El día 1 de enero es el día de los propósitos y las buenas intenciones

Marçal Abella Bresco /  Cataluña
Los buenos deseos. / Marçal Abella Bresco de Cataluña
A menudo, transcurridas unas semanas empiezan las rebajas de los objetivos planteados para cada nuevo año.
El día 1 de enero es el día de los propósitos y las buenas intenciones

El día 1 de cada año se repite la historia: promesas a los demás y, sobre todo, compromisos con uno mismo. En este último caso, los pactos personales suelen apoyarse en una publicidad que nos ofrece mil y un servicios al alcance de cualquiera. Pongamos algunos ejemplos reales. Siga el curso X en internet, y se convertirá en un experto asesor bursátil en cuatro meses, dedicando cada día un cuarto de hora, por el módico precio de 495 euros. Así de sencillo: olvídese de su banco y de los asesores financieros. Con los sobres zeta adelgazará al mes tres kilos, sin incómodas dietas ni sacrificios. ¡Quién no pica!

¡Y los idiomas!, objeto de deseo frustrado de un buen número de  españoles de todas las edades: siga el método del profesor Hache y en seis meses podrá usted instalarse en Londres y trabajar en cualquier sector. Naturalmente, hay profesores que ofrecen lo mismo en ruso, árabe y chino.

En cuanto a alcanzar el canon de belleza actual, son variadísimas las marcas de cremas, mascarillas y planteamientos de vida, capaces de conducir a quien tiene perseverancia, a la cima de la belleza de las actrices que participan en los correspondientes anuncios.

Añadan otros como la obtención de préstamos, premios y regalos, apuestas o ciertos trabajos para ganar dinero sin esfuerzo.

Estos anuncios de prensa, radio y televisión, suelen tener en  común cuatro atractivos: lo conseguiremos de forma rápida,  cómodamente, sin esfuerzo y  al increíble precio de ...

> Y la sociedad, sobre todo los jóvenes, se quedan con la última parte de estos y otros mensajes publicitarios similares, que aplican, naturalmente, en otros ámbitos de la vida.

> Seguir estos principios implica despreciar –ya sea en el trabajo, en el estudio o en la vida social- el sometimiento a una disciplina y el valor de la constancia; perder  capacidad de sacrificio; actuar sin una planificación debidamente estudiada y no valorar el trabajo bien hecho.

> Eso sí, creemos que tenemos los mismos derechos que los demás, en aras de una supuesta  justicia igualadora, y sin competir con quienes se han sacrificado, sufrido durante su período formativo y renunciado a determinadas satisfacciones transitorias, en aras de objetivos futuros. 

> La desvalorización de estos principios de vida se traslada a la escuela y, en general, a la educación, con lo cual las consecuencias son más severas. @mundiario

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