Vasco rico, gallego pobre

Siempre ha habido ricos y pobres y seguramente siempre los habrá. Parece ley de vida, aunque no esté escri
Vasco rico, gallego pobre
Siempre ha habido ricos y pobres y seguramente siempre los habrá. Parece ley de vida, aunque no esté escrito en ningún sitio que deba ser así. De la historia nos viene que Euskadi sea rica y que Galicia sea pobre, por lo que ahora que ambas comunidades estrenan gobiernos, las prioridades sociales y económicas de unos y de otros son muy distintas.

El País Vasco quiere seguir adentrándose en el mundo de la innovación y la especialización, también en los mercados internacionales, y Galicia tiene que dedicarse a crear empleo como sea, para que en pleno siglo XXI no siga expulsando a sus jóvenes, rumbo a Madrid, Barcelona o las islas Canarias.

Euskadi tiene el mérito de crecer más que España y que la UE, a pesar de sufrir el terrorismo, lo cual tiene su explicación: su rigor empresarial y financiero, y una magnífica base industrial, que no fue ajena al proteccionismo franquista. Pero tiene otra ventaja comparativa muy importante: la fiscalidad. Sus derechos históricos le aseguran una posición cómoda, sin que nadie le reclame la solidaridad con las arcas del Estado que se le exige a Cataluña, aun teniendo rentas similares.

Galicia, por el contrario, es una comunidad que recibe más de lo que aporta, y que ahora se asoma con esperanza al cambio político, pero también con muchos temores a perder las ayudas de Bruselas. Su política económica girará, casi de manera exclusiva, en torno a un gran pacto con empresarios y sindicatos que contribuya a crear empleo; sobre todo en la industria, donde no han cicatrizado las heridas de la reconversión naval.

Salta a la vista que en España aún es necesaria la solidaridad interterritorial, pero ya no está tan claro que los criterios que se defienden dentro sean los mismos que luego se le exigen a los demás socios de la Unión Europea. ¿Puede reclamar solidaridad al vecino quien se niega a brindarla en su propia casa? Distinto es que se controle a quien recibe y que se le exija una gestión eficiente de los recursos asignados. Europa ha repartido en España mucho dinero que terminó en asfalto y paseos marítimos. Irlanda, igualmente beneficiaria del maná de Bruselas, tiene menos pavimento pero más I+D. Por eso es tan importante quién gobierne.

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Artículo publicado en la revista Capital.