¿Te duele el brazo después de ser vacunado? Esta podría ser la razón

Un sanitario recibiendo la vacuna. / Freepik.
Doctora vacunando en el brazo. /Freepik
Al recibir sustancias extrañas en nuestro cuerpo, estas generan dolores que pueden ser normales, como reacción a la inyección que recibimos.
¿Te duele el brazo después de ser vacunado? Esta podría ser la razón

El pinchazo de la aguja puede ser doloroso para muchos, sin embargo para otros resulta no ser la gran cosa. Esto se debe a un efecto secundario generado por todas las vacunas, por eso ha prevalecido la queja de las personas sobre "el dolor de brazo" que aparece luego de unas horas de haber recibido una inyección. No obstante, a cada uno les aparece de manera diferente, algunos perciben ,más dolor que otros, o están los que no sienten ninguna molestia.

En la actualidad millones de personas están siendo vacunadas para combatir una de las pandemias más graves de la historia, el COVID-19, y el pinchazo puede ser un tema complicado para algunos de los que llegan a ser inoculados. Los expertos aclaran que este es un signo normal al recibir sustancias extrañas en nuestro cuerpo, así como pueden llegar a parecer erupciones cutáneas. Deborah Fuller, experta en vacunología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle señala que “Manifestar esa reacción en el sitio de la aplicación es exactamente lo que esperaríamos que hiciera una vacuna que intenta imitar un patógeno sin causar la enfermedad”.

No obstante, el epidemiólogo y director ejecutivo del Centro Internacional de Acceso a Vacunas de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins, William Moss, aclara que “Ya que son muchas las complejidades que presenta nuestro sistema inmunológico y las peculiaridades individuales, no sentir dolor también es normal (...) Las personas pueden desarrollar respuestas inmunitarias protectoras y no pasar por ese tipo de reacción local”.

Existen diversas vacunas conocidas por generar molestia o dolor alrededor de la zona en donde es aplicada y esto se debe a que las llamadas células presentadoras de antígenos están constantemente al acecho en nuestros músculos, piel y otros tejidos, por ello cuando detectan un invasor extraño, desencadenan una reacción en cadena que eventualmente produce anticuerpos y una protección duradera contra patógenos específicos. Ese proceso, conocido como respuesta inmune adaptativa, puede tardar una o dos semanas en acelerarse.


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Esto es como "una señal de alerta" que nuestro mismo organismo produce ante cualquier sustancia extraña. Por eso a los pocos minutos de vacunarse es como si estas dijeran que “Aquí hay algo que no corresponde. Deberíamos deshacernos de él”, señaló Moss.

En este sentido, Fuller también agrega que “Esta rápida reacción del cuerpo, conocida como respuesta inmune innata, involucra a una gran cantidad de células inmunes que llegan a la escena y producen proteínas conocidas como citocinas, quimiocinas y prostaglandinas, que reclutan aún más células inmunes y tienen todo tipo de efectos físicos”. Las citocinas dilatan los vasos sanguíneos para aumentar el flujo sanguíneo, provocando hinchazón y enrojecimiento. También pueden irritar los nervios y causar dolor. Las citocinas y quimiocinas inducen inflamación, que también es dolorosa. Las prostaglandinas interactúan directamente con los receptores locales del dolor.

Asimismo, esta respuesta inmune innata no se detiene en el brazo, porque para algunas personas, el mismo proceso inflamatorio también puede causar fiebre, dolores corporales, dolor en las articulaciones, erupciones cutáneas o dolores de cabeza. 

¿Por qué algunas vacunas producen más molestias que otras?

Esto se debe a la llamada "reactogenicidad" y se debe a las estrategias e ingredientes que emplean. La vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR), por ejemplo, está hecha de formas vivas y debilitadas de los virus que intencionalmente causan una forma leve de infección y estimulan la respuesta inmune innata del cuerpo, lo que lleva a una variedad de síntomas, que incluyen brazos adoloridos.

De igual forma, otras vacunas, incluidas algunas vacunas contra la gripe, introducen virus inactivados. Por ejemplo la vacuna contra la hepatitis B presenta partes del virus junto con sustancias químicas llamadas adyuvantes que están diseñadas para irritar las células presentadoras de antígenos y estimular la respuesta inmune adaptativa.

La vacuna contra el COVID-19 es una de las que actualmente produce más incomodidad entre la población, debido a que se administran mediante una aguja en el brazo, sin embargo la tres existentes producen el mismo tipo de dolor punzante que se genera como una especie de puñalada rápida. Después de eso, sus perfiles de dolor en los brazos después de la vacunación varían, según los datos de la compañía compilados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Vacuna a paciente en el brazo. /Freepik

¿Quiénes sienten dolor?

Para algunos la genética puede jugar un papel importante, así como el género también, según algunos científicos. Muchos explican que por ejemplo las mujeres parecen experimentar más efectos secundarios que los hombres en respuesta a una vacuna COVID-19, aunque los hombres parecen sufrir un mayor impacto del virus en sí.

Las tres vacunas que se crearon y aprobaron para combatir el COVID han mostrado que cada uno de los laboratorios en donde fueron creadas utilizaron tecnología diferente, lo que evidencia que entre Moderna, Pfizer y Johnson & Johnson, la que genera menor dolor es la tercera debido a los ingredientes utilizados.

Anna Taddio, profesora de farmacia que estudia el dolor relacionado con los procedimientos médicos en niños en la Universidad de Toronto cree que “la percepción del dolor es otro factor X. Todos procesan las señales de dolor de manera diferente. Y el miedo y la ansiedad pueden exacerbar la sensación de dolor”.

Asimismo, si eres de los que le temen a las agujas, este puede ser un factor que intensifique el dolor y trauma a la vacunación. Taddio, realizó una investigación en donde confirma que una cuarta parte de los adultos afirma tener miedo a las agujas “En medio de los esfuerzos para que las personas se vacunen lo más rápido posible, los funcionarios de salud pública a menudo pasan por alto oportunidades para hacer que la experiencia sea más positiva”, opina Taddio, quien desarrolló un enfoque para reducir el miedo y promover habilidades de afrontamiento para mejorar la experiencia de vacunación.

¿Cómo disminuir el miedo a las agujas?

En la actualidad no se le ha dado tanta importancia a este miedo que llega a ser implacable para muchos ciudadanos que prefieren no vacunarse antes de ver una aguja. Por eso Taddio resalta que hay muchas formas sencillas de hacer que las personas se sientan menos ansiosas por las agujas. Explicó que algunas estrategias útiles, pueden incluir recordar a las personas que deben usar una camisa de manga corta en la clínica para que sea más fácil acceder a sus brazos; permitirles traer a alguien de apoyo; fomentar el uso de distracciones; respiración profunda y anestésicos tópicos; e invitar a las personas a hacer preguntas para que se sientan informadas y preparadas.

Si eres de los que le temen a las vacunas, comienza a afrontar este miedo con los simples pasos que Taddio recomienda, así podrás cuidarte y cuidar a los demás ante las diferentes enfermedades que atacan al cuerpo. @Mundiario

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