Vascos y navarros

Euskadi, a diferencia de Cataluña, sigue con el estatuto de siempre, a la espera de que ETA y Batasuna muevan fic
Euskadi, a diferencia de Cataluña, sigue con el estatuto de siempre, a la espera de que ETA y Batasuna muevan ficha. Fracasado el Plan Ibarretxe, la prioridad de casi todos es el fin del terrorismo. Si bien es verdad que en el País Vasco hay interés por mejorar su autogobierno, tampoco deja de serlo que no hay una prisa excesiva, salvo cuando hay elecciones y el debate se centra en si Batasuna puede presentarse o no, para lo cual debe apartarse de la violencia. Todo lo demás puede afrontarse con calma.

La base de partida es amplia, ya que el Estatuto de Gernika no fue una carta otorgada, sino el fruto de un pacto político: de Euskadi con el Estado español y entre los propios vascos. No en vano ha sido un lugar de encuentro entre sectores nacionalistas y no nacionalistas, así como la expresión del pluralismo vasco, característica fundamental de la Euskadi del siglo XX. El liderazgo sigue correspondiendo al PNV de Josu Jon Imaz, quien, haciendo un símil, suele considerar la tregua de ETA como un coche de segunda mano que quiere vender negociando políticamente su valor. Pero no se trata de pagar seis mil o nueve mil euros por ese coche, sino de que ETA lo dé de baja y, por tanto, desaparezca. Siempre habrá luego un Plan Prever para tratar de cerrar la herida que la violencia ha dejado en la sociedad vasca.

Navarra, para algunos el centro del otro problema, también tiene su vía política abierta, sin descartarse ninguna opción, con garantías de la propia Constitución. Los nacionalistas abanderan la integración pero los otros partidos están instalados en el llamado navarrismo, un nacionalismo navarro y español, enemigo del nacionalismo vasco, de ahí que no se vea una salida a corto plazo. A veces la gente se olvida de que la Comunidad Foral de Navarra constituye un caso excepcional en España, pues es la única de las diecisiete autonomías que no tiene estatuto, sino que se rige por la ley de Amejoramiento del Fuero, que en 1982 sustituyó a la vieja ley paccionada de 1841, mientras conserva su convenio económico, que le proporciona una gran autonomía fiscal, tan sólo equiparable al concierto vasco.