detectado que la microbiota (población de bacterias del intestino) de las hembras delgadas estresadas cambia hasta parecerse a la de los machos obesos. Estos mantienen estable su composición bacteriana, si bien el estrés hace que estén más ansiosos y menos activos físicamente.

Fernando Fernández-Aranda, coordinador de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital de Bellvitge, en Barcelona, comenta: "Las situaciones de estrés, que directa o indirectamente suelen influir en nuestro estado de ánimo, modulan la ingesta de alimentos empujándonos a que comamos por exceso o por defecto. A través de la comida conseguimos aliviar o evadir sensaciones negativas; y que generalmente optemos por un determinado tipo de productos (altamente calóricos) viene dado por aspectos sensoriales (suelen ser más sabrosos), de privación (las personas que hacen dietas evitan estos alimentos y por tanto incrementan su deseo por ingerirlos) y biológicos/nutricionales, asociados a las sustancias que los componen y su efecto sobre el ánimo".

Sin embargo, este experto, que pertenece al Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición (Ciberobn), piensa que el estrés, por sí mismo, no engorda. "En el último siglo, la humanidad ha estado expuesta a situaciones importantes de estrés y no ha aumentado la obesidad como está sucediendo actualmente". A pesar de ello, admite que lo que puede engordar son las estrategias utilizadas para aliviarlo, unido a una vida sedentaria. Y lo peor, añade Fernández-Aranda, "es que se generará un círculo vicioso que activaremos en futuras situaciones de impacto". @mundiario

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