Rajoy mira al futuro

Mariano Rajoy es gallego y como tal sabe muy bien que nunca llovió que no escampara. Por eso supo aguantar rayos
Mariano Rajoy es gallego y como tal sabe muy bien que nunca llovió que no escampara. Por eso supo aguantar rayos y truenos, hasta que llegó su día y salió a pasear plácidamente bajo el sol de Valencia, de la mano de Francisco Camps y de muchos otros barones del partido que le apoyaron y se ofrecieron a seguir un discurso político que se supone pactado entre ellos.

Rajoy ha dado una lección de convicciones y de seguridad en la gente que le apoya, que es claramente mayoritaria dentro del PP, a pesar del barullo que monta una minoría de políticos especialmente ligados a Madrid, al frente de los cuales se quedan Esperanza Aguirre y el propio José María Aznar, a quien por cierto Rajoy le propinó una tremenda clase de grandeza de espíritu en la recta final de su discurso de clausura.

Hay líder, hay discurso sin aristas en la voz templada del presidente del PP, pero, sobre todo, hay secretaria general, María Dolores de Cospedal, una mujer que -vestida de rojo- lleva escrito el éxito en su andar y en un mensaje integrador concebido para ganar elecciones, lejos de los líos internos. Cospedal es la persona que encarna realmente la renovación del PP que abandera Mariano Rajoy, en cuya línea de sucesión parece abrirse paso Alberto Ruiz-Gallardón.

Es con estos mimbres y con otros como Javier Arenas, Ana Mato o Esteban González Pons con los que Rajoy pilota el PP, mirando al futuro, pero sin perder de vista que si le echa un ojo al retrovisor sentirá la presión de corredores de su propio partido capaces de adelantarle derrapando, incluso si hay curvas. Su gran activo es que, al fin, se siente libre de tutelas, tras haberse desmarcado completamente de Aznar y de su gente, cuyos despiadados ataques terminaron por centrar la imagen de un político que en los últimos años representó la crispación. No deja de ser curioso que el mismo Rajoy que se dejó ir a la derecha haya sido capaz de atraer al PP al centro, el único espacio desde el que podrá dar el asalto a La Moncloa en 2012. Lo que él llamó la complicada situación económica podría alfombrarle el camino.