Cuándo una situación malograda fue lo mejor que podría haber pasado

Chica esperando respuesta. / Pixabay
Una chica esperando respuesta. / Pixabay
Lo que quiero decir es que ciertas pérdidas son ganancias reales y que otras son verdaderas bombas, pero no podemos prever el resultado de las cosas, a pesar de haber  actuado correctamente y hecho todo de la mejor manera posible, justo lo que queríamos, no ha sucedido.
Cuándo una situación malograda fue lo mejor que podría haber pasado

Frente a nuestros planes, metas y objetivos, es natural que nos hubiera gustado que cierto proyecto tuviera éxito. Podría ser el viaje de nuestros sueños, la compra de una casa de playa, la conquista de la persona que consideramos "ideal" o incluso cosas sencillas como un impedimento para una cita con amigos, el avión que se retrasa, haciendo que perdamos nuestro compromiso, entre otros eventos. Y ante hechos arruinados, nos sentimos culpables, incluso en deuda con nosotros. 

Entonces nos lamentamos, nos frustramos, decimos que la vida no es justa o que Dios no ha olvidado, que somos víctimas del destino sin pensar que tal vez fue lo mejor que pudo haber pasado. A menudo, lo que parece prometedor puede convertirse en una verdadera adversidad. Lo que quiero decir es que ciertas pérdidas son ganancias reales y que otras son verdaderas bombas, pero no podemos prever el resultado de las cosas, a pesar de haber  actuado correctamente y hecho todo de la mejor manera posible, justo lo que queríamos, no ha sucedido. O peor aún, sucedió exactamente lo contrario de lo que habíamos planeado cuidadosamente. Cabe señalar que no hago referencia cuando el hundimiento de nuestras expectativas y esperanzas ocurre por irresponsabilidad, negligencia, falta de preparación, voluntad, planificación, enfoque o determinación, sino de una liberación real o simplemente no era el tiempo previsto para lo que queríamos que sucediera.

En general, tenemos la costumbre de evaluar los hechos de la vida en función de nuestros criterios y modelos, juzgando que algo sería “bueno” o “malo”, que sería beneficioso o perjudicial, que un logro sería el mejor de nuestra vida, que estar en una determinada parcería, sea de noviazgo, de trabajo o amistad podría hacernos felices y realizados. Sin embargo, nos olvidamos de evaluar un punto importante: todo en la vida es relativo y lo que a nuestros ojos puede parecer la mejor propuesta del mundo, puede convertirse en algo dañino que hubiéramos preferido no haber pasado, ni siquiera considerado. Esto se debe a que juzgamos los eventos sin considerar los ajustes en el camino, los eventos que se desarrollan, hipotetizar y fantasear lo que sería bueno para nosotros, pero sin tener en cuenta que no tenemos el control de todo lo que sucede en algunas circunstancias de la vida. Sí, la vida está llena de sorpresas.

Sí, en algunos momentos no tenemos “las riendas de nuestra vida en nuestras manos”, y luego estamos angustiados, nos sentimos ansiosos, desamparados o incluso incompetentes. Sin embargo, tarde o temprano, la vida se encarga de mostrarnos que ese beneficio específico que estábamos buscando podría ser un medio para quitarnos nuestra tranquilidad y nuestra paz; que aquel "logro" iba sustraer mucho más cosas valiosas para nosotros pero no las reconocemos, solo ante una pérdida.  Lo opuesto también es cierto. La cuestión del tiempo es igualmente válida. Lo que fue bueno en nuestra vida puede convertirse en una verdadera molestia, como un fruto podrido.

No podemos olvidar que debemos tener las riendas de nuestras vidas, pero el carro que nos lleva puede romper la rueda, el caballo puede querer descansar o las mismas riendas de la vida pueden romperse. No estoy diciendo que debemos tener una postura negativa, ni pasiva ante la vida, pero lo reitero: muchas cosas están fuera de nuestro control, porque no somos omnipotentes, somos parte de un todo, de un sistema donde nuestra voluntad  es solo un factor entre muchos en una dinámica colectiva llamada vida. Y es precisamente en este punto, desde una percepción individualista, donde no tenemos en cuenta el todo, es que la vida nos muestra lo sabio que es tener humildad. Haga todo lo que esté a su alcance, pero no pretenda tener el control de todo; lleva las riendas de tu vida, pero sepa que en determinadas ocasiones es el "coche de la vida" que nos conduce, y este puede tomar un otro camino sin importar nuestra voluntad, pero puede ser el mejor evento en esa circunstancia. Agradece.

Ocasionalmente, confiar en la sabiduría de la vida y agradecer por todo lo que ha sucedido como lo mejor posible no es tener una postura resignada, pasiva, que se traduce en falta de perseverancia y autosabotaje, o incluso permanecer en la zona de confort. Sostén las riendas de tu vida en tus manos, pero también déjate guiar por la sabiduría del todo, pues tampoco somos omniscientes. La mayoría de las veces no sabemos lo que dice, pero la vida sabe lo que hace. Y no lo olvides: muchas veces, cuando algo sale mal, fue lo mejor que pudo haber pasado. Agradece ¡Siempre gracias! Es la vida floreciendo lo que podría ser mejor. @mundiario

Comentarios