Crisis existencial: cómo enfrentar las tormentas internas

Mujer bañándose en un río./ Šárka Jonášová en Pixabay.
Mujer bañándose en un río./ Šárka Jonášová en Pixabay.
En este artículo elaboré algunas preguntas y sugerencias para que comprendas tu nivel de resiliencia con 4 estrategias para desarrollarla y/o fortalecerla. Vale la pena echarle un vistazo.
Crisis existencial: cómo enfrentar las tormentas internas

La resiliencia humana es un tema muy discutido, aunque lamentablemente es una competencia poco desarrollada, ya que muchas veces no se crean habilidades socioemocionales para gestionar, replantear y lidiar con situaciones inesperadas, como trauma, traición, pérdida de una condición o incluso con el propio estrés continuo, pero que pueden agotar los recursos de afrontamiento ante la adversidad. En este contexto, los mecanismos psicoadaptativos se “rompen”, donde la persona se paraliza ante situaciones catastróficas. Por eso, creé algunas preguntas para que comprendas tu nivel de resiliencia para poder desarrollarla y/o fortalecerla. Responde estas preguntas con sinceridad:

1- ¿Te dejas vencer ante las adversidades de la vida, creyendo que los desafíos son mayores que tus propias fuerzas y recursos internos?

2- ¿Crees que las dificultades que te ofrece la vida en ese momento son imposibles de superar?

3- Ante el estallido de la crisis, ¿mantiene la calma o se desespera, no vislumbrando nada positivo, cayendo en estados ansiosos y/o depresivos?

En su sabiduría, la naturaleza constantemente nos envía mensajes de que el mundo en que vivimos tendrá dificultades, pero que con determinación y valentía siempre superaremos los desafíos que nos ofrece, solo que brote la fe y florezca en nuestros corazones la esperanza, porque siempre habrá ser un nuevo amanecer.

E incluso si las nubes oscuras anuncian las peores tormentas, estas pasarán y nos brindarán nuevas oportunidades. Sin embargo, comprender y decodificar estos mensajes en la percepción de superación de las dificultades es muy difícil para quienes se encuentran envueltos en las sombras de las pérdidas, el desánimo, el sufrimiento y la desesperanza materializados en pérdidas significativas y cambios existenciales repentinos que requieren readaptación y donde no se ve solución a las incógnitas de la vida en la penumbra de la consternación.

Sin embargo, es precisamente en estos momentos que nos olvidamos que si se utiliza con inteligencia, toda insatisfacción, frustración, desesperanza o desilusión serán oportunidades de avance, de cambio, de autodesarrollo. Ante el “estado de ánimo” de desesperanza, ¿qué podemos hacer para activar nuestra fuerza interior? ¿Cómo desarrollar y fortalecer nuestra resiliencia frente a nuestras tormentas internas? Presento a continuación algunas sugerencias que obtuvieron resultados en la clínica psicológica y en la vida práctica:

1- Aprende a poner en paz tu corazón:

Cultiva la serenidad. En algunas situaciones tenemos el control, pero en otras no. En cuanto a las circunstancias que no podemos cambiar, cuando no hay nada que hacer, la única alternativa es poner el corazón en paz; ya para los que podemos actuar, que tengamos espíritu proactivo y de lucha. No tenemos control sobre las acciones de los demás, pero nuestras actitudes sí.

No tenemos control sobre algunas de las circunstancias de la vida, pero podemos manejar cómo percibimos, evaluamos y reformulamos cada evento. Por lo que está fuera de nuestro control -al menos en ese momento específico- pongamos nuestro corazón en paz. ¿Por qué preocuparse por lo que escapa a nuestra gestión? Difícil de poner en práctica, pero imprescindible para manejar estas situaciones de forma inteligente, de lo contrario entraremos en un estado de estrés continuo, que no favorecerá en absoluto nuestra salud y tranquilidad.

2- Somos directa o indirectamente responsables de lo que nos sucede

Las experiencias que nos suceden son siempre nuestra responsabilidad, señalando lo que necesitamos desarrollar, mejorar, observar o cuidar. Las tormentas de la vida son como mensajeros que nos traen noticias importantes sobre nosotros y para nosotros, nunca por error o por casualidad y siempre en la justa medida.

Algunas preguntas son: ¿Vamos por el camino correcto? ¿Cómo se están tomando nuestras decisiones de vida? ¿Hay algo en nuestra vida o en nosotros mismos que necesita una observación más cuidadosa, pero que por una u otra razón estamos descuidando? Recordemos que todo sucede en aras de un propósito mayor y hasta la necesidad de salir de nuestra zona de confort puede llegar -generalmente llega- en forma de dificultad.

3- Tener y mantener vínculos interpersonales sanos

La red de apoyo social no es sólo un factor de protección eficaz frente a las crisis, sino también un “amortiguador” de las crisis que ya han comenzado. El fortalecimiento de vínculos sanos, donde somos valorados en nuestros mejores aspectos y ayudados en lo que aún nos falta por desarrollar, son alimento y alivio para nuestra autoestima, donde nos sentimos acogidos y aceptados en lo que somos integralmente, lo que promueve un fortalecimiento sustancial.

4- Toda crisis es cíclica

Toda crisis es cíclica. Lo que quiero decir es que todo derrumbe, toda adversidad es transitoria y que un tiempo u otro nos volverá a visitar. La rueda de sansara gira constantemente y para todos sin distinción. En unos momentos estaremos abajo, otros arriba, en fases cíclicas y alternas, de altibajos, como las fases de la luna, como las estaciones del año, como las mareas, en una impermanencia constante, en un fluir constante. La historia de cada persona, en mayor o menor medida, se construyó sobre un tejido constante de crisis y superación, de caída y resurgimiento. Si bien las circunstancias difíciles no cambian, nos queda a nosotros cambiar la forma en que las percibimos y las enfrentamos. Esta conducta marcará la diferencia ante una crisis. @mundiario

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