El vuelo de Zapatero

Más tarde o más temprano, el presidente Zapatero tendrá que afrontar su hora de la verdad y comprob
Más tarde o más temprano, el presidente Zapatero tendrá que afrontar su hora de la verdad y comprobar hasta dónde alcanza su vuelo. Su determinación y su audacia política, por momentos sorprendentes, permitieron ver que desea afrontar la reforma territorial de España –el problema catalán-, acabar con el terrorismo –el problema vasco-, fomentar el gasto social, adaptar la educación a una política progresista y reivindicar la independencia de España frente a Estados Unidos, lo más pegado posible a Francia y Alemania.

El joven presidente es un hombre de izquierdas, no lo oculta y cree que puede salir adelante con buenas intenciones, aupado por su reconocida buena suerte, y a pesar de tener un Gobierno más bien flojo. Pero también hay que reconocer que Zapatero es muy ambicioso para los medios de que dispone. Hasta tal punto que del mismo modo que le puede salir todo bien y pasar a la historia como un estadista, cuando menos a la altura de Felipe González o de Adolfo Suárez, también se le puede venir todo abajo y quedar en la historia como un presidente light. Como aquel chico ingenuo que había venido de León.

Ante la negociación del Estatut se avecinan momentos tensos por las renuncias reales que tendrán que hacer las dos partes, salvo que quieran darle la razón al PP. Ante el final de ETA, cualquiera sabe. Ante la educación, cuando menos es incómoda la ausencia de consenso con ciertos estamentos conservadores. Y ante Europa y Estados Unidos, por mucho que se empeñe Zapatero, las cosas importantes las deciden otros. Y así lo acabamos de ver tanto en Bruselas como en Washington. Menos mal que la economía sigue tirando.