Las debilidades no existen

Manos juntas. / Hasbi Saniskoro en Pexels.
Manos juntas. / Hasbi Saniskoro en Pexels.
Lo que tenemos son talentos y fortalezas, el resto es vacío. Crónicas honestas sobre la felicidad. 
Las debilidades no existen

Lo voy a repetir porque es importante: las debilidades no existen. Si lo piensas, es lógico. Lo que tenemos son talentos, fortalezas y habilidades que mejoramos con la práctica, cualidades y virtudes que nos identifican. A lo sumo, todo el resto de cosas que no tenemos son “no-fortalezas”.

Las debilidades, ¿qué son? Nada, un vacío, el título que le ponemos a las cosas que no nos salen bien o tan bien como querríamos, que no nos gustan, que nos agotan mentalmente. Pero es natural que pase. No somos menos buenos porque hay un vasto universo de actividades que no hacemos bien. ¿Cantar mal es una debilidad? ¿Correr despacio? ¿No saber hacer análisis de regresión o estrategias de marketing? ¿Está bien llamar debilidad a todo aquello para lo cual no tenemos facilidad o no hemos probado hacer, por falta de ganas o de tiempo?

Lo que distingue una fortaleza de todo lo demás es que usar la fortaleza nos energiza. Cuando hacemos aquellas cosas que disfrutamos y en las que somos buenos nos sentimos comprometidos y animados. Entramos en flow, rejuvenecemos. Por el contrario, hacer lo que no nos gusta o no nos sale nos agota y drena.

Las fortalezas son un concepto central en la psicología positiva, el camino principal hacia una vida feliz y exitosa. Un ejercicio simple para identificar qué tanto usas tus fortalezas en tus actividades diarias es hacerte algunas preguntas. Te sonarán obvias, pero la práctica es reveladora. Con frecuencia creemos que algo nos gusta porque nos gusta “la idea” de hacer eso. Confundimos la idea de la cosa con la cosa en sí. Puede gustarnos la idea de ser CEOs de una empresa, pero, puestos en el cargo, tal vez nos agobien las reuniones y las responsabilidades. Quizá seríamos más felices siendo emprendedores.

Para descubrir estos matices, toma lápiz y papel y enumera todas tus actividades cotidianas. Luego registra cuáles se corresponden con tus fortalezas y en qué grado. Las que están alineadas con tus fortalezas son las que:

  • Disfrutas realmente.
  • Te llenan de energía.
  • Te hacen olvidar del paso del tiempo.
  • Esperas con ansias.
  • Puedes hacer incluso en condiciones de estrés o fatiga.

Las actividades que agotan tu energía son aquellas que:

  • No haces con gusto.
  • Te drenan mentalmente.
  • Ralentizan el tiempo.
  • Requieren mucho esfuerzo y autocontrol de tu parte para que salgan bien. 

Califica ahora el grado positivo o negativo de cada actividad: 

  • (--) Requirió mucha energía
  • (-) Requirió algo de energía
  • (0) No requirió energía pero tampoco la incrementó
  • (+) Me dio energía positiva
  • (++) Me dio mucha energía positiva

Luego, elige las cinco actividades que mejor te hacen sentir: ¿Qué fortalezas o talentos podrías estar usando en cada una? Finalmente, elige las cinco peores: ¿Qué fortalezas te faltan para realizar estas tareas? Se trata ahora de pensar cómo hacer más de lo que disfrutas y de qué manera encontrarle la vuelta al resto. Al tratar de usar más tus fortalezas minimizas el impacto de lo que no te gusta. @mundiario

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