Vuelve el ex presidente Laxe

Su historia se reaviva no sólo porque sigue siendo el socialista que obtuvo un mejor resultado en Galicia, sino p
Vuelve el ex presidente Laxe
Su historia se reaviva no sólo porque sigue siendo el socialista que obtuvo un mejor resultado en Galicia, sino porque fue víctima de un posible atropello electoral en Ourense.

A estas alturas, ningún demócrata discute la aberración que supone votar sin garantías, aunque se da el caso de que algunos demócratas que ahora dicen eso han consentido en el pasado auténticas fechorías con el voto de los emigrantes, hasta el punto de que Galicia es el único país del mundo donde pueden votar los muertos, cuyas papeletas llegan, junto a las de los vivos, en sacas de Correos procedentes de países donde las oficinas postales pueden ser objeto de manipulación. Pero no acaba ahí la historia, ya que dentro de unas semanas van a celebrarse de nuevo unas elecciones en Galicia donde no está garantizada la limpieza de los votos procedentes del exterior, lo cual parece impropio de un país democrático y desarrollado.

Es tal, por lo demás, la dimensión del riesgo latente que puede darse el caso de que el resultado final de las elecciones de Galicia termine cuestionado políticamente, con el agravante de que en este proceso no hay observadores internacionales –como en África– pero sí intermediarios internacionales dispuestos a pervertir la democracia en Galicia.

Llueve sobre mojado pero ni aún así se ha remediado semejante amenaza, aparcada desde el poder socialista con declaraciones retóricas que no desembocan en imprescindibles resoluciones legales. Y llueve tanto sobre mojado que en Galicia hay oscuros episodios a los que es menester arrojarles luz. Un claro ejemplo queda hoy de manifiesto en un informe que publica Xornal de Galicia, donde se ve a las claras como en las elecciones autonómicas de 1989 –aquellas en las que ganó Fraga por ajustada mayoría absoluta– se manipuló el voto de la emigración. Estadísticamente no tiene explicación aquel resultado. Por un lado, porque el voto exterior atribuido al PP en la provincia de Ourense duplicó, en porcentaje, el registrado en otras provincias, y por otro, porque una situación así jamás se volvió a repetir en resultados electorales posteriores.

Por fortuna, en Galicia trabajan varios de los mejores historiadores de España, entre ellos Barreiro, Villares, Prieto y Beramendi, por lo que es fácil suponer que cualquiera de ellos nos regalará algún día una interpretación fiable de lo acontecido en un momento realmente histórico para Galicia como aquellas elecciones que apartaron al socialista Fernando González Laxe de la presidencia de la Xunta, sin que ni siquiera los suyos remediaran semejante desfeita. Es una suerte tener investigadores así porque, de ese modo, la desconfianza en los políticos de la época se verá compensada por el trabajo riguroso de la historia, que a veces actúa un poco como la justicia, tarde pero con eficacia. Quizá sepamos entonces qué pasó en Venezuela. También en Ourense, en el despacho del gobernador civil de la época. Incluso podremos saber qué decidió el entonces presidente Felipe González y en qué consistía un frustrado pacto de limpieza democrática entre el BNG y el PSOE.