Cada final trae consigo la esperanza de un nuevo comienzo

Mujer paseando por los campos de lavanda/ Pixabay/ Adina Voicu.
Mujer paseando por los campos de lavanda. / Pixabay. / Adina Voicu
Despertar a una "nueva vida" y comenzar una dinámica de renovación no es un proceso fácil ni sencillo. Sin embargo, vivir insatisfecho en la mediocridad, en la que algo ya no tiene sentido, donde entre los cardos del jardín de la vida no hay ni una flor, es signo de descuido y desamor. 
Cada final trae consigo la esperanza de un nuevo comienzo

La vida de cualquier ser humano es una peregrinación de finales interminables y nuevos comienzos, de oportunidades que se despiden, mientras surgen otras. Suele ser difícil dejar el nido dañino y sin perspectivas, contradictoriamente seguro, como lo conocemos y aparentemente controlable.

A menudo, optamos por permanecer en nuestra zona de confort, aunque sombría, que aventurarnos en busca de un nuevo camino. Sí, lo desconocido nos causa inseguridad y miedo, pero también nos da la oportunidad principal de experimentar, evolucionar, crecer y renacer y no solo sobrevivir.
Despertar a una nueva vida y comenzar una dinámica de renovación no es un proceso fácil ni sencillo. Sin embargo, vivir insatisfecho en la mediocridad, en la que algo ya no tiene sentido, donde entre los cardos del jardín de la vida no hay ni una flor, es signo de descuido y desamor. La vida es corta y frágil, y es fundamental valorar cada minuto lo que nos ofrece la existencia.

Cada minuto ... ¡El tiempo pasa! ¿Y tu? ¿Qué vivió? Como viviste?

Si no está satisfecho con su vida actual, recuerde que no tenemos el control de todo, pero con inteligencia, estrategia y sabiduría siempre podemos “darle la vuelta” y dar forma a una nueva vida, para que podamos disfrutar del dulce sabor de la felicidad, para despojarnos del peso de las consecuencias del sufrimiento y abrir los brazos a una nueva vida, a pesar de las cicatrices.

Las cicatrices son para los luchadores, ¡los fuertes!

Las cicatrices son parte de nuestro viaje de luchas sobrevividas. No necesitamos tratar de esconderlos, son nuestros trofeos, son la marca indeleble de nuestra resistencia, nuestro deseo, nuestra determinación, nuestro coraje, nuestros aprendizajes y victorias. Son parte de nuestra vida, no permitiéndonos olvidar que ante la resistencia no nos oponemos a los retrocesos y que ante la adversidad no abandonamos el campo de batalla.

¡Nunca!

Es necesario (re) comenzar, incluso trayendo lo “viejo” incrustado en lo nuevo. Y la mayoría de las veces sucede así.

La vida es algo valioso y para vivir bien un susurro de viento no es suficiente. Hay una intensidad expresada en la vida que desborda el alma cada vez que volvemos a empezar, que renacemos.

Que la vida, en su ambigüedad, se derrita o burbujee. Deja que se evapore, que florezca. Mejor el vendaval de las grandes tormentas que echan raíces más profundas que vivir en la necesidad de una vida “(in) satisfactoria” y sin sentido. Quedarse con las raíces podridas arruinará la tierra y todo lo que venga. Mejor que sean desarraigados y que se nos dé un arco iris. Y que la vida sea así: con sabor a eternidad en un instante que no cesa, porque volver a empezar es una necesidad, y afortunadamente en algunas circunstancias es la opción que tenemos en ese momento. @mundiario

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