Quintana es un político eficaz

El joven senador Anxo Quintana ha demostrado en muy poco tiempo --sólo lleva un año como portavoz nacional
Quintana es un político eficaz
El joven senador Anxo Quintana ha demostrado en muy poco tiempo --sólo lleva un año como portavoz nacional del Bloque-- que es un político eficaz, algo que ya sabían quienes siguieron de cerca su pragmática gestión como alcalde de Allariz, en Ourense, pero que la mayoría de los gallegos desconocía. No es Xosé Manuel Beiras --un singular intelectual de la política--, ni lo pretende, pero sí es un hombre con capacidad de gestionar procesos políticos, dentro y fuera de una compleja organización como es el BNG.

Su reciente éxito en el Senado, al propiciar el veto de la Cámara Alta a los Presupuestos del Estado, con el noble argumento de mejorar las inversiones en Galicia, le ha catapultado como un político a tener en cuenta, tanto en Galicia como en España. Y ahí quizá radica una clave de lo sucedido. Quintana no sólo se junta con PNV y CiU para lanzar proclamas nacionalistas, a menudo poco viables, sino que hace política en el día a día y pensando en Galicia.

Lástima que en Madrid eso no haya sido entendido por todos, lo que parece exigir una mejor política de comunición del BNG en la capital del Estado, donde las claves del Bloque siguen siendo poco conocidas por políticos y periodistas. Antes, la grandeza intelectual de Beiras le aseguraba al BNG que se le abriesen las puertas de los mejores salones de Madrid y Barcelona, donde el anterior portavoz nacional es más reconocido por sí mismo que como miembro del BNG. Pero el BNG ya no puede vivir de esas rentas del profesor Beiras y necesita arropar más a Quintana, cuya madera de buen político salta a la vista. El BNG tiene que saber proyectarse desde Madrid y actuar sin complejos.

Hay un periódico, El Correo Gallego, que titula "Castigo del Senado a la racanería de Zapatero con Galicia" y la web del BNG orienta su información en el sentido de que "o Senado aproba o veto do BNG aos orzamentos, mais Quintana mantén aberta a porta ao diálogo" --una manera de no romper con el PSOE--, pero la lectura en Madrid no se hace en clave gallega --apenas se habla del Plan Galicia--, sino constatando que el PP unió de nuevo sus votos a los de los nacionalistas de Galeusca (BNG, PNV y CiU) para tumbar los Presupuestos en el Senado. Ni siquiera entró plenamente al trapo de la cuestión gallega el vicepresidente económico, Pedro Solbes, para quien el Gobierno intentó negociar con los nacionalistas unas demandas que superaban los límites de la economía.

En cambio, de puertas adentro, el BNG ha aprobado una asignatura pendiente: se puede pactar con el PP y no pasa nada. Al contrario, si esa carta se juega con sutileza e inteligencia, puede ser una magnífica baza para equilibrar la siempre difícil relación con un PSOE que mira al Bloque por encima del hombro. Y ese PSOE gobierna en Madrid, donde necesita apoyo parlamentario, y seguramente va a gobernar en Galicia, donde precisa mucho más que respaldo en la cámara. Si el BNG sabe aportar sentido común a la política y abandona radicalismos ineficaces, como hace Quintana, incluso es posible que las cosas comiencen a cambiar en este país.